La mujer de Obasanjo revela toda la verdad

12/02/2009 | Crónicas y reportajes

Una vez alguien escribió que si se juntara a los líderes africanos del presente y del pasado y se les metiera en una licuadora para hacer una mezcla el “gran hombre” resultante sería así: “Su cara está en el dinero. Fotos suyas cuelgan en todas las oficinas de su reino. Sus ministros llevan pines de oro con su cara en las solapas de sus trajes oscuros de raya diplomática”.

“Las calles llevan su nombre, como los estadios, los hospitales y las universidades. Lleva una maza de marfil con incrustaciones de plata o un bastón con grabados… Insiste en que se le llame “doctor”, “conquistador”, “maestro”, “el gran elefante”, “el campesino número uno”, “el anciano sabio” o “el milagro nacional””.

Blaine Harden escribió esto hace casi veinte años, pero la situación que describe la aguda observación de este escritor estadounidense no ha mejorado.

Sin embargo, cabe mencionar un elemento adicional: la mujer del “gran hombre”. Su cara no se ve casi nunca en público, exceptuando en las ocasiones de Estado.

El cuidado de su aspecto físico es atendido por los mejores cirujanos plásticos de Europa y sus viajes para irse de compras son famosos en todo el país.

Sus aventuras en el extranjero suponen requisar la aerolínea nacional.

Acepta la ley sagrada mediante la cual sus hijos tendrán condición oficial de Primera Familia y mantiene la boca cerrada respecto a todo lo demás. Desde el presidente Mobutu al presidente Mugabe el voto de silencio ha sido indiscutible e irrompible.

Entonces apareció Oluremi Obasanjo. La primera mujer de Olesegun Obasanjo, el anterior presidente nigeriano, ha roto este silencio con un estilo espectacular en una autobiografía donde lo cuenta todo, Bitter-Sweet: My Life with Obasanjo (Agridulce: mi vida con Obasanjo).

La autora muestra una descripción de su marido como un “maestro de la atracción” vengativo, “anulador de la mujer violento e impenitente”, un hombre cuyo “gusto por las faldas no tiene límites”.

No le pudo venir en peor momento a Obasanjo, de 72 años, que ha estado ocupado últimamente construyéndose un nuevo perfil como hombre de Estado que representa a África, superado sólo por Kofi Annan.

Al ex-presidente, que fue en dos ocasiones “gran hombre” de Nigeria, una vez como jefe de Estado, de 1976 a 1979, y después como presidente electo de 1999 al 2007, se le ve más a menudo estos días como mediador de las Naciones Unidas, en la República Democrática del Congo.

Sus credenciales como hombre de Estado continental son a menudo resaltadas por los líderes de Occidente y fue particularmente favorito para neocons como Donald Rumsfeld.

Se supone que éste era el momento en el que el general ya jubilado disfrutaba del fruto de su sabiduría al convertirse en el primer presidente nigeriano que renunciaba pacíficamente a su poder, tras fracasar en su intento de cambiar la Constitución para conseguir su tercer mandato.

En vez de eso, la novela que lo cuenta todo sobre su vida es un bestseller en Nigeria y el interés público ha sido tan elevado que en el diario The Vanguard llevó a cabo una publicación por entregas que tuvo un enorme éxito.

Hasta ahora, el “gran hombre” ha mantenido la calma, desestimando ante sus amigos a la autora, conocida como Mama Iyabo después del nacimiento del primero de sus cinco hijos juntos, como la típica mujer despechada.

Sin embargo, lo que no se puede desestimar en esta novela es el halagador retrato que hace de Obasanjo de joven.

La pareja se conoció cuando ella iba a la escuela. Sólo tenía once años entonces y era hija de una familia de clase media, su padre era el gerente de la estación colonial de tren. Ella se recuerda frente a un joven extremadamente seguro de sí mismo que “no llevaba zapatos, ni siquiera las zapatillas deportivas baratas que costaban siete schillings y seis peniques que llevaban los estudiantes en aquella época”.

El futuro presidente no tenía ni un penique y “limpiaba pupitres en la escuela y trabajaba como agricultor para poder llegar a final de mes”.

Durante el noviazgo, que duró ocho años, el Obasanjo inicial que no llevaba zapatos destacó en la universidad, se enroló en el ejército y ascendió rápidamente de rango, incluso sobrevivió cuando fue tomado como rehén cuando fue enviado en misión de paz al Congo.
El punto álgido del romance se produjo en un juzgado de Camberwell Green, en el sur de Londres, donde la pareja se casó por lo civil en 1963.

Ella será quien decida el fin de los días felices con el motivo de un regalo, un colgante de oro, en 1970.

“Mi Remi, el hombre echa a perder las cosas buenas”, decía la inscripción.

“Él sabía que había empezado a engañarme. Yo no entendía la importancia del mensaje porque estaba demasiado ocupada educando a mis hijos y trabajando… Deseaba con fuerza que él reconociera su culpa de engañarme con otras, y eso fue lo que probó su increíble indisciplina moral, que estaba a punto de arruinar nuestro matrimonio”.

Lo que aconteció después fue un descontrol de aventuras amorosas y numerosos compromisos políticos puntuados por la violencia doméstica y la desesperación.

Hay una ocasión en especial en la que Mama Iyabo está contenta de nombrar las cosas por su nombre. En el inicio de la década de 1970 su particular castigo fue una mujer casada mayor que él llamada Mowo Sofowora.

Una mañana, recuerda, “estaba espiando a escondidas al teléfono en el piso de abajo mientras Obasanjo estaba en el dormitorio. Llevaban hablando alrededor de 30 minutos cuando ella le dijo que tenía dolor de cabeza. Ya había escuchado suficiente, así que interrumpí: “Ese dolor de cabeza será lo que te mate, mujer casada sinvergüenza, que estás con un hombre más joven”. Cuando escuchó mi voz, Obasanjo corrió al piso de abajo para pegarme y tuvimos una de las muchas peleas que terminaron definiendo nuestro matrimonio”.

Mientras Obasanjo seguía teniendo numerosas aventuras con otras mujeres, incluida una con la mujer de otro “gran hombre”, el dictador nigeriano Sani Abacha, ella dejó ver su amistad con Murtala Muhammed, un comandante que más tarde se convertiría en el jefe militar de Nigeria.

El error de Muhammed fue echarle en cara a Obasanjo el trato hacia su mujer:
“Obasanjo se enfureció cuando Muhammed le dijo cómo tratar a su mujer. Entonces, le agarró a Muhammed por los cuellos de la camisa, en presencia de los demás militares, y le desafió a un duelo”.

Oluremi Obasanjo se separó de su marido en 1975.

Tradicionalmente, en África el público sólo ha podido saber de la vida privada de sus políticos a través del rumor o del cotilleo.

Pero Mama Iyabo dice que sólo es cuestión de tiempo para que otras personas sigan su camino: “El pueblo merece saber sobre las experiencias de sus representantes más allá de la apariencia publicitaria pública que ven. Si he tenido éxito con mi trabajo, deberíamos entenderlo como la expansión de las fronteras democráticas de la libre circulación de información”.

La versión original de este artículo se publicó en la página 5 del Sunday Independent, de Nigeria, el 11 de enero de 2009.

Traducido por Arantza Cortázar, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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