Entre los signos de deshumanización en nuestras sociedades observamos que la trata y tráfico de personas, sobre todo de mujeres y niñas, es uno de los más frecuentes y crueles por tratarse de las personas más vulnerables.
«Y es el drama que hoy siguen sufriendo miles de personas, fundamentalmente mujeres y niñas, que están sometidas a múltiples formas de explotación y a la esclavitud doméstica, sexual y laboral» (OMP). Agradecemos a «Las religiosas Oblatas, quienes, durante los últimos 115 años, nos han ayudado a sensibilizarnos en ese sentido. Gracias por vuestra tarea silenciosa y escondida, para defender la dignidad de cada persona«.
Cada 8 de febrero es una Jornada de Oración y Reflexión sobre la Trata de Personas, al celebrar la memoria de Josefina Bakhita, una santa africana que padeció la esclavitud. A mediados del siglo XIX esta mujer sudanesa fue capturada y vendida varias veces sufriendo violencia por diferentes señores. Finalmente, al servicio de sus amos italianos, descubrió el cristianismo, que sintió fundamentalmente como un encuentro con un amor más grande y entrañable que, por primera vez, la trataba con la dignidad que merecía.
Esta esclavitud continúa hoy en forma de trata. La trata de personas consiste en “reclutar, trasladar, desplazar, ocultar o recibir personas por medio de amenazas, uso de la fuerza u otras formas de coacción, secuestro, fraude, engaño, abuso de poder, con el propósito de explotarlas”.
Hay que dar voz y visibilizar la situación de violencia en la que estas personas se encuentran. Este día es una invitación a caminar por la dignidad de toda persona que nunca puede ser utilizada para el beneficio y el egoísmo de ninguna otra persona.
Todos tenemos una dignidad, un valor incalculable que nos impide ser tratados como meros objetos.
En ese sentido hay mucho que trabajar cuando se constata que el consumo de prostitución es de gente cada vez más joven; cuando la violencia de género está establecida y extendida; cuando el individualismo nos impide vivir relaciones solidarias en respeto y cuidado mutuo.
Dar dignidad a cada persona que nos encontramos, y especialmente a las personas vulnerables, nos eleva como sociedad. Nuestra forma de tratar y empoderar cada vida humana, delata nuestro grado de responsabilidad, cuidado mutuo y de humanidad.
CIDAF-UCM