Más de dos años después de que el cese de hostilidades pusiera fin a una brutal guerra civil, la región etíope de Tigray debería estar bien encaminada hacia la recuperación. En cambio, su gobernante Partido del Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) está envuelto en una amarga disputa interna que ha paralizado la política y ha provocado temores de un nuevo conflicto.
La disputa enfrenta al presidente del TPLF, y líder en tiempos de guerra, Debretsion Gebremichael, contra la sección encabezada por el vicepresidente de la organización, Getachew Reda, quien firmó el cese de hostilidades de noviembre de 2022 en Pretoria, quedándose líder de la administración regional provisional creada por el acuerdo.
El presidente acusa a la administración provisional de Getachew de traicionar los intereses de Tigray y de gestionar mal la implementación del acuerdo de paz, que pretendía lograr el regreso de las personas desplazadas, la retirada total de las fuerzas eritreas y amharas del territorio de Tigray y la celebración de nuevas elecciones. Ninguno de estos tres acuerdos se ha cumplido, según el “New Humanitarian”.
Casi un millón de personas en Tigray siguen atrapadas en campamentos de desplazados improvisados, sostenidos por goteos cada vez más escasos de ayuda. Aunque Tigray es un estado pacífico, las tasas de desnutrición están en niveles de emergencia, cientos de miles de niños no asisten a la escuela y gran parte de su sistema de salud sigue en ruinas.
El conflicto entre el presidente y el vicepresidente podría estallar de nuevo. Mediadores, desde el clero de Tigray hasta varios diplomáticos occidentales, han intentado sin éxito cerrar el conflicto en Mekelle, capital de Tigray, mientras se intensifica la competencia por controlar las minas de oro y las empresas estatales de Tigray.
Bajo la presión del gobierno federal, el equipo concertó un acuerdo mucho más amplio que disolvió el gobierno regional de Tigray, pidió un desarme imposible para Tigray y nombró partes de Tigray ocupadas por fuerzas amhara como territorios en disputa.
El principal punto de división en el TPLF es el hecho de no haber logrado el retorno a sus hogares de casi un millón de desplazados, una parte clave del acuerdo de Pretoria.
La mayoría de estos desplazados proceden del oeste de Tigray, una zona fértil conocida por su producción de oro y sésamo que fue tomada por fuerzas de la vecina región de Amhara, que la reclaman desde hace tiempo como suya.
La posibilidad de otra guerra civil entre facciones de Tigray es poco probable, según varios analistas, debido a la reciente guerra devastadora en la que 600.000 personas perdieron la vida.
Con frecuencia encontramos que jefes militares anteponen su interés étnico, político y económico al interés del bien común para todos los grupos que habitan el país. Tigray y Etiopía afrontan un exigente reto para lograr una confederación acordada y pacífica.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM