“La gente se volverá más radical”: Senegal y los límites de protesta

7/03/2023 | Entrevistas



Senegal tiene una rica historia de movimientos sociales, pero han hecho más para resolver conflictos políticos que para abrir nuevos horizontes… al menos hasta ahora.

senegal_mapa_cc0-7.pngLos movimientos radicales de Senegal han forzado, muchas veces, cambios en la historia de la nación. En 1968, por ejemplo, las huelgas estudiantiles se convirtieron en un levantamiento masivo en todo el país que obligó al entonces presidente Leopold Senghor a pedir apoyo militar francés para reprimir las protestas. En 2000, las movilizaciones populares apuntalaron un cambio pacífico de poder en las urnas. Y en 2012, el imaginativo movimiento Y’en a marre llevó a los jóvenes a las calles y a las urnas para empujar a otra transición trascendental.

Diez años después de esa última victoria que llevó al poder a Macky Sall, el presidente es profundamente impopular. Y, por primera vez en Senegal, la coalición gobernante carece de una mayoría absoluta después de que los votantes castigaran al gobierno en las elecciones parlamentarias de julio de 2022.

Leo Zeilig, editor de ROAPE, habló con Ndongo Samba Sylla sobre la situación en Senegal, el lugar de los movimientos sociales en la actualidad y la figura de Ousmane Sonko, que ha ganado mucho apoyo de la oposición. Sylla es director de Investigación y programas de la Fundación Rosa Luxemburg y editor y autor de varios libros, incluido The Fair Trade Scandal.

Leo Zeilig: ¿Puede hablarnos de los movimientos sociales en Senegal y su relación con los partidos políticos?

Ndongo Samba Sylla: En el volumen que edité sobre movimientos sociales en África Occidental, identifiqué cinco categorías principales de protesta: liberal (campañas para defender lod derechos de minorías); corporativista (por ejemplo, algunas de las campañas dirigidas por sindicatos, estudiantes); proletaria (por ejemplo, campañas de la clase obrera contra el alto costo de la vida o el acaparamiento de tierras); republicana (por ejemplo, campañas por la rendición pública de cuentas, respeto por la constitución); y transversales (combinando diferentes elementos de las anteriores).

En Senegal, como tan a menudo en África occidental, las campañas republicanas movilizan a muchísima gente y atraen un amplio apoyo. Generalmente, durante estas campañas, los movimientos sociales y la gente común ofrecen apoyo a los partidos de oposición. Ninguno de ellos comparte necesariamente la agenda política o la ideología de partidos de oposición, pero aceptan una alianza en nombre del bien común. Este ha sido a menudo el caso en Senegal. Por ejemplo, el movimiento Y’en a Marre, que encarnó el rostro de protesta contra el entonces presidente Abdoulaye Wade en 2011-12, contribuyó indirectamente a su reemplazo en las urnas por Macky Sall en 2012. Hoy, sin embargo, este movimiento está experimentando una relación difícil con el régimen de Sall.

Los senegaleses han participado siempre activamente en los grandes momentos de la vida nacional. Han actuado como un freno democrático a los despóticos excesos desde Senghor a Sall y han facilitado dos cambios pacíficos de poder político, en 2000 y 2012. Sin embargo, no debemos ser demasiado idealistas. En mi opinión, los movimientos sociales no son suficientemente radicales en sus demandas.

La recurrencia cíclica de los temas que provocan las movilizaciones populares (por ejemplo, el “tercer mandato” presidencial) demuestra esta falta de radicalismo. Esto evidencia que no se encontró una solución sostenible, una que atacara la raíz del problema, el mismo problema que provocó anteriores campañas. Los movimientos sociales suelen operar, a menudo, en modo “reformista”, mejorando un sistema disfuncional en lugar de sentar las bases para unas alternativas políticas democráticas. Aun reconociendo las limitaciones de los partidos políticos, rara vez cuestionan el sistema electoral que sustenta el poder de esos partidos. Al no desafiar el derecho a gobernar de los partidos políticos dominantes, los movimientos ceden la iniciativa política. Una vez en el poder, los antiguos partidos de la oposición no están obligados a implementar las reformas propugnadas por los movimientos sociales.

Si bien los movimientos sociales de Senegal juegan un papel importante como reguladores políticos, en la práctica han hecho más para resolver los conflictos dentro de la oligarquía política que para abrir nuevos horizontes para una política genuinamente democrática. Sin embargo, dadas las desigualdades y sufrimiento vinculados al modelo senegalés de crecimiento sin desarrollo, podemos esperar que la gente se vuelva más radical en sus demandas. Esto es especialmente cierto en el caso de las demandas económicas, como acceso a un empleo decente, que los políticos siguen ignorando.

y_en_a_marre_senegal_logo_facebook.jpgLeo Zeilig: La figura de la oposición Ousmane Sonko ha hablado ampliamente de transformación popular. ¿Cuán seriamente debemos tomar su proyecto nacional de desarrollo?

Ndongo Samba Sylla: En los últimos años, Sonko se ha convertido en el fenómeno de la política senegalesa.

El exinspector de impuestos y propiedades se dio a conocer al público en general denunciando cuestiones sobre temas de transparencia financiera. Fue elegido miembro del parlamento en 2017 y quedó tercero en las elecciones presidenciales de 2019 con un 15 % de los votos. Posteriormente, ganó impulso político y se estableció como el líder de la oposición de Senegal. Después de presentarse inicialmente como un pragmático que trasciende las habituales divisiones ideológicas, Sonko ha desarrollado gradualmente sus credenciales panafricanistas y ha dado un enfoque más izquierdista a su discurso político.

Una acusación de violación, aún pendiente ante los tribunales senegaleses, fue el pretexto del actual régimen para ponerlo fuera de la política. Pero este intento fracasó cuando Sonko llamó a sus seguidores a resistir la tiranía. En un contexto de diversas frustraciones causadas por las medidas tomadas para combatir la covid-19, los jóvenes respondieron con una movilización nacional masiva durante cinco días en marzo de 2021. La situación saltó fuera de control, exigiendo una solución política más allá de la capacidad de una abrumada policía. Sall rompió su silencio y liberó a Sonko en un intento de devolver la calma.

Desde entonces, la popularidad de Sonko ha seguido creciendo, especialmente entre los jóvenes y miembros de la diáspora. Creen en su proyecto de poner a Senegal en el camino de transparencia, buen gobierno y una forma de desarrollo basada en la recuperación de los instrumentos de soberanía, incluida la moneda.

Sonko es así el campeón de todos los que aspiran a un Senegal con mayor autonomía de Francia, incluidos algunos partidos y movimientos de izquierda. Para sus seguidores representa la esperanza de un nuevo Senegal que pueda extender su ejemplo al resto del continente. Para sus más fieros oponentes, notablemente los proponentes del orden neocolonial, es la mayor amenaza a la que se han enfrentado.

Es probable que las tensiones sigan siendo altas desde ahora hasta las elecciones presidenciales de febrero de 2024. Sall aún se niega a decir si tiene la intención de presentarse, aunque ahora se encuentra en su segundo y, en principio, último mandato en el cargo.

Ndongo Samba Sylla & Leo Zeilig

* Este artículo es un extracto de la entrevista editada en ROAPE.net, traducida por Maggie Sumner.

Fuente African Arguments

[CIDAF-UCM]

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