Las guerras civiles, (Sudan norte y sur, Etiopía, etc.), los conflictos con los yihadistas (Burkina Faso, Malí, Níger,etc.), la lucha con los grupos armados (M23) y sus aliados poderosos, las invasiones de países (Ukrania, Palestina, etc.), jamás alcanzarán una solución por las armas. Solo el diálogo y el acuerdo pueden llevarnos a la transformación de conflictos, a la reconciliación y a la paz.
Sin embargo, casi todos los gobiernos, que tanto hablan de derechos humanos y de cuidar nuestro planeta, aumentan el gasto militar cada día. La razón fundamental de esta locura, es que lo que más nos interesa no es el ser humano y su vida digna, sino el poder y el control de los recursos.
Más de dos millones de burkineses han sido desarraigados por la violencia en los últimos años y decenas de ciudades están sitiadas. Un líder comunitario de Djibo nos informa:
“La vida solía ser hermosa en Djibo, la ciudad del norte de Burkina Faso donde vivo desde los años 80. No había problemas entre comunidades, los forasteros eran bienvenidos y con sólo un poco de esfuerzo y trabajo se podía tener suficiente para vivir. Ya no. Durante los últimos dos años, los 300.000 residentes de Djibo se han enfrentado a un asedio devastador por parte de combatientes yihadistas. No podemos cultivar, no podemos criar nuestro ganado y no podemos comerciar. La educación se ha vuelto imposible y todos nuestros hábitos diarios han tenido que cambiar […] En un momento dado, se decidió que destacados líderes comunitarios irían a hablar con los yihadistas. Un equipo partió para las negociaciones y como resultado se levantó temporalmente el bloqueo. Pero un golpe de Estado llevó al poder a un nuevo gobierno y nuestros soldados gobernantes ya no apoyan las negociaciones. Escribo esto para alentar al Estado a apoyar a quienes participan en conversaciones. Si no intentamos entendernos unos a otros, ¿cómo podemos hacer las paces? El gobierno debe proteger a los líderes locales que trabajan por el bien común, ofreciéndoles apoyo financiero y material”.
Es la población civil, la que más sufre.
Decenas de ciudades en Burkina Faso están sitiadas por yihadistas, que han estado luchando contra el gobierno desde 2016. Djibo se ha convertido en un símbolo del sufrimiento civil debido al tamaño de su población y la duración del bloqueo. La población de esta localidad carece de alimentos. Los pastores no tienen dónde pastar sus rebaños porque todo está bloqueado. Los agricultores tampoco pueden salir a cultivar.
Un informante, al que no nombramos por razones de seguridad nos comenta:
“Se imponen dos bloqueos. Mientras los combatientes impiden que los suministros lleguen a Djibo, el ejército nos impide comprar cosas dentro de la ciudad y luego llevarlas a las zonas rurales donde operan los yihadistas. En términos más generales, todos sabemos que son nuestras fuerzas de seguridad las que cometen más asesinatos que los yihadistas. Así que el mensaje que me gustaría enviar al gobierno y a las fuerzas de defensa y seguridad es el de promover la tolerancia en el país y pedir disculpas por las violaciones que han cometido. También creo que es muy importante que se reanuden las negociaciones. Desde hace un tiempo, los líderes comunitarios han dejado de realizar estos diálogos, porque han entendido que las autoridades actuales no están a favor de ellos. El Estado debería apoyar a los mediadores locales y también iniciar su propio diálogo, utilizándonos como intermediarios. Los líderes comunitarios podrían ir a ver a la gente en el monte en nombre del Estado y solicitar que los yihadistas se reúnan con las autoridades. Si lo logramos, la vida en Djibo podría volver a ser hermosa. Diferentes comunidades podrían volver a convivir, comer, beber y hablar juntas sin ningún problema. Ese es el Djibo que conozco”.
CIDAF-UCM
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