La sola representación de las mujeres en el Parlamento de Ruanda es insuficiente para su emancipación

14/09/2023 | Opinión

Las mujeres representan a la mayoría de la población de Ruanda y cerca de un tercio (32 %) de las familias ruandesas está dirigido por mujeres. Uno de los logros de Ruanda en las décadas últimas es que el partido en el poder, el Frente patriótico ruandés (FPR) ha colocado a mujeres en puestos de toma de decisiones en los niveles gubernamentales. En efecto, 61,3 % de los escaños parlamentarios y el 55 % de los puestos ministeriales están ocupados por mujeres.

Estas cifras impresionantes muestran el compromiso de Ruanda en favor de la igualdad de sexos, de la autonomía de las mujeres y de la promoción de sus derechos. La presencia de tantas mujeres en la vida pública tiene, igualmente, un valor simbólico, que ha contribuido a aumentar el respeto de las mujeres y a darles una voz más importante en la familia y en el seno de la comunidad.

En consecuencia, hoy en Ruanda tenemos el caso de mujeres que han roto los estereotipos de género y efectúan trabajos que antes era considerados como reservados a los hombres, como la carpintería, la conducción de camiones, la albañilería, etc. Por primera vez en la historia del país, tenemos mujeres piloto, árbitro internacional de fútbol, cirujanas y PDG.

No obstante, la mayoría de las mujeres ordinarias con las que me encuentro y con las que hablo en Ruanda, dicen que todavía hay un largo camino que recorrer para que las mujeres alcancen el nivel real de influencia en la toma de decisiones; camino que puede conducir al cambio que ellas desean.

El 84 % de las mujeres ruandesas trabajan en el sector informal y/o ocupan empleos débilmente remunerados, con ingresos que representan de media el 60 % de los percibidos por los hombres, según el informe 2021 sobre la separación mundial entre los sexos. Solamente el 28,6 % del total de puestos de responsabilidad en todo el país están ocupados por las mujeres. Una cifra que pone en evidencia la divergencia entre la tasa relativamente elevada de participación global en la población activa y la representatividad en funciones de toma de decisión.

El informe nacional de estadística sobre género revela igualmente que la violencia física en Ruanda afecta todavía al 36,7 % de las mujeres de entre 15 y 49 años.

Algunas decisiones recientes del gobierno, quizá por inadvertencia, han causado un gran daño a las mujeres. Por ejemplo, en un esfuerzo de hacer la capital, Kigali, más limpia y para aumentar las contribuciones fiscales, las autoridades de la ciudad han apuntado a miles de vendedores ambulantes, una mayoría de los cuales son mujeres que luchan para obtener algo con lo que criar solas a sus hijos.

Desde 2016, los vendedores ambulantes son empujados por las autoridades a formar cooperativas registradas o a encontrar un empleo formal, sometidos ambos al impuesto. Sin embargo, esta política ha fracasado. Los fondos públicos destinados a ayudar a los vendedores de la calle para que formen cooperativas han sido mal gestionados por las autoridades locales y, en algunos casos, los mercados construidos para ellos, se encuentran lejos de sus clientes.

Los vendedores ambulantes siguen existiendo y siguen siendo perseguidos, arrestados arbitrariamente, hostigados y golpeados por los agentes de seguridad; abusos que han sido criticados por organizaciones de defensa de los derechos humano

Las mujeres fragilizadas por la pandemia

Por otra parte, cuando el gobierno decidió cerrar sus fronteras con Burundi en 2015 y con Uganda en 2019, con motivo de las tensiones políticas entre los gobierno respectivos, seguido por la imposición de estrictas medidas para luchar contra la propaganda del Vovid-19 en 2020, las actividades comerciales fueron dificultadas y se perdieron empleos. Una vez más, las mujeres quedaron fuertemente afectadas, con una disminución del 23 % de su número en el comercio de exportación.

Es importante señalar que las mujeres tradicionalmente han tenido un importante protagonismo en el comercio transfronterizo informal. Este sector representa una fuente vital de ingresos para los pobres, en particular  para las mujeres con escasos ingresos y sin cualificación, de los distritos fronterizos. Se trata de una actividad importante para la erradicación de la pobreza de las mujeres, teniendo en cuenta que en Ruanda los hogares dirigidos por mujeres tienen tasas de pobreza más elevadas que los hogares dirigidos por hombres.

Según el Banco Mundial, antes de la pandemia de Covid, las mujeres eran ya más susceptibles que caer en paro. Durante el periodo de confinamiento, Ruanda registró una bajada del 10 % en el empleo, con una disminución más importante del 6,2 % entre las mujeres, contra el 3,8 $ en los hombres.

Un año más tarde, el Banco Mundial constató que la situación de las mujeres  que mantuvieron sus empleos había cambiado considerablemente, al convertirse una mayor proporción de ellas en trabajadoras por cuenta propia o trabajadoras independientes; lo cual podría indicar que se han integrado en la economía informal. Por el contrario, este cambio de status no ha sido tan pronunciado en los hombres. Esta situación refleja las persistentes diferencias entre los sexos en la estructura del empleo en Ruanda.

La representación de las mujeres en el Parlamento, insuficiente para su emancipación

Si bien el gobierno ruandés debería ser felicitado por haber aumentado el número de mujeres en el gobierno, las desigualdades persistentes entre los sexos y los desafíos económicos a los que la gran mayoría de las mujeres se enfrentan recuerdan que la sola representación en el Parlamento no es suficiente para emancipar a las mujeres. Ello es tanto o más verdad cuanto que solas las mujeres surgidas de la clase élite tiene un acceso fácil a la participación política en Ruanda.

Según un estudio de 2019, la mayoría de las mujeres en el parlamento ruandés son miembros del FPR o de sus socios de la coalición política. Las mujeres elegidas para ocupar los escaños específicamente reservados a las mujeres han sido nombras, o al menos avaladas por el FPR a través del Foro de las organizaciones políticas, un “órgano consultivo” reconocido por la Constitución al que todos los partidos políticos deben adherirse.

En consecuencia, la mayoría de estas mujeres en el parlamento se deben al FPR más que a los electores que las han elegido. En cuanto tales, estas mujeres se adhieren a la ideología del FPR y la promueven, lo que tiene un impacto sobre lo que apoyan y defienden en el proceso de elaboración de las políticas.

Aunque se prerrogativa de todo parlamentario el elegir su adhesión o sumisión política, la estructura social patriarcal y los valores culturales de Ruanda tienden a someter a las mujeres en lugar de a emanciparlas. Para cambiar esto, debe existir un movimiento dinámico de organizaciones de la sociedad civil dirigidas por mentes nuevas que trabajen para permitir a las mujeres afirmarse, a fin de que cuando ocupen funciones públicas, se conviertan en verdaderos agentes del cambio.

Además, el sistema político ruandés debería convertirse en más inclusivo y permitir a las voces disidentes, cuya opinión no coincide con la del partido en el poder. Participar en la vida política del país. Ello aportaría nuevas y diferentes perspectivas relativas a la emancipación de las mujeres, sino que igualmente favorecería un debate contradictorio en el seno del Parlamento y reforzaría el Estado de derecho.

Victoire Ingabire Umuhoza

Presidenta del partido DALFA-UMURINZI

Fuente: therwandan.com

[CIDAF-UCM]

 

 

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