«Nunca he conocido el apartheid», declara Pretty Yende, de 31 años, que cree en «un mundo de infinitas posibilidades». La sudafricana será, en la Opera de París, la primera soprano negra en encarnar el papel de «Lucia di Lammermoor».
«Vivimos en una época maravillosa, donde el color de la piel es menos importante que el talento», declaró la joven con una brillante sonrisa, que asegura no haber experimentado ningún tipo de discriminación por parte de los principales teatros de ópera.
Nacida en 1985 en la pequeña ciudad de Piet Retief, a 300 kilómetros de Johannesburgo, su primer contacto con la ópera se produce a los 16 años, escuchando el famoso «Duo des fleurs» de Lakmé en televisión.
«Me pareció que era mágico, sobrenatural», se ríe. «Cuando supe que se llamaba ópera y que lo sobrenatural venía de la voz humana, me dije que yo tenía que cantar así».
Se unió al coro de la escuela y, a continuación, fue con una beca a estudiar en el Colegio sudafricano de Música en la Universidad de Ciudad del Cabo. Su profesora Virginia Davids, es la primera mujer negra que había aparecido en una escena de ópera durante el apartheid. «Me dijeron que en aquella época, los cantantes negros ni siquiera eran admitidos en el plan de estudios de música. Esto cambió con Mandela», recuerda.
En los últimos años, una nueva generación de cantantes negros de Sudáfrica ha aparecido en el escenario mundial: Pumeza Matshikiza, apodada la «Calas de los municipios», seis años más tarde Yende, ha abierto el camino. «Mi apuesta es que en los próximos veinte años, muchos jóvenes con talento en Sudáfrica se las arreglarán para irrumpir en el escenario mundial».
«Somos un país que canta. Está en nuestro ADN, nuestras madres nos cantan para dormir por la noche, nuestros padres cantan cuando trabajan, cantamos cuando estamos tristes o enojados». «Me crié en una familia donde cantábamos mucho. Después de la cena, escuchábamos música y empecé a cantar en la iglesia con mi abuela a los 5 años».
De pequeña, tenía la intención de ser contable. «De lo contrario, podría haber sido chef, me encanta cocinar», se ríe.
La carrera lírica de Yende despegó a los 26 años, cuando ganó, en 2011, todos los premios del concurso Operalia, para jóvenes cantantes, creado por Plácido Domingo, después de haber triunfado dos años antes en el Concurso Belvedere de Viena en ambas categorías, ópera y opereta.
Se integró en el año 2010 a la academia de jóvenes cantantes de la Scala de Milán, donde hizo su debut.
En 2013, sustituye en el Met de Nueva York a Nino Machaidze en «Le Comte Ory» de Rossini junto a Juan Diego Flórez y fue la sensación. El New York Times se refiere a «su voz luminosa» y a su «precisión centelleante» en los agudos.
Poco después, es a Cecilia Bartoli a la que sustituye en Viena en el mismo papel. Cantó después en Berlín, Los Ángeles, Barcelona, Hamburgo y París, donde fue una «Rosina» efervescente en «El Barbero de Sevilla».
El futuro pinta bien: pronto vamos a verla en Munich en el Elixir de Amor, donde volverá a ser Rosina en el «Barbero de Sevilla» y Julieta en «Romeo y Julieta» en el Met y cantará Adina del «Elixir «en mayo y junio, en el Covent Garden.
¿Su sueño? «Cantar las tres reinas de Donizetti («Anna Bolena», «María Stuarda» y Roberto Devereux»)», pero sólo si mi voz está lista”, asegura ella prudente.
Las melodías desgarradoras de «Lucia di Lammermoor» le parecían imposibles de cantar hace sólo cinco años, y fue Stéphane Lissner, entonces jefe de la Scala y su director de casting, Ilias Tzempetonidis quien la convencieron. Hoy en día forma parte del rutilante mundo de estrellas en ascenso (junto con la mezzosoprano Anita Rachvelishvili de Georgia y la americana Nadine Sierra). Pretty Yende acaba de lanzar su primer disco, «A journey» (Sony Classical).
slateafrique.com
Fundación Sur