Los pequeños agricultores de Malaui, más prósperos gracias a los sistemas de riego

17/09/2008 | Crónicas y reportajes

A Wyson Chandanga, que tiene una pequeña granja en el distrito del norte de Malaui, Mzimba, no le importa si el país va a tener suficientes lluvias este año. Ni tampoco le interesa si las lluvias llegan a tiempo o no. La actitud de Chandanga es cuestionable, especialmente porque Malaui es una economía agrícola que depende en gran medida de los cultivos alimentados por las lluvias. El país deriva hasta el 70 % de sus ingresos en divisas de los productos agrícolas y el 85 % de la población depende de este sector como medio de vida.

Sin embargo, Chandanga asegura el la climatología adversa, como las erráticas lluvias de los últimos años, ha terminado con su dependencia de las precipitaciones.

Malaui ha sufrido tres grandes episodios de sequía: en 1991, en 2000 y, más recientemente, en 2005. El país también ha experimentado serias inundaciones en algunas regiones y el año pasado no fue una excepción, la mitad de sus 28 distritos se vieron afectados y la mayoría de sus cosechas destrozadas.

Con aspecto sucio y cansada, pero contento tras terminar un día de trabajo cultivando su parcela de tierra, Chandanga declara que ahora que ya no depende de las lluvias, será un agricultor más próspero. “Me he aventurado a poner cultivos de irrigación y planto maíz dos veces por año, incluso en la estación seca. Cuando practicaba la agricultura dependiente de las lluvias podía producir una vez al año, pero la producción no era la alimentación básica suficiente para mi familia”, explica el agricultor.

Chandanga es uno de los 29.000 agricultores de Malaui que recibe ayuda de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, FAO, para intensificar la producción agrícola mediante el desarrollo de sistemas de riego a pequeña escala y sistemas de recolección de agua en la región del norte.

La FAO está ayudando a los agricultores a mejorar la seguridad alimentaria, a diversificar las fuentes de ingresos en los hogares, a prevenir las enfermedades causadas por los puntos de agua y las letrinas de fosa, a mejorar la dieta y a conservar los recursos naturales, según el oficial de comunicación de la Organización, Muwuso Chawinga.
“”El 90 % de la agricultura de Malaui depende de las lluvias, pero necesitamos diversificarnos hacia más prácticas de agricultura por riego, si queremos alcanzar la seguridad alimentaria en el país”, comenta Chawinga.

Siete de cada diez hogares en Malaui acaban con sus alimentos antes de que finalice la época de cosecha, principalmente por las sequías y las inundaciones, según Chawinga, “Por eso es importante que el país maximice los métodos de cultivo, incluso en la época seca, y evite los efectos de la sequía o las inundaciones, que destruyen las cosechas”, añade.

El programa de irrigación, que comenzó en enero, ya está dando señales de éxito y está animando a la diversificación de cultivos en un país altamente dependiente del maíz, el único alimento básico. Chandanga, por ejemplo, ahora cultiva patatas, alubias y arroz como suplemento a su cosecha de maíz.

Masuzgo Jere, una mujer que cultiva una pequeña parcela tierra de riego, dice que ya ha cosechado maíz suficiente para alimentar este año a su familia de cinco miembros. Espera que su tierra produzca más cosechas en dos temporadas más de riego, antes de abril del año que viene, cuando todo el país cosecha el maíz de los cultivos dependientes de las lluvias. “No sólo me apaño para mantener a mi familia, es que además puedo vender el excedente de mis cosechas. Mi familia es considerada ahora como acomodada por los miembros de nuestra comunidad”, asegura Jere.

Los agricultores involucrados en el proyecto de irrigación reciben bombas a pedal y tuberías de agua para bombear el agua desde los canales, presas, ríos y arroyos más cercanos a ellos. También se les enseñan técnicas de gestión del agua, desarrollo de agro-empresas, promoción de la reforestación y conservación de las fuentes naturales.

“no dejamos fuera de todo esto a nuestros hijos, también estamos desarrollando centros de aprendizaje con huertos en las escuelas primarias. Esto forma parte de sus clases de agricultura y asegurará la sostenibilidad del proyecto, ya que los niños adquirirán conocimientos sobre agricultura de riego”, cuenta Jere.

El programa de irrigación fue lanzado tras un ejercicio de evaluación de pobreza rural que llevó a cabo la FAO, en mayo de 2007. La evaluación destacó la baja productividad de las cosechas y los bajos niveles de ingresos en los hogares rurales, que se atribuía a la falta de oportunidades de riego, a las lluvias imprevisibles y a las sequías.

Según el Gobierno de Malaui, se están regando sólo 72.000 hectáreas de las 400.000 que se pueden regar. Sin embargo, el Presidente Bingu wa Mutharika, que además es Ministro de Agricultura, ha declarado en una rueda de prensa, en agosto, que el Gobierno está creando un “cinturón verde” por todo el lago Malaui, con redes de riego por todos los bancos del lago.

El lago Malaui, un lago de agua dulce, es el noveno lago más grande del mundo. Fluye por las tres regiones del país y se espera que el Gobierno ayude a los agricultores pequeños a establecer una red de sistemas de irrigación.

El ministerio de riego y desarrollo del agua, ha recibido un aumento de presupuesto del 50 %, hasta 55 millones de dólares en el presupuesto de 2008-2009. “Estos fondos serán utilizados en el programa de desarrollo del Ministerio, que es considerado crucial para la seguridad alimentaria. Este año el ministerio espera construir cerca de 16 presas de tierra además de las 20 que ya ha construido”, aseguró el Ministro de Finanzas, Goodall Gondwe, al presentar el presupuesto.

El ministerio de Agricultura ha indicado que se espera que el país produzca hasta 300.000 toneladas de maíz de los sistemas de riego, para noviembre. Las primeras lluvias, normalmente llegan entre noviembre y diciembre.

(Mail & Guardian, Suráfrica, 17-09-08)

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