Una de las primeras cosas que sorprenden en África, dadas sus condiciones de vida, es el uso masivo que se hace del teléfono móvil. Los datos utilizados en este artículo proceden del informe de referencia internacional de GSMA (un grupo que representa los intereses de más de 300 empresas y 800 operadores de móviles). Los comentarios se basan en las entrevistas realizadas por el autor a las cuatro empresas principales del sector en Ghana (Mtn, Tigo, Vodafone y Airtel) y en las lecturas de la documentación sobre el tema.
Casi la mitad de la población africana (46%, más de 500 millones de personas) estaba suscripta a los servicios de telefonía móvil a finales del año 2015. El crecimiento de los suscriptores es rápido (se ha triplicado en los últimos cinco años), converge con la media global aunque el precio de adquisición es una barrera clave para su expansión. Se estima que en 2020 habrá 725 millones de suscriptores, es decir, casi 250 millones más que ahora. África es la segunda mayor región del mundo por el número de suscriptores, pero todavía comparativamente la menos penetrada por esta nueva tecnología.
La “economía móvil” ha generado el 6,7% del PIB y 3.8 millones de empleos (directos-1,3 millones- en el sector e indirectos-2,5 millones- en otros sectores relacionados) el pasado año, y se espera que alcance el 7,6% en 2020. Los ingresos públicos por impuestos derivados de esta actividad se elevan a 17 mil millones de dólares.
La “economía móvil” está contribuyendo a la mejora de la productividad y a la modernización del sistema económico. Los pagos electrónicos están facilitando las operaciones financieras, África oriental es ya a día de hoy un líder mundial en comercio electrónico y los servicios médicos y ambulatorios están reduciendo los tiempos de atención y respuesta a los pacientes. El progreso técnico permite disminuir costes y aumentar rendimientos.
Hay constancia -experiencia de M-PESA en Kenia- de que el coste de los pagos con “dinero móvil” es menor que el de las transferencias bancarias, el uso del dinero móvil aumenta la utilización de las cuentas de ahorro formales, facilita el acceso a mayores importes de crédito comercial, ayuda a la inclusión financiera de los hogares, reduce las restricciones financieras de las empresas y les permite lograr mayores niveles de producción.
Estas características del “dinero móvil” son importantes en los países en desarrollo. Porque en ellos, no sólo es clave el acceso a los servicios de crédito por parte de las empresas, sino también la existencia de servicios de pago efectivos.
Se sabe también que el “dinero móvil” por parte de los hogares está aumentando las posibilidades de recibir remesas de los emigrantes, recibirlas más frecuentemente y en importes mayores, en comparación con los hogares no usuarios de móvil; lo que está permitiendo a su vez elevar la capacidad de consumo e inversión de los usuarios.
Por otra parte, solamente en África occidental, más de 150 millones de personas no tienen acceso a la electricidad. La energía solar ha venido a dar una posibilidad de solución a este problema. En hogares con energía solar, la medición del consumo con el móvil y el pago con “dinero móvil” es automático y más barato.
Un grave problema en África es la identificación de las personas. Se estima que hay más de 400 millones de personas no identificadas, localizadas sobre todo en zonas rurales. La falta de identificación plantea problemas de definición de los derechos de propiedad de la tierra, de acceso a los servicios financieros, a la escuela, a los servicios de salud, a los programas de vacunación, a las ayudas del gobierno y al derecho al voto. El teléfono móvil se está utilizando como un instrumento útil para el registro civil.
Las barreras existentes al progreso son aun importantes: el precio de compra de un móvil es todavía elevado sobre todo para los más pobres, la cobertura de extensas zonas rurales es baja y el alto nivel de analfabetismo impide una utilización eficaz de esta nueva tecnología.
La experiencia de Uganda de una estrategia nacional de promoción del acceso al móvil, provisión de una regulación que promueva la competencia entre operadores y defienda al consumidor, reducción de los costes de inversión en infraestructuras (evitando duplicidades), seguridad de las redes y alivio de la carga fiscal del sector contribuiría a la ampliación de la cobertura geográfica y social de la nueva tecnología, sobre todo en las áreas rurales más remotas.
En conclusión, la “economía móvil” está facilitando la inclusión financiera de hogares y empresas, aumenta el acceso al crédito de los hogares rurales pobres, puede reducir la brecha digital campo-ciudad, eleva el consumo y la inversión, y estimula la productividad y el crecimiento.
José María Mella Márquez
[CIDAF-UCM]