La lucha contra la fístula y su estigma, por Alberto Eisman

28/04/2009 | Bitácora africana

Me las encuentro sentadas en una fila de sillas de plástico, junto al edificio del quirófano del Hospital de Mapourdit, al sur del Sudán. No pertenecen a la misma tribu, ni proceden del mismo lugar. Lo que les une no es otra cosa que una terrible situación de discriminación originada por una dolencia en otras regiones casi desconocida pero aquí importante y con un gran poder destructor en lo que a las relaciones sociales se refiere: la fístula vaginal en sus dos variantes, rectovaginal y vesicovaginal. La rotura de tejidos debido a en su gran mayoría a partos difíciles que han tenido lugar en casa, sin asistencia sanitaria y con circunstancias que han complicado todo el proceso, tiene como consecuencia serios daños en los órganos urinarios y reproductores cuyas secuelas continuarán de por vida: un incontrolado goteo de orina o pequeñas deposiciones de heces que causan un hediondo olor y que condiciona enormemente sus relaciones sociales.

Las encuentro al aire libre y aún así es perfectamente perceptible el hedor que las acompaña y que a veces les impide entrar en un sitio cerrado, permanecer en una habitación con algunas personas o viajar en un transporte público. Entre estas historias, es fácil encontrar mujeres repudiadas por sus maridos, rechazadas por su familia, malnutridas porque nadie se ocupa de ellas, relegadas a un estado de permanente aislamiento y de soledad, como si tuvieran alguna dolencia infecciosa, y eventualmente caen en la falta de autoestima y la depresión.

Hoy, en este hospital, se va a llevar a cabo el milagro de poder cambiar la vida de estas mujeres, muchas de las cuales llevan sufriendo las consecuencias de la fístula durante más de 10 años. El doctor Tom Raasen, un cirujano holandés especialista en cirugía del aparato urinario, ha sido invitado por el hospital para llevar a cabo estas operaciones quirúrgicas. El doctor Beppe Gaido, un religioso de la orden del Cottolengo, ha venido también de Kenia a ayudarle en esta tarea.

En una situación así y con un país tan inmenso que adolece de pocas estructuras y está tan limitado en sus medios de comunicación, hay que hacer un esfuerzo titánico para poder juntar en el mismo lugar y a la misma vez a las personas que sufren de esta dolencia. Hay que identificar los casos, informar sobre las fechas de las operaciones, facilitar el transporte y asegurar que vengan acompañadas por un familiar que cuidará de ellas. Hay pacientes que, por haberse enterado demasiado tarde de las fechas de misión quirúrgica o haber llegado demasiado tarde, han perdido ya dos veces la oportunidad de ser operadas en previas ocasiones. Habiendo aprendido la lección, alguna de ellas ha llegado con una semana de antelación para asegurarse que esta vez sea la buena.

Obviamente, en casos así, hay que encontrar e identificar previamente a un grupo de pacientes suficiente como para poder justificar(que no amortizar económicamente) la presencia de un cirujano de estas características en medio del Sudán. Al final, gracias también a la colaboración entre diferentes organizaciones y a un avión pertenenciente a la organización Médicos Sin Fronteras, se reune en Mapourdit un número suficiente de pacientes y comienza una misión quirúrgica que durará una intensa semana.

Se comienza por hacer una primera valoración de los casos. Alguno de ellos posiblemente sea una falsa fístula y no necesite operación, pero la gran mayoría tendrán que someterse a una intervención quirúrgica que durará como mínimo una hora. Las operaciones comienzan a las 9 de la mañana y algunos días, debido a casos más complicados que necesitan un tiempo mucho más prolongado, la sesión de operaciones dura hasta bien entrada la noche, con todo un equipo de enfermeros que se reemplazan a la mitad del día y con los doctores intentando sacar el máximo provecho posible de los pocos días que tienen a su disposición para operar a todos los casos pendientes.

Al día posterior de ser operada, me encuentro con Nyalan Mangok, tiene 30 años, ha dado a luz tres veces y sólo uno de los niños ha podido sobrevivir. Le pregunto sobre sus sentimientos y me cuenta lo difícil que era ser aceptada socialmente, empezando por su misma casa. Está contenta de haber podido tener la oportunidad de ser operada y simplemente quiere saber si podrá hacer una vida normal. Yo le digo que no soy doctor, pero le aseguro que se ha hecho lo posible para que todo salga bien y con toda probabilidad las consecuencias de su dolencia desaparezcan después de su convalecencia. Nyalan sonríe, quizás para confirmar la esperanza que tenía puesta en la operación. Es, sin duda, un nuevo capítulo que se abre en su vida.

Original en :

http://blogs.periodistadigital.com/enclavedeafrica.php

Autor

  • Eisman, Alberto

    Alberto Eisman Torres. Jaén, 1966. Licenciado en Teología (Innsbruck, Austria) y máster universitario en Políticas de Desarrollo (Universidad del País Vasco). Lleva en África desde 1996. Primero estudió árabe clásico en El Cairo y luego árabe dialectal sudanés en Jartúm, capital de Sudán. Trabajó en diferentes regiones del Sudán como Misionero Comboniano hasta el 2002.

    Del 2003 al 2008 ha sido Director de País de Intermón Oxfam para Sudán, donde se ha encargado de la coordinación de proyectos y de la gestión de las oficinas de Intermón Oxfam en Nairobi y Wau (Sur de Sudán). Es un amante de los medios de comunicación social, durante cinco años ha sido colaborador semanal de Radio Exterior de España en su programa "África Hoy" y escribe también artículos de opinión y análisis en revistas españolas (Mundo Negro, Vida Nueva) y de África Oriental. Actualmente es director de Radio-Wa, una radio comunitaria auspiciada por la Iglesia Católica y ubicada en Lira (Norte de Uganda).

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