África tiene algunos retos candentes sobre la mesa como: la corrupción de muchos líderes, el acaparamiento de sus tierra o de sus minas por parte de compañías extranjeras, la imposición de semillas foráneas, la privatización de sus servicios públicos, la violencia de grupos armados, etc.
Al mismo tiempo contamos con líderes sociales africanos de extraordinaria vitalidad y valentía, que se juegan la vida en las cárceles, en la lucha diaria por el respeto de los derechos humanos. Dos ejemplos excepcionales son la ugandesa Bridget Mugambe y el senegalés Amadou Kanoute.
Si las compañías despojan de sus tierras a los moradores sin ninguna compensación o alternativa, los empujan a la miseria.
Con la ayuda de los medios de comunicación digitales para la concientización ciudadana, intentamos buscar soluciones africanas en temas como el sistema de propiedad de la tierra, la producción de alimentos, las semillas o la agroecología.
Hemos conseguido el rechazo a la modificación genética de los plátanos, que son nuestro alimento básico, como también la del algodón.
El gran desafío al que nos enfrentamos es que el robo de la tierra ha sido legalizado y eso es preocupante. En muchos países de África, las mujeres, que son las que más trabajan la tierra, no tienen la oportunidad del acceso a la tierra.
Lo positivo es que la sociedad civil, tanto en Senegal como en Uganda, y en la mayoría de los países africanos, está cada día más comprometida en la toma de decisiones, incluso en las zonas rurales.
El 65% de la población depende de la tierra para su subsistencia y hay que parar el acaparamiento de tierras. La tierra alimenta y da cobijo, genera empleo y riqueza al 75% de la población que vivió del campo.
Diez países africanos, y este número aumenta, han suscrito acuerdos con grandes multinacionales apoyadas por el G8, como Unilever, Coca Cola y algunas empresas africanas, para cambiar las leyes sobre la modificación genética de las semillas y de oros productos. Malaui por ejemplo ha reservado 200.000 hectáreas para tales empresas.
El enriquecimiento rápido de una minoría, privando de sus tierras ancestrales a una mayoría de los pueblos africanos, es como montar una “bomba de relojería” para una explosión social de consecuencias alarmantes.
Esperamos que la sociedad africana no tarde en levantarse para liberar pacíficamente sus tierras, sus familias, sus culturas y su dignidad.
Inspirado en Mundo Negro. Nº.especial 16.
Editado por AFS