Un informe de la UNESCO analiza la eficacia del uso de herramientas digitales en las escuelas. El documento establece que deben utilizarse para promover la calidad del aprendizaje, en colaboración con los educadores locales de cada región.
Los investigadores señalan que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) no son tan nuevas. Se han utilizado en educación durante un siglo y se remonta al uso de la radio en la década de 1920. En Nigeria, por ejemplo, la instrucción por radio combinada con medios impresos y audiovisuales se ha utilizado desde el decenio de 1990, llegando a casi el 80 % de las poblaciones nómadas y mejorando sus conocimientos de alfabetización, aritmética y habilidades para la vida.
Carecemos de datos fiables para una evaluación general. Según fabricantes y empresas privadas, como Telefónica y algunos bancos, el entusiasmo está a la orden del día; Los especialistas de la UNESCO son más cautelosos con esos datos.
Sin embargo, en muchas regiones de África ha surgido un sector de tecnología educativa que se centra sucesivamente en el desarrollo, la difusión de contenidos educativos, sistemas de gestión del aprendizaje, aplicaciones lingüísticas, realidad virtual y aumentada, tutorías personalizadas y pruebas de conocimientos. Por ejemplo, los programas de educación a distancia han promovido el aprendizaje docente en Sudáfrica con buenos resultados, siempre que los medios digitales estén disponibles.
Más recientemente, los avances en inteligencia artificial han aumentado el poder de las herramientas tecnológicas educativas, lo que ha llevado a soñar que la tecnología podría incluso reemplazar la interacción humana en la educación.
Durante los últimos 20 años, las herramientas tecnológicas digitales se han desarrollado a gran velocidad. El número de estudiantes matriculados en cursos en línea abiertos a todos ha aumentado de 0 en 2012 a al menos 220 millones en 2021.
La adopción de tecnologías digitales ha provocado muchos cambios en la educación y el aprendizaje, formando parte de las habilidades básicas en los países más ricos. Esto aumenta las desigualdades con países donde dicho aprendizaje es embrionario.
El período de la pandemia de la covid-19 puede verse como un experimento natural en el que el aprendizaje se volvió digital de la noche a la mañana en todos los sistemas educativos. Durante la crisis de Boko Haram en Nigeria, el programa Aprendizaje mejorado por tecnología para todos utilizó teléfonos móviles y radios para garantizar la continuidad del aprendizaje de 22.000 niños desfavorecidos, lo que dio como resultado una mejora documentada en las habilidades de alfabetización y aritmética.
“Los cambios resultantes del uso de las tecnologías digitales son graduales, desiguales y mayores en algunos contextos que en otros”, informa la UNESCO, “El uso de la tecnología no es universal y no está por llegar a serlo”. Señala en particular las dificultades del África subsahariana para lograr el acceso universal a la electricidad y a Internet.
Es más, la evidencia sobre su impacto es contradictoria: ciertos tipos de tecnología parecen ser eficaces para mejorar ciertos tipos de aprendizaje. Los costos a corto y largo plazo del uso de tecnologías digitales parecen estar muy subestimados. Las poblaciones más desfavorecidas generalmente no tienen la oportunidad de beneficiarse de estas tecnologías.
En los países de bajos ingresos, gastar en tecnología en lugar de en aulas, maestros y libros de texto para los niños que carecen de ellos hace que sea más difícil alcanzar el objetivo de una educación inclusiva y equitativa para todos consagrado en el ODS 4 de las Naciones Unidas, advierte la UNESCO.
La definición de objetivos y principios claros es necesaria para garantizar que el uso de la tecnología sea beneficioso y no perjudicial. Entre los aspectos negativos, incluso dañinos, de las tecnologías digitales, la UNESCO señala el riesgo de distracción y la ausencia de contacto humano. La organización continúa sugiriendo que los teléfonos móviles deberían prohibirse en las escuelas.
Lo más relevante en cualquier proyecto educativo, junto con los métodos y medios adecuados, es el objetivo y el contenido de los programas educativos.
¿Buscamos el desarrollo humano, solidario e integral de los jóvenes? ¿Educamos para la convivencia y la cooperación con todos, o solamente para el desarrollo científico y tecnológico? ¿Promovemos solamente un conocimiento académico o incluimos además los valores humanos y éticos, esenciales para la convivencia de toda comunidad y para una sociedad que busque la paz y el desarrollo sostenible?
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]