La melodía de la memoria suena
como vientos que susurran entre fiordos de tiempo.
He adornado el espejo delante de mí
con los adornos de los sueños perdidos, arrepentidos,
y los frágiles momentos de felicidad;
fragmentos de gozo.
Ahora soy padre para una hija,
hijastros son los enigmas de sueños ambivalentes,
ello viene con responsabilidades, sin derechos,
como ser una esposa en lugar de una marido;
esposa para mi mujer, hermano para mi suegra,
padre para un hijo con inteligencias alternativas.
La vida es una melodía escrita como una parábola
en las secretas escrituras del Talmud del exilio.
El tiempo se desliza sobre mí como música suave al amanecer
que una vez canté entre lágrimas hace cinco décadas.
Sigo viviendo en una persistente melodía de aquellos años.
El aplauso de la memoria y el discurso del ayer
continúan resonando en mis sueños.
Los viajes en el tiempo son sólo posibles en el reino de los sueños,
deseando poder comenzar de nuevo con la sabiduría que tengo ahora,
entonando canciones de mis años de juventud.
Fuente: africanWriter.com
[Traducción, Jesús Esteibarlanda y R. Sánchez]
[Fundación Sur]
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