Las organizaciones humanitarias y la mayoría de los gobiernos, suelen difundir una imagen de los refugiados como víctimas pasivas que necesitan ayuda. Jean Marie Ishimwe, activista en defensa de los refugiados, señala que eso no sólo es insultante, sino que es sencillamente erróneo.
Los refugiados “quieren ser facilitadores de soluciones”, le dice al presentador de “What’s Unsaid”, Obi Anyadike. “Tenemos que asegurarnos de desafiar estas mentalidades que no permiten que los refugiados tengan la capacidad de actuar para liderar, y eso significa cambiar la gestión del poder sin ética”.
Ishimwe, que ha vivido 20 años como refugiado en Kenia, es ahora el líder regional de África Oriental para ”Refugees Seeking Equal Access to the Table” (R-SEAT), una organización centrada en la participación e inclusión de los refugiados.
En lugar de “beneficiarios pasivos” de programas diseñados por otros, quiere que los gobiernos y las agencias de ayuda “vean a los refugiados como partes interesadas iguales [en la búsqueda de] soluciones” a las necesidades de los refugiados, “sólo sabes cómo te aprieta un zapato si lo llevas puesto”.
Las organizaciones lideradas por refugiados (ORR) dejaron su huella durante la pandemia de la COVID-19, cuando las agencias de ayuda dejaron de trabajar en los campamentos y los propios refugiados dieron un paso adelante y asumieron esas responsabilidades.
A pesar de que cuentan con una financiación insuficiente, las ORR han demostrado una y otra vez su impacto y su responsabilidad. Sin embargo, como señala Ishimwe, se enfrentan a la hostilidad de la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) y otros “hermanos mayores” que se resisten al cambio.
En el último podcast “What’s Unsaid”, Ishimwe defiende una “revolución” en el sistema de ayuda: una en la que los refugiados tengan un lugar en la mesa, y “no solo un lugar o suficientes lugares”.
La actual política en algunos gobiernos de la UE, de negociar el traslado forzoso de inmigrantes a otros países fuera de la UE, para dejarlos en campamentos aislados, delata una política denigrante, injusta e inhumana. Este trato de personas como mercancías esclaviza a las víctimas, a los gobernantes y a todas las sociedades que lo toleramos.
La realidad de los inmigrantes y refugiados es actualmente uno de los mayores retos que vive nuestro planeta. Por tanto, está relacionado con diversas estructuras: gobiernos, agencias y grandes organizaciones cono la ONU, la UE, la UA y las ONG internacionales.
Si la gestión de la integración de los migrantes y refugiados es deficiente y humillante para las personas desplazadas, se debe ante todo a una irresponsable gobernanza de muchos países, tanto en el hemisferio sur como en el del norte, que no sabe ni quiere gestionar los recursos con profesionalidad y justicia social, y a una educación carente de valores éticos y humanos
Los propios inmigrantes y refugiados que, han vivido y viven esta marginación social, podrían ofrecer una contribución irremplazable en los ámbitos de una gestión más profesional y responsable de los recursos disponibles, así como de una educación más integral de ciencia y valores humanos.
Las personas desplazadas ven que, el gasto en defensa, tráfico de armas, el tráfico de personas y el saqueo de recursos en sus países de origen aumentan diariamente, mientras que los gobiernos olvidan las travesías peligrosas, la acogida y la integración de las personas migrantes, así como la sanidad, la educación integral y el desarrollo sostenible de toda la sociedad.
Los gobernantes y la sociedad entera debemos superar la mentalidad de ayudas y limosnas, excepto en casos de emergencias, para trabajar juntos por una mayor justicia social y una gestión más ética de recursos, que tanto afecta a las personas refugiadas y marginadas. Para ello, necesitamos escuchar y trabajar junto con los propios inmigrantes y con sus gobiernos de origen.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM