Samia Suluhu Hassan juró el cargo tras obtener el 98 % de los votos en las elecciones del 29 de octubre 2025. Son cifras muy sorprendentes.
Tanzania sigue sumida en las secuelas de la peor violencia postelectoral en décadas, una crisis que ha sacudido su larga reputación como faro de paz y estabilidad en África. La nación gozaba de una historia ejemplar de gobernanza y de democracia hasta la llegada de Magufuli.
Samia era una líder de voz suave, cuya calma y gentileza inspiraron inicialmente optimismo cuando asumió el poder en 2021, tras la repentina muerte en el cargo de su predecesor autoritario, John Magufuli. Pero la situación ha cambiado. «Samia ha sumido a Tanzania en una profunda crisis de protestas, inestabilidad e incertidumbre«, declaró a la BBC el profesor Peter Kagwanja, analista político keniano.
Las protestas organizadas por los jóvenes mostraron claros paralelismos con las movilizaciones globales lideradas por la Generación Z contra el arraigo del poder y la inacción de los gobiernos en varios países africanos. Según los analistas, si bien el descontento no tenía precedentes en Tanzania, estuvo precedido por un clima político tenso, marcado por años de creciente indignación juvenil, luchas de poder dentro del partido gobernante y la persecución constante de los líderes de la oposición.
Pero la naturaleza de estas últimas elecciones ha revelado una faceta alarmante de Tanzania, un país tradicionalmente considerado reacio a las protestas, especialmente en comparación con la vecina Kenia. En los meses previos a las elecciones, el gobierno del Chama Cha Mapinduzi (CCM, el Partido de la Revolución) trabajó para eliminar sistemáticamente cualquier competencia creíble. A los dos principales líderes de la oposición se les impidió participar en los comicios: Tundu Lissu, líder del Partido de la Democracia y el Desarrollo (CHADEMA), se encuentra detenido bajo cargos de traición, que él niega, mientras que la candidatura de Luhaga Mpina, del Chama Cha Wazalendo (Partido de Patriotas), fue rechazada por tecnicismos. Según el profesor Kagwanja, este acto, por sí solo, contradice los ideales de Tanzania y de su presidente fundador, Julius Nyerere.
La presidenta, de 65 años, conocida cariñosamente como Mama Samia, enfrenta ahora crecientes acusaciones de dirigir un gobierno opresivo responsable de la violenta represión de protestas históricas. Su estilo de liderazgo fue inicialmente admirado, tanto a nivel nacional como internacional, ya que permitía a los partidos de la oposición organizar mítines y criticar al gobierno sin temor a graves represalias. Se había comprometido a reabrir Tanzania al mundo mediante su doctrina de las «4R»: reconciliación, resiliencia, reconstrucción y reforma.
Habiendo nacido y crecido en Zanzíbar, un archipiélago semiautónomo conocido por su humildad y hospitalidad, no sorprendió que Samia inspirara una sensación de alivio al asumir el poder en 2021. Sin embargo, los analistas afirman que, a medida que Samia se centraba en la reelección, comenzó a percibir la presión interna dentro del CCM y el resurgimiento de la oposición como amenazas a su ambición. Además, los jóvenes salieron a las calles para denunciar lo que consideraban una injusticia electoral.
Las calculadas maniobras políticas de Samia, que le valieron el apodo de “Simba jike” (leona en suajili) entre sus seguidores, dieron fruto cuando el CCM la nominó como su candidata presidencial en enero. Meses antes de las elecciones, una ola de secuestros, arrestos y brutales asesinatos de miembros de la oposición sacudió el país, destrozando las esperanzas de reformas y reconciliación, que se vieron ensombrecidas por un apagón de internet y un toque de queda. La violencia fue impactante para una nación que había cultivado una imagen de calma, consenso y orden durante casi seis décadas.
En una crítica inusual, la Unión Africana y la Comunidad de Desarrollo del África Austral (SADC) afirmaron que la victoria electoral de Samia no cumplió con los estándares democráticos aceptados, citando fraude electoral, y represión.
Samia, en vez de ganarse el apoyo de los tanzanos y de África oriental para ser elegida de forma justa, optó por la coronación, haciendo imposible una elección justa y legítima.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM


