La prensa de Burkina Faso recoge los asesinatos e intimidaciones a la oposición en Ruanda, destacando el descrédito de Kigali

22/07/2010 | Noticias

Asesinato de André Kagwa: asesinatos que desacreditan a Kigali

Si hay un país en los Grandes Lagos donde hacer política es difícil, ese es Ruanda, conocido más por el genocidio del 1994. Era doloroso ver las calles cubiertas de cadáveres. Por decirlo todo, el año 1994 fue una verdadera masacre y la idiotez humana pasó por Ruanda. Muchos ruandeses perdieron a sus padres y la herida no se cicatriza más que lentamente. Con el tiempo una nueva aurora se ha levantado en Ruanda y el país se ha puesto en hora con la democracia.

Hoy, este país está dirigido por un antiguo jefe de guerra: Paul Kagame. Se había unido en 1987 al FPR, movimiento tutsi creado por Fred Rwigema para derrocar el régimen del presidente hutu Juvénal Habyarimana. En julio de 1994 ganó la guerra y el sufragio universal directo le confirmó en su puesto de Presidente en 2003, con más del 95% de los votos.

Pero, desde que este hombre muy esbelto está en el poder, parece detestar a los opositores, hasta tal punto que uno no puede evitar hablar de régimen dictatorial en Kigali. Candidato a la próxima elección presidencial prevista para agosto de 2010, competirá con tres adversarios, dos de ellos antiguos ministros. Este número habría podido ser mayor si la Comisión nacional internacional no hubiera rechazado otras candidaturas.

Pero, en vez de pararse ahí, en Kigali se desea “comer” a los opositores, sea como sea, y algunos incluso han huido del país temiendo por sus vidas. Otros por el contrario, han permanecido y se baten por una verdadera democracia. Se trata de una lucha de todos los días; lucha que acaba de costarle la vida a una importante figura de la oposición. Se trata de André Kagwa, vice-presidente del Partido Verde democrático, asesinado el 14 de julio, mientras Francia festejaba su día nacional. ¿Saben ustedes cómo fue asesinado?

Fíjense bien, de una manera atroz que recuerda el genocidio de 1994. Su cuerpo habría sido descubierto casi decapitado y el cadáver se encontraba en una zona de marismas, cerca de un río. Han leído bien, decapitado como en la Revolución francesa en los tiempos del tristemente célebre Robespierre.

Lo que acaba de suceder en Kigali es muy grave. Y cuando los investigadores evocan la posibilidad de una huida a Burundi, uno se pregunta si esta razón era suficiente para cometer un crimen abominable. Se trata de un asesinato que no quiere decir su nombre.

Hay muchos fuera de la ley que pululan en Ruanda. Los opositores, desde luego, no están seguros y no puede sino recordarse la tentativa de asesinato el pasado mes de junio en Suráfrica del antiguo jefe de estado mayor del ejército ruandés, Faustin Kayumba Nyamwasa. Un periodista independiente, Jean-Léonard Rugambage ha sido matado hace unas semanas y otro ha sido detenido estos días. Ya es demasiado, y es lamentable que la Unión Africana guarde silencio sobre cuanto sucede en Kigali.

Se habrán percatado ustedes de que ningún jefe de Estado africano de los que estaban sentados a la mesa de Nicolas Sarkozy con ocasión de las festividades del 14 de julio se ha atrevido hasta el momento a dar un golpe con el puño sobre la mesa. La Política en África rima con dictadura, sobre todo porque la mayoría de los dirigentes no ha integrado la alternancia en su vocabulario político.

Resulta horrible pensar que un opositor muera decapitado.

Justin Daboné

(L’Observateur Paalga 16/07/2010)

La oposición diezmada antes del escrutinio

El asesinato del opositor político ruandés André Kagwa Rwisereka, cuyo cadáver ha sido encontrado el día 14 de julio en una marisma del sur del país, ha sido cometido, sin duda, de manera horrible. Al lado de su cuerpo, casi enteramente decapitado, ha sido encontrado un machete. Su coche se encontraba a tres kilómetros en la ciudad de Butare.

André Kagwa Rwisereka era uno de los vicepresidentes del Partido democrático de los Verdes de Ruanda (PDVR), una disidencia del FPR en el poder, lanzado en agosto de 2009. “Nuestro objetivo es poner fin al miedo en Ruanda y a un sistema en el que las ideas de una sola persona o de un solo partido gobiernen. Todo el mundo debería tener la libertad de expresión, sin temor a ser tratado como enemigo público”. Tal era la profesión de fe del PDVR, que acusa hoy al poder de impedir su inscripción oficial para impedirle la participación en la elección presidencial del próximo 9 de agosto.

Este asesinato ofrece una imagen muy sombría del régimen ruandés, a tres semanas de una elección que Paul Kagame (en el poder desde 1994) debería sin embargo ganar fácilmente, frente a solamente tres partidos de oposición. El 24 de junio, fue un periodista independiente, Jean-Léonard Rugambage, el que había sido asesinado de un tiro delante de su casa en Kigali. Una tentativa de asesinato contra el general D. Faustin Kayumba Nyamwasa, exiliado en Suráfrica, fracasó el 21 de junio en Johannesburgo, mientras que las detenciones de oficiales se han multiplicado estos últimos meses. “El gobierno se desmelena para hacer callar a sus opositores y detractores”, denuncia HRW.

Tres partidos de oposición pidieron ayer una investigación internacional de la muerte de Rwisereka. Entre ellos, la FDU-Inkingi de Victoire Ingabire, candidata que se encuentra también ella bajo control judicial. Esta experta contable de 41 años, de origen hutu, es perseguida judicialmente por complicidad de terrorismo y negación del genocidio tutsi de 1994. Su equivocación: haber preconizado persecución judicial contra los responsables del FPR por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, a causa de las masacres perpetradas en la caza de milicianos hutu después del genocidio.

Francia condenó ayer “con la mayor firmeza” el asesinato de André Kagwa Rwuisereka.

Sabine Cessou

(Liberation 17/07/2010)

OPOSICIÓN RUANDESA: La maleta o el ataúd

En vísperas del escrutinio presidencial del próximo 9 de agosto, la Ruanda del general Kagame se radicaliza. Asesinatos políticos, cárcel, hostigamiento continuo de los opositores, se han convertido en moneda corriente. Hasta tal punto que los países occidentales que apoyan el régimen del general presidente deberían reconsiderar su posición. Comenzando por los EEUU. Bajo pena de ser acusados de un día de haber contribuido activamente a la regresión democrática del continente.

Porque, decididamente, en este país hay demasiados muertos e inexplicadas tentativas de asesinato entre los opositores y cuantos se prestan a criticar la gestión del poder en Kigali. Todo parece indicar que el poder ruandés ha optado por la liquidación sistemática de cuantos no comparten su proyecto de sociedad. ¿Por qué todos esos asesinatos, esos crímenes odiosos? ¿Por qué esas soluciones radicales al límite de la cobardía? ¿Qué investigaciones serias han sido llevadas a cabo hasta ahora? ¿Por qué no culminan nunca? ¿Le faltaría al régimen seguridad y serenidad? ¿Cuántos cadáveres y exiliados le faltan para sentirse satisfecho? El caso es que este tipo de comportamientos es propio de los regímenes acorralados, con el agua al cuello. Una opción propia de las dictaduras estalinianas. Con este amontonamiento de odio y cadáveres, Kagame dará seguramente una imagen de sí mismo difícilmente reparable. Es evidente que los asesinatos seleccionados muestran que el jefe de Estado ruandés de ningún modo quiere la democracia de ningún modo. Por otra parte, ¿puede construirla y lograrla?

La última víctima de esta oleada de represión es André Kagwa Rwisereka, vicepresidente del Partido democrático verde. Tras recibir amenazas de muerte, desapareció. Su cuerpo, casi decapitado, ha sido encontrado el día 14 de julio, pasado en el sur del país. Descubrimiento macabro que ilustra una vez más la suerte que el régimen de Kagame reserva a sus opositores. Una barbarie que pesará durante mucho tiempo sobre la conciencia de todos los que cierran los ojos sobre la ignominias del un régimen visiblemente con el agua al cuello. ¿Pero de qué tiene miedo el general? Su régimen rechaza abrir cualquier espacio a la oposición. Ahoga continuamente la libertad de expresión. Periodistas y opositores se han convertido en una raza que debe desaparecer. Kagame no pone límite alguno a la represión. Así, en el ejército, oficiales de alta graduación han sido detenidos. El antiguo jefe de Estado Mayor, el general Kayumba, ha tenido que marcharse al exilio a Suráfrica. A pesar de ello, recientemente ha sido objeto de un intento de asesinato. Sin ningún respeto por la persona de Nelson Mandela, cuyo ejemplo en materia de tolerancia y de apertura de mente se impone hoy entre todos los dirigentes del planeta.

El poder ruandés es sobre todo implacable con los antiguos miembros o aliados del FPR, en el poder desde 1994. Es verdad que los antiguos compañeros huyen siempre con los pequeños secretos y estrategias. Razón por la que Kagame teme más a sus adversarios internos que a sus opositores oficiales. Ahora bien, El Partido democrático verde agrupa a tránsfugas del FPR. Como otros partidos de la oposición tiene dificultades para obtener su legalización y no podrá presentar a su candidato a la elección presidencial. Muy crítico para con el régimen de Paul Kagame, molesta seriamente. En el momento de su creación, sus dirigentes han explicado que tratan de poner fin al miedo de los ruandeses y de detener un sistema en el que las ideas de una sola persona o de un solo partido dirijan Ruanda. Sin embargo, Kagame se ha beneficiado ampliamente de la buena comprensión y del apoyo de cuantos han admitido la tesis que él ha mantenido para justificar su control sobre Ruanda. Después de la liberación de su país, se le creía capaz de seguir la trayectoria trazada por Nelson Mandela. Desdichadamente, se ha instalado en una lógica de “maquisard” (de hombre del maquis) y, tras 16 años de reinado, tiene dificultades de instalar la democracia. Día tras días se muestra sobrepasado, incapaz de evolucionar en un sistema que admite la crítica, favorece el debate contradictorio y exige el respeto al adversario político.

Kagame y sus esbirros difícilmente comprenden que África ha pasado página. No puede dar marcha atrás. África espera en adelante de sus dirigentes una gobernanza irreprochable, que inevitablemente pasa por el respeto de la vida humana que es sagrada. Si en el pasado en determinados momentos han existido patinazos, en adelante, cada actor político africano debe comprender que es preciso vivir con la convicción de que los pueblos de este continente vomitan y abominan a los dirigentes incapaces de estar a la escucha del sufrimiento de los otros. La tragedia es todavía más inaceptable cuando el pueblo es amordazado. A fuerza de conducirse como tal, Kagame terminará un día por responder de sus actos ante la Corte Penal Internacional.

Como a Al Bashir, numerosos africanos consideran al jefe de Estado ruandés como un verdadero dictador con las manos manchadas de sangre. A dos pasos de la elección presidencial, “el delgado hombre de Kigali” parece envararse todavía más. Kagame no sólo es incapaz de dialogar con la oposición, sino que es implacable con sus antiguos compañeros de lucha. Después de haber servido durante mucho tiempo de “capital rentable”, el genocidio y el revisionismo comienzan a molestar, hasta tal punto el hombre fuerte de Kigali decepciona. Intolerante, Kagame está decidido a marcar el paso a todo el mundo. Da la impresión de que no quiere ni oír hablar de alternancia. Sin embargo, el pueblo ruandés, tomado como rehén, aspira a más libertad y a más democracia republicana. Ciertamente, el país es físicamente un pequeño territorio, pero en Kigali, el poder muestra abiertamente que cada vez hay menos lugar para quienes se oponen al pensamiento único.

La desesperación debe ser grande para todos los que creían que su país estaba liberado y aspiraban a reconstruirlo en una paz reencontrada y en democracia. Helos obligados de nuevo a agazaparse o a huir. En la Ruanda de Kagame, la experiencia democrática se resume en una sola alternativa: la maleta o el ataúd.

«Le Pays»

(Le Pays 16/07/2010)

Traducción y selección de los tres textos de la prensa de Burkina Faso: Ramón Arozarena.

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