Los conflictos solo se pueden resolver con la negociación

25/03/2024 | Crónicas y reportajes, Editorial

 

Las guerras civiles, (Sudan norte y sur, Etiopía, etc.), los conflictos con los yihadistas (Burkina Faso, Malí, Níger,etc.), la lucha con los grupos armados (M23) y sus aliados poderosos, las invasiones de países (Ukrania, Palestina, etc.), jamás alcanzarán una solución por las armas. Solo el diálogo y el acuerdo pueden llevarnos a la transformación de conflictos, a la reconciliación y a la paz.

Sin embargo, casi todos los gobiernos, que tanto hablan de derechos humanos y de cuidar nuestro planeta, aumentan el gasto militar cada día. La razón fundamental de esta locura, es que lo que más nos interesa no es el ser humano y su vida digna, sino el poder y el control de los recursos.

Más de dos millones de burkineses han sido desarraigados por la violencia en los últimos años y decenas de ciudades están sitiadas. Un líder comunitario de Djibo nos informa:

“La vida solía ser hermosa en Djibo, la ciudad del norte de Burkina Faso donde vivo desde los años 80. No había problemas entre comunidades, los forasteros eran bienvenidos y con sólo un poco de esfuerzo y trabajo se podía tener suficiente para vivir. Ya no. Durante los últimos dos años, los 300.000 residentes de Djibo se han enfrentado a un asedio devastador por parte de combatientes yihadistas. No podemos cultivar, no podemos criar nuestro ganado y no podemos comerciar. La educación se ha vuelto imposible y todos nuestros hábitos diarios han tenido que cambiar […] En un momento dado, se decidió que destacados líderes comunitarios irían a hablar con los yihadistas. Un equipo partió para las negociaciones y como resultado se levantó temporalmente el bloqueo. Pero un golpe de Estado llevó al poder a un nuevo gobierno y nuestros soldados gobernantes ya no apoyan las negociaciones. Escribo esto para alentar al Estado a apoyar a quienes participan en conversaciones. Si no intentamos entendernos unos a otros, ¿cómo podemos hacer las paces? El gobierno debe proteger a los líderes locales que trabajan por el bien común, ofreciéndoles apoyo financiero y material”.

Es la población civil, la que más sufre.

Decenas de ciudades en Burkina Faso están sitiadas por yihadistas, que han estado luchando contra el gobierno desde 2016. Djibo se ha convertido en un símbolo del sufrimiento civil debido al tamaño de su población y la duración del bloqueo. La población de esta localidad carece de alimentos. Los pastores no tienen dónde pastar sus rebaños porque todo está bloqueado. Los agricultores tampoco pueden salir a cultivar.

Un informante, al que no nombramos por razones de seguridad nos comenta:

Se imponen dos bloqueos. Mientras los combatientes impiden que los suministros lleguen a Djibo, el ejército nos impide comprar cosas dentro de la ciudad y luego llevarlas a las zonas rurales donde operan los yihadistas. En términos más generales, todos sabemos que son nuestras fuerzas de seguridad las que cometen más asesinatos que los yihadistas. Así que el mensaje que me gustaría enviar al gobierno y a las fuerzas de defensa y seguridad es el de promover la tolerancia en el país y pedir disculpas por las violaciones que han cometido. También creo que es muy importante que se reanuden las negociaciones. Desde hace un tiempo, los líderes comunitarios han dejado de realizar estos diálogos, porque han entendido que las autoridades actuales no están a favor de ellos. El Estado debería apoyar a los mediadores locales y también iniciar su propio diálogo, utilizándonos como intermediarios. Los líderes comunitarios podrían ir a ver a la gente en el monte en nombre del Estado y solicitar que los yihadistas se reúnan con las autoridades. Si lo logramos, la vida en Djibo podría volver a ser hermosa. Diferentes comunidades podrían volver a convivir, comer, beber y hablar juntas sin ningún problema. Ese es el Djibo que conozco”.

CIDAF-UCM

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Autor

  • Bustince Sola, Lázaro

    Nacido en Izco (Navarra), en 1942, estudió filosofía en Pamplona (1961-1964). Hizo el noviciado en Gap – Grenoble (1964-1965), con los Misioneros de África (Padres Blancos). Estudió Teología en el instituto M.I.L. de Londres, (1965-1969), siendo ordenado sacerdote en Logroño, en los Padres Blancos en 1969.

    Comenzó su actividad misionera en África en 1969, siendo enviado a la diócesis de Hoima en Uganda, donde estuvo trabajando en la educación, desarrollo y formación de líderes durante nueve años. Luego vivió un periodo de trece años en diversas ciudades europeas, trabajando en la educación y capacitación de los jóvenes (Barcelona 1979-1983)) , en Irlanda como responsable de la formación de los candidatos polacos (1983-1985), y en Polonia donde fue Rector del Primer Ciclo de Filosofía Polaco (1985-1991), y se doctoró en Teología espiritual en Lublin, donde fue nombrado profesor de la misma Universidad Católica de Lublin (KUL), de dicha ciudad, en 1991.

    Regresó a Uganda en 1992, y fue elegido Provincial de los padres Blancos de Uganda hasta 1999. Durante este periodo, fue también presidente de la Asociación de Religiosas-os en Uganda (ARU), y pionero en la construcción del Centro Nacional de Formación Continua (USFC). Además inició la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) en 1994, trabajando en la formación de líderes en JPIC.

    En 2000 y 2004 cursó estudios sobre educación en Justicia, Paz, y Transformación de Conflictos, en Dublín. Desde su regreso a Uganda, fue pionero en la capacitación de agentes sociales en JPIC, y en el establecimiento del primer Consorcio de Educación Ética (JPIIJPC), lanzado por seis Congregaciones Misioneras, en 2006. Desde el inicio, y hasta junio 2011, ostentó el cargo de primer Director del Instituto. Al mismo tiempo fue profesor invitado de Ética en la Universidad de los Mártires de Uganda (UMU).

    En septiembre de 2011 fue nombrado director general de África Fundación Sur (AFS), organismo que dejó de existir en 2021. En la actualidad sigue trabajando por África al 100 % siendo, entre otras ocupaciones, editorialista en el CIDAF-UCM.

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