Rueda de prensa a tres: Francisco, Justin Welby e Ian Greenshields, los ‘tres mosqueteros de la paz’ que viajaron junto a Sudán del Sur, regresaron en el mismo avión hasta Roma. Católicos, anglicanos y presbiterianos quisieron, también, ofrecer sus impresiones en conjunto, en un gesto inédito hasta la fecha.
El vuelo del Papa llegó a Fiumicino a las 16,49 horas, con casi media hora de adelanto sobre el horario previsto. Durante una hora, Francisco tocó todos los temas de actualidad, desde sus supuestos desencuentros con Ratzinger, que calificó de «cuentos chinos» (insinuando que podría nombrarlo Padre de la Iglesia), a la última polémica a cuenta de sus palabras sobre la homosexualidad, el pecado y el delito, pasando por su labor de negociación entre Putin y Zelenski: «Estoy abierto a reunirme con ambos presidentes, el de Ucrania y el de Rusia«, volvió a afirmar el Papa. En cuanto a los viajes, Francisco anunció que visitará Lisboa, Marsella y, posiblemente, Mongolia a lo largo de este año, y dejará India para 2024. Hay Papa para rato. «Ya se sabe que mala hierba nunca muere«, bromeó.
Sobre el viaje, Francisco señaló que “vi en el Congo muchas ganas de avanzar, mucha cultura”, pese a los ataques sufridos. “Tienen tantas riquezas naturales que atraen a la gente a venir a explotar el Congo, perdón por la palabra. Existe esta idea: África debe ser explotada”, denunció, subrayando que “hay que quitar la idea de que África hay que explotarla (…). El Congo tiene tantas posibilidades”.
Por su parte, el arzobispo de Canterbury incidió en que “Congo no es el patio de recreo de las grandes potencias, todo por las ganancias de las pequeñas empresas mineras, que actúan de forma irresponsable con la minería artesanal, el uso de niños soldados, los secuestros, las violaciones a gran escala, y simplemente están expoliando el país, que debería ser uno de los más ricos sobre la faz de la tierra, capaz de ayudar al resto de África”.
“El país ha sido torturado, se le ha dado independencia política técnicamente, pero no independencia económica”, lamentó Welby, mientras que Greenshields insistió en que “para promover el desarrollo, hay que reconocer los derechos de las mujeres y, en particular, de las jóvenes”.
“La violencia es un tema cotidiano”, admitió Bergoglio denunciando cómo “la venta de armas es la mayor plaga del mundo”. “Y no sólo entre las grandes potencias. Incluso a estos pobres… les siembran la guerra. Es cruel. Les dicen: «¡A la guerra!» y les dan armas. Porque detrás hay intereses económicos para explotar la tierra, los minerales, la riqueza”, recalcó.
“Esto es diabólico, no se me ocurre otra palabra”, clamó el Papa. “En algunos países se recluta a chicos jóvenes para que formen parte de la milicia y luchen con otros chicos jóvenes”.
Al ser preguntado sobre las oportunidades de paz en Ucrania, ahora que se cumple un año de la invasión de Rusia, el Papa fue rotundo: “Estoy abierto a reunirme con ambos presidentes, el de Ucrania y el de Rusia (…). Si no fui a Kiyv es porque en aquel momento no era posible ir a Moscú, pero estaba dialogando, de hecho el segundo día de la guerra fui a la embajada rusa a decir que quería ir a Moscú a hablar con Putin, siempre que hubiera una pequeña ventana para negociar”.
“Hoy estamos en este punto, pero no es la única guerra, quisiera hacer justicia«, recordó el papa, «desde hace doce o trece años Siria está en guerra, desde hace más de diez años Yemen está en guerra; pensemos en Myanmar, en los pobres rohingya que viajan por el mundo porque han sido expulsados de su patria. En todas partes, en América Latina, ¡cuántos focos de guerra hay! Sí, hay guerras más importantes por el ruido que hacen, pero, no sé, el mundo entero está en guerra, y en autodestrucción”.
“Tenemos que pensar seriamente: está en autodestrucción. Detengámonos a tiempo, porque una bomba te devuelve otra más grande y otra más grande y en la escalada no sabes dónde acabarás”, rogó, volviendo a reivindicar “la fuerza de la mujer”. “Debemos tomarla en serio y no utilizarla como anuncio de maquillaje: por favor, esto es un insulto a la mujer, ¡la mujer está para cosas mayores!”.
Durante el vuelo, Francisco volvió a aclarar su polémica expresión sobre la homosexualidad en una reciente entrevista. “La criminalización de la homosexualidad es una cuestión que no debe dejarse pasar. Más o menos, cincuenta países, de una manera u otra, llevan a cabo esta criminalización, e incluso algunos de estos – creo que son diez, tienen la pena de muerte (para los homosexuales) – esto no está bien, las personas con tendencias homosexuales son hijos de Dios, Dios los ama, Dios los acompaña”.
“Condenar a una persona así es un pecado, criminalizar a las personas con tendencias homosexuales es una injusticia. No hablo de grupos, sino de personas. Algunos dicen: hacen grupos que hacen ruido, yo hablo de personas, otra cosa son los lobbies, yo hablo de personas. Y creo que el Catecismo de la Iglesia Católica dice: no deben ser marginados”, concluyó.
Un mes después de la muerte de Benedicto XVI, Francisco subrayó que “pude hablar de todo con el Papa Benedicto. Incluso, para cambiar su opinión. Siempre estaba a mi lado, apoyándome, y si tenía alguna dificultad, me lo decía y hablábamos. No hubo problemas”.
“Una vez hablé sobre el matrimonio de personas homosexuales, sobre el hecho de que el matrimonio es un sacramento y que no podemos hacer un sacramento, pero que hay una posibilidad de asegurar la propiedad a través del derecho civil”, confesó el Papa, quien añadió que, entonces, “una persona que se cree un gran teólogo, a través de un amigo del Papa Benedicto, acudió a él y presentó la denuncia contra mí. Benedicto no se asustó, llamó a cuatro cardenales teólogos de primera fila y les dijo: explíquenme esto y me lo explicaron. Y así terminó la historia”.
“Algunas de las historias que se cuentan, de que Benedicto estaba amargado por lo que hizo el nuevo Papa, son cuentos chinos”, incidió, con crudeza, Bergoglio, quien denunció que “la muerte de Benedicto ha sido instrumentalizada por personas que quieren llevar agua a su propio molino. Y los que instrumentalizan a una persona tan buena, tan de Dios, casi diría un Santo Padre de la Iglesia, diría que son gente sin ética, son gente de partido, no de la Iglesia”. “Quería decir claramente quién era el papa Benedicto, no era una persona amargada”, concluyó.
Sobre futuros viajes, Francisco apuntó a la posibilidad de viajar a India el año que viene. “Voy a Marsella el 29 de septiembre, y existe la posibilidad de que vuele a Mongolia desde Marsella, pero aún no es definitivo, es posible”. También, Lisboa. ¿Por qué estos países? “Elegí visitar los países más pequeños de Europa. Me dirán: ‘Pero tú fuiste a Francia’, no, fui a Estrasburgo; iré a Marsella, no a Francia. El más pequeño, el más pequeño”, para “intentar no caer en la globalización de la indiferencia”. Sobre su salud, bromeó: “Ya se sabe que la mala hierba nunca muere. No estoy como al principio del pontificado, esta rodilla molesta, pero va despacio, luego ya veremos”.
* Texto basado en la rueda de prensa del papa sobre el tráfico de armas.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]