Las peligrosas Identidades políticas de Túnez

8/02/2013 | Opinión

¿Qué rebelan los ataques en todo el país a santuarios a cerca de las verdaderas identidades políticas en Túnez?

Los incrementos de los ataques a las representaciones de santos (awliya) y santuarios (zawaya) en norte y sur de Túnez, pintadas y quemando más de 30 lugares hasta la fecha, culmino en la quema del santuario de Sidi Bou Said´s en vísperas del segundo aniversario de la revolución del 14 de enero que derribó a Zine El Abidine Ben Ali.

El ataque al santuario de al-Beji, conocido como “el Capitán de los Mares” (Rais Labhar) por su “legendaria” protección a los barcos y navegantes desde el siglo XIII, tocó un nervio en todo el país. El Presidente Moncef Marzouki, el líder del partido al Nahda, Rachid Ghannouchi, antiguo ministro Caid el Sebsi, y el ministro de Cultura Mehdi Mabrouk llegaron allí rápidamente en menos de 24 horas. Y también los furiosos residentes locales quienes los recibieron con el famoso slogan “degage” (fuera de aquí), o con un insípido aplauso.

El incidente trajo a la cabeza una “identidad política sustituta” entre Wahabismo y la instaurada identidad local que defiende los iconos tanto en terreno sagrado o por su importancia estética, histórica y social para Túnez.

Este enfrentamiento entre Sidi Bou Said versus Mohamed ibn Abd al-Wahhab (pone en foco) y extiende el largo periodo de conflicto Wahabismo vs. Zayto una que comenzó en la primera parte del siglo XIX cuando los sabios de Zaytouna escribieron su famosa respuesta para desacreditar Wahabismo “al-minah al-ilahiya fi tams al-dhalala al-wahabiyya” (El don de Dios barriendo la desviación de Wahabí). En esto, ellos defienden específicamente la legitimidad de los santuarios, los ritos funerales y sacrificios.

Esta disputa ha sido reforzada y ha tomado un nuevo significado. Pero ¿cuáles de esas identidades tienen que ver con las causas y los objetivos de la revolución? ¿Qué es lo que las alimenta y cuáles son los medios? ¿Y pueden ellas tener suficiente fuerza para echar raíces en Túnez?

El Proyecto Islamista

Es importante hacer resaltar desde el principio que expresiones de identidad, tanto étnica como religiosa, fueron una de las víctimas del régimen de Ben Ali. Es igualmente importante resaltar que la represión de identidad puede haber alimentado el clima de descontento pero no llegara hasta generar el movimiento revolucionario, no motivó la caída del dictador.

Sin embargo, hace dos años, para tomar como ejemplo el borrador de la constitución de diciembre de 2012 como base de debate y negociaciones, ha quedado claro que se han llevado a cabo intentos concertados para codificar y hacer permanente una refundación de identidad en Túnez con un claro acento islamista.

En efecto, animados por la victoria de las urnas y un repentino rebrote de cultura religiosa- vestido; barbas; sermones públicos; espectaculares reuniones comunales de oración en estadios y playas; reuniones colosales, como la que se hizo en la histórica mezquita de Qayrawan; una llegada de predicadores de Arabia del Este y el Golfo; una explosión de venta de libros religiosos, para nombrar algunos signos- al-Nahda y otros grupos-tales como Hizb Tahrir y Ansar al-Sharia, han entrado en la escena pública comportándose sin ninguna clase de título.

Esto naturalmente se entiende a la luz de la represión a la que se habían visto sujetos, la simpatía pública de las que alegremente gozaban, y el estrecho grupo de solidaridad que ellos habían creado después de décadas de aislamiento y propósito común. Este sentimiento de importancia fue también ampliado por el reconocimiento internacional, que tomó forma dando posiciones importantes a los Islamistas en misiones extranjeras, apariciones en los medios de comunicación, y negociaciones a nivel nacional entre otras.

Durante este momento de la revolución, hubo algo que se pudo llamar como una continuidad islamista, en donde figuras islamistas, partidos, asociaciones de redes informales actuaron como una y se ayudaron unas a otras. Fue muy interesante resaltar, por ejemplo, que el predicador egipcio Wajdi Ghunaym, invitado por asociaciones cercanas a Ansar al-Shariá fue bien recibido y hospedado por la universidad Zaytaouna y Abdelfattah Morou, una figura fundadora de al-Nahda y de un estilo moderado.

La razón de ello era que el proyecto islamista tenía un objetivo compartido, esperando la re-islamización de la sociedad que ella creía se había perdido por décadas de gobierno secular y cultural. Esta percepción que los lideraba consistía en que el “alma” de Túnez iba, gracias a la revolución, a ser capaz de redención. Desde poner en marcha guarderías religiosas y asociaciones Coránicas, tomando en mano las mezquitas y una intensa presencia en las ondas de radio, la religiosidad y la necesidad de recuperarla llego a ser el motor compartido por todas las tendencias islamistas.

Sin embargo al-Nahda, siendo el grupo mayoritario y el líder del bloque en el gobierno, a menudo se encontró expuesto y embarazoso. Después de un número de incidentes, la mayoría alrededor los límites de libertad impuestos a los Medios y los artistas- tales como la protesta vocal y violenta contra la película Persépolis en una cadena privada de TV y la exhibición de arte de Abdellia-el ataque mortal contra la embajada de Túnez de los US en septiembre 2012 mostro la incapacidad de al-Nahda de dar seguridad a sus nuevos aliados locales e internacionales y apaciguar al mismo tiempo a los Salafistas.

El incidente metió al Gobierno en aguas calientes con la oposición local y los que la apoyaban en América y Europa. Más problemas embarazosos iban a llegar más tarde.

En octubre de 2012, un video que se coló mostrando a Ghannouchi, el presidente de partido, conversando con los líderes Salafistas pareció revelar un lado del líder que muchos habían temido todo el tiempo. Se ha utilizado por la oposición al-Nahda para mostrar como los Salafistas fueron parte de esta estrategia de partido, y para sugerir que los dos movimientos estaban de acuerdo en el objetivo de Islamizar el país de Túnez, y sus instituciones tales como el ejército, la policía y los medios de comunicación.

Ghannouchi dice en el video. “los secularistas siguen controlando la economía, los medios y la administración…el ejército y la policía tampoco están garantizados”. Entonces aconseja a los líderes Salafís “utilizar las asociaciones populares, establecer las escuelas coránicas en todas partes y utilizar a predicadores religiosos porque la gente es ignorante del Islam”.

Varios intentos para desacreditar el video y difuminar la crisis no consiguieron disipar la creciente desconfianza.

La compartida herencia Árabe-Islamista de Túnez

Dos años después de la revuelta, al-Nahda está dividido entre identidades políticas y política simplemente, como no lo ha sido nunca. Es conduciendo ambas en la práctica lo que ella no consigue manejar. Un número de concesiones fueron necesarias, la más espectacular de ellas ha sido en el tema de la Sharia, que ya no figura en el primer artículo del borrador de la Constitución. Otra fue el arresto de varios activistas Salafistas.

La razón detrás de la inhabilidad de los islamistas para poder dominar totalmente el tema es múltiple. En realidad, distinta al hecho de que los islamistas de todos los colores, siguen siendo una pequeña minoría, existen otros factores que valen la pena mencionar aquí.

Incluso entre activistas seculares e intelectuales, quedan una proporción muy grande que fielmente promocionan la tradición Árabe-Islamista. Uno se encontraría en un aprieto intentando encontrar una excepción a esto y la explicación de ello es un fenómeno complejo. Sus mayores elementos sin embargo se encuentran en el sistema educativo, puesto en marcha por los consejeros más cercanos del antiguo presidente Habib Bourguiba, particularmente el fallecido escritor humanista Mahmoud al-Mas´adi, que no abandona su pasado, enseñándolo junto con una educación humanista y culturas y lenguas extranjeras. El universal, libre y obligatorio carácter de la educación contribuyo a la homogenización de una sociedad que ya era harmoniosa.

La elite nacionalista de Bourguiba, incluyéndolo a él, está enraizada en la tradición Arabo-Islamista y en la construcción local del Islam a su manera: Bourguiba era bilingüe y sus conocimientos del árabe podían rivalizar con cualquier especialista musulmán de su tiempo, sin mencionar a al-Mas´adi y al montón de especialistas nacionalistas como Tahar Haddah y Fadhel Ben Achour. Esta educación bilingüe, enraizada en el proyecto del siglo XIX y liderada por Khayreddine Paha al Tunisi y otros, aseguro que la elite nacionalista estuviera fuertemente enraizada en la tradición Arabe-Islamico.

Este fue también el caso en conexión con la oposición a Bourghiba en la figura de las izquierdas y los nacionalistas árabes. Aparte de los Youssefistas, que eran pro-arabistas y con una gran orientación Naserista (Naser), el temprano Movimiento Perspectiva (Harakat Afaq), que daría lugar al nacimiento del movimiento izquierdista actual, fue claramente nacido del humanismo de la cultura Bourguibista y del humanismo global dominante de su tiempo. Incluso el antiguo líder del partido comunista obrero de Túnez, Hamma Hammami es un especialista en civilización Islámica; y también lo es el educado iraquí Chokri Belaid y muchos otros. Por esta razón, no es raro encontrar mujeres con velo y musulmanes practicantes en los mandos de los partidos de izquierda.

Un tercer hilo ha sido las figuras lideradas por especialistas de Islam (Abdelmajid Charfi, Hichem Djaiet, Mohamed Talbi), y cuyos estudiantes pueden encontrarse a todo lo largo y ancho del campo académico, algunos ganando fama de ídolos, otros líderes espectadores, para hablar de una “Túnez” reformada al Islam. Esta línea incluye varias mujeres importantes, como Olfa Youssef, Amel Grami, Latifa Lakhdhar, que utilizan nuevos paradigmas teóricos y de metodología, desde la antropología y el discurso, el análisis y feminismo al psicoanálisis para el estudio del Islam, Ellas son ahora figuras líderes en la tradicional y nueva Media y en la sociedad civil, la mayoría oponiéndose contra “el proyecto Islamista”.

A nivel popular, dos cosas continúan: no respeto, sino auténtica veneración, por los santos y santuarios y la práctica de un Islam transmitida de generación a generación, conocido esquemáticamente como Islam Maliki. Cada una de estos temas merecería un comentario más profundo, pero aquí simplemente vale la pena reconocer el valor de cómo esta parte de la identidad del Islam en Túnez aguanta en la competitiva política de identidades que existen hoy.

Al nivel socio económico, la gente comienza a realizar que identidades políticas por sí mismas no dan trabajo o pan diario. Las economías asociadas con ello-especialmente en el área tímida bancaria, prestamos de países islámicos y las inversiones del Golfo – no han comenzado aún, y fue pronto asociado en la mente de una mayoría de la clase política con nuevas formas de dominación, muy fuertemente atada al más extenso proyecto de re-islamización mencionado arriba. Esto sin mencionar el hecho que ha sido discutido, desde el interior del Gobierno mismo, que prestamos de Qatar por ejemplo, eran menos favorables que los ofrecidos por Japón y el Banco Mundial.

Un descorazonador falta de empleo, la subida de precios y la presión para pagar ajustes, sin mencionar la compensación a los mártires, heridos y miles de antiguos prisioneros políticos, están fuera del alcance que las identidades políticas pueden atender u ocultar. Esta es una de las mayores razones de porque la unión de trabajadores nacional (UGTT) y los partidos de izquierdas, tales como el Frente Popular (al-Jabha al-Sha´abiyya) y al-Masar, y los activistas de base para los derechos económicos y sociales han conseguido encender las protestas que aún continúan.


Trabajo, libertad y dignidad

La situación actual en Túnez muestra que las identidades políticas, aunque apoyadas por identidades económicas, son un negocio peligroso en este momento de la revolución. De hecho, puede llegar a ser el final del Islam como se conoce en ese país. Este final incluiría la posibilidad real de una radicalización mayor y sus violentas consecuencias, signos que han sido demasiado obvios ignorar. Tanto los ataques a santuarios, tentativas de insertar la Sharia en la Constitución, amenazando las prácticas artísticas y seculares, y las violentas respuestas, los islamistas han intentado arrastrar a sus oponentes al terreno que mejor conocen: las identidades políticas.

Si hay algún sentido detrás de las acusaciones de “secuestro” o de “robo” de la revolución, esto es lo que seria. Consiste en desplazar del terreno, cambiando los slogans e inventando una narrativa. Las Identidades Políticas y sus ayudantes económicos no son acordes con la revolución y son por tanto semillas para más agitación y continua protesta. La revolución tunecina caerá o tendrá éxito dependiendo de cómo los tunecinos puedan manejar esta batalla y quedarse en los cimientos originales de la revolución: trabajo, libertad y dignidad. Lo que sea aún está en la balanza.

Por Mohamed – Salah Omri

Publicado en Think Africa Press el 29 de enero de 2013

Traducido por Amparo Cuesta, de Fundación Sur.

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