El caballo de Troya fue una construcción con forma de enorme caballo de madera que se menciona en la historia de la guerra de Troya y que según este relato fue usado por los aqueos del rey Ulises como una estrategia para introducirse en la ciudad fortificada de Troya.
Según la leyenda, los griegos que estaban sitiando a Troya hicieron como si se estuvieran replegando y dejaron atrás un caballo de madera con soldados escondidos en su interior. Los habitantes de Troya aceptaron el caballo como regalo y lo trasladaron intramuros, exponiéndose a los astutos invasores.
Los caballos de Troya de hoy se esconden en “estrategias nuevas y más sofisticadas”, como la tecnología digital, inteligencia artificial, drones bélicos, control de datos, de yacimientos minerales y recursos vitales para acaparar y dominar los mercados más productivos, contralando así los gobiernos y los pueblos que permiten este cruel saqueo.
El problema no son los medios digitales o la tecnología, sino el uso que hacemos de recursos tan poderosos.
¿Por qué casi todos los gobiernos del globo, aumentan injustamente los presupuestos militares dejando al margen los presupuestos de educación, sanidad y creación de empleo? ¿Por qué, permitimos a unos pocos empresarios acaparar exorbitadas riquezas y lujos, privando en el proceso a la gran mayoría social de los medios necesarios para una vida más digna?
Los empresarios poderosos no podrían seguir abusando de su capital y control de medios sin la complicidad de los gobernantes de las naciones. Y los gobiernos de cada país no podrían disponer de los recursos disponibles en la nación a su capricho y beneficio personal si nosotros, los pueblos de cada sociedad, no se lo permitiéramos.
Esta exigencia de una gobernanza más justa, democrática, ética y sostenible es nuestra responsabilidad, que todavía no la tomamos suficientemente en serio.
Como nos muestra la historia mítica del caballo de Troya, tener buenas habilidades es mucho más poderoso que tener fuerza. Tu fuerza es inútil a largo plazo si no tienes la habilidad adecuada, la motivación justa y la cooperación necesaria. Y estos valores y habilidades están del lado de los pueblos, aunque por ahora estén oprimidos.
CIDAF-UCM