Mayo 2011
Rémi Lefebvre
La cuestión es saber cómo los movimientos actuales podrán resistir a los distintos tipos de recuperación, incluso a las contrarrevoluciones. El camino del mundo árabe hacia la libertad y la dignidad recobrada, tanto en el orden interno como en el plano de la comunidad internacional, será largo y arduo.
(…) El primer peligro que acecha a este principio de revolución es el deseo, fuertemente expresado por Estados Unidos y Europa, de “acompañar” las reformas democráticas que se esbozan: Entiéndase: ganarse una clientela nueva a fuerza de dólares y euros. El segundo peligro reside en la debilidad de las economías locales y en su dependencia multiforme en materia de productos alimentarios o de primera necesidad. El tercer peligro es el de la aparición de antagonismos sociales entre las clases medias urbanas de un lado y las capas populares y pobres. Y un último peligro: los regionalismos y tribalismos, o incluso las divisiones entre suníes y chiíes o cristianos y musulmanes. Estas tendencias centrífugas se explican más por malestares resultantes de un desarrollo económico y social desigual que por oposiciones identitarias irreductibles de naturaleza antropológica y esencialista. En este ámbito también, únicamente la puesta en marcha de un nuevo dinamismo económico podrá hacer abortar toda tentativa de explotarlas.
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