Cientos de refugiados que huyen de los violentos disturbios en Sudán han cruzado la frontera hacia Etiopía. El 15 de abril estallaron combates en Sudán entre el ejército y las fuerzas paramilitares y hasta el momento han muerto, al menos, 700 personas, la mayoría civiles.
La situación se produce cuando los tiroteos y los ataques aéreos volvieron a estallar el domingo 7 de mayo, en Jartum, la capital de Sudán, que se ha visto sacudida por cuatro semanas de enfrentamientos, a pesar de los últimos esfuerzos de alto el fuego respaldado por Arabia Saudita y Estados Unidos.
Se han declarado y violado rápidamente múltiples acuerdos de tregua desde que estallaron los combates entre el ejército y las fuerzas paramilitares.
En la asediada Jartum, aviones de combate han bombardeado posiciones enemigas mientras los aterrorizados residentes permanecían encerrados en barricadas en medio de una grave escasez de agua, alimentos, medicinas y otros productos básicos.
Al otro lado del Mar Rojo, en la ciudad saudita de Jeddah, se estaban llevando a cabo conversaciones con el objetivo de un alto el fuego que pudiera ayudar a los esfuerzos desesperados por llevar ayuda humanitaria a la población sitiada.
El portavoz del ejército, el general de brigada Nabil Abdalla, informó que las conversaciones concernían a como la tregua «puede implementarse correctamente para servir al lado humanitario«, mientras que Mohamed Hamdan Daglo, quien encabeza las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), solo señaló en Twitter que acogía con satisfacción una tregua.
Las esperanzas de éstos y otros esfuerzos internacionales para silenciar las armas han sido modestas, ya que los combates se han intensificado, amenazando con una guerra civil a gran escala y un gran desastre humanitario.
Aly Verjee, investigadora Sudánesa de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, indicó que «El mínimo común denominador de la comunidad internacional es el cese de las hostilidades, pero no hay un consenso aparente sobre qué hacer más allá de ese objetivo inicial«.
Mientras tanto, ambas partes han buscado una ventaja militar sobre el terreno, en la capital y en la lucha en otros lugares, incluida la región de Darfur, que se ha convertido en una región problemática desde hace mucho tiempo.
Andreas Krieg, del King’s College London, declaró que «la batalla por Jartum se está convirtiendo rápidamente en una guerra de desgaste en la que ambos bandos tienen capacidades similares«.
El ejército, comandado por el general Abdel Fattah al-Burhan, tiene fuerza aérea y probablemente más efectivos, alrededor de 100.000 efectivos, pero las RSF, que surgieron de la notoria milicia Janjaweed, acusada de crímenes de guerra en la región de Darfur, emplean tácticas de guerrilla que, según Krieg, pueden hacerlas «más ágiles«.
Tanto el ejército como las RSF han tratado de presentarse como protectores de los valores democráticos, a pesar de haber protagonizado conjuntamente el último golpe de Estado en Sudán en 2021 para controlar el poder. Se suponía que una administración militar-civil conduciría al Sudán posterior a Bashir hacia la democracia, pero los generales lanzaron otro golpe en 2021 para asumir plenos poderes. Desde entonces han caído en una amarga lucha por el poder, con el último punto álgido de un plan para integrar a las RSF en el ejército, un conflicto que estalló en una guerra abierta hace cuatro semanas. El sindicato de médicos Sudáneses informó que 479 de los muertos eran civiles.
Poco después del estallido de los conflictos, la Liga Árabe celebró dos reuniones de emergencia el 16 y el 30 de abril, respectivamente, para discutir la situación en Sudán.
Tanto en el norte como en el sur de Sudán, dos ejércitos se baten, causando masacres de ciudadanos, el desplazamiento de millones de personas a los países vecinos y un desastre humanitario tan grave como el de Etiopía y el de la región del Kivu norte y sur.
Resulta altamente irónico que, a veces, los mismos países poderosos que les venden las armas a ambos bandos también intentan aparecer como negociadores para el cese de los enfrentamientos.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]