El inicio de cada año está dedicado a reflexionar y trabajar por la paz mundial.
Aunque la realidad diaria nos muestre que las guerras, el gasto militar y la violencia van aumentando por todo el globo, no podemos aceptar este camino hacia la destrucción y hacia la confrontación como el camino de futuro para nuestra humanidad y nuestro planeta.
La incertidumbre, el cambio rápido en casi todos los ámbitos de la vida, es la única certeza que tenemos.
Pero nada nos puede privar de nuestra dignidad, nuestra libertad, nuestra inteligencia, nuestra bondad y nuestra responsabilidad para cuidarnos mutuamente. Siempre hemos superado los grandes retos del camino, y lo que nos mantiene en nuestro entusiasmo, lucha y esperanza, es nuestra fe, bondad y solidaridad innatas.
En este contexto, el impacto global de tantos hombres y mujeres del planeta, como el Papa Francisco, Nelson Mandela, Malala Yousafzai, Mahatma Gandhi, Jane Adams, Wangari Mathai, Matin Luther King, etc. trasciende las fronteras culturales, religiosas y políticas. Su énfasis en la compasión, la justicia, el respeto mutuo, el cuidado de los demás y del planeta, los ha convertido en ejemplos muy influyentes de nuestra historia para construir una sociedad que sepa convivir en paz y cuidarse mutuamente.
Además hoy día contamos con formidables medios de comunicación social digital que nos capacitan para una mayor cooperación con todos los pueblos del planeta en la construcción de una sociedad que disponga de los medios para una vida digna y de una convivencia pacífica. Es necesario también ser conscientes de que muchos poderosos intentan utilizar los medios digitales de comunicación para manipular a grupos sociales con ideologías radicales y exclusivistas que provocan confrontación y división social.
Escuchar el grito de la humanidad necesitada es fundamental para encontrar los medios eficaces que nos lleven a la justicia social, a la corresponsabilidad y a la paz real. Solo escuchando la voz de las personas empobrecidas llegaremos a practicar la justicia en el uso de la tierra, la gestión de los bienes y la acogida de los que viven marginados. Todos somos responsables de la violencia que existe, del trato inhumano hacia los inmigrantes, del despilfarro de millones en armamentos de violencia y de los abusos de los recursos naturales.
Solo escuchando el grito de los oprimidos, podremos romper juntos las cadenas de la injusticia. Hacer algún acto de filantropía ocasional y ofrecer solo oraciones no es suficiente. Necesitamos promover juntos un cambio cultural y estructural, eligiendo gestores y gobernantes más responsables y profesionales. Debemos afrontar juntos la actual situación de injusticia capitalista, de opresión y de desigualdad extrema, donde las limosnas sirven para perpetuar la dependencia.
Los poderosos se aprovechan de los bienes de los pobres, que provoca también la crisis de la deuda de tantas personas y países. Esta deuda externa se ha convertido en un instrumento de control en manos de gobiernos y empresas ponderosas que operan con total impunidad. La deuda ecológica es también parte de esta misma opresión. Nadie critica esta opresión de la deuda externa, que nos esclaviza.
¿Cómo llegaron los líderes mencionados anteriormente a regenerar la sociedad y dar nueva esperanza?
Cuidaron sus palabras y su testimonio, pues era crucial su ejemplo para empoderar a la sociedad y construir una mayor solidaridad.
Antes de la violencia armada y de la opresión económica, debemos superar las actitudes negativas, las palabras denigrantes y los comportamientos egoístas que destruyen la dignidad humana y la fraternidad.
Además, necesitamos un compromiso firme y conjunto para promover la dignidad de la vida humana en todos los pueblos y acabar con la opresión y todo lo que empobrece la vida de demás.
Será necesario tomar acciones concretas para preparar una condonación de la deuda internacional que dificulta la vida de muchos pueblos, a través de acuerdos financieros globales, fundados en solidaridad, justicia y responsabilidad.
También necesitamos gestionar los recursos disponibles, no para los armamentos, sino para potenciar un desarrollo basado en la ética y en la humanidad universal. Para que crezca la paz necesitamos mentes y corazones de paz, que busquen con respeto el encuentro mutuo y miren al futuro con esperanza.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM