
Frente a una multitud de casi 30.000 personas, el senador estadounidense Bernie Sanders advirtió recientemente: “Vivimos en un momento de extraordinario peligro”. El exconcejal de la ciudad de Nueva York, Carlos Menchaca, estuvo presente ese día, y comparte la misma sensación de peligro. Menchaca es un líder en derechos de los inmigrantes que recientemente estuvo en El Paso recopilando historias de migrantes que llegan a EE. UU. desde Venezuela y otros países. Es ciudadano estadounidense, pero siente la misma vulnerabilidad que ellos. Menchaca enfatiza que hay mucho en juego y que Estados Unidos se enfrenta actualmente a una crisis humanitaria.
Los casos de Mahmoud Khalil y Kilmar Abrego García, ambos residentes legales, son ejemplos de la extralimitación de la administración del presidente Donald Trump. Sin embargo, las deportaciones masivas y las actitudes negativas hacia los inmigrantes son problemas que comparten los dos principales partidos políticos.
Dado que Estados Unidos tiene el PIB nominal más alto del mundo, Menchaca señala que «los recursos que fluyen a través de nuestras comunidades nos impiden darnos cuenta de que, en realidad, estamos en una crisis humanitaria increíble«. Cree que «la economía es nuestro motor«, si se desploma «tendremos una verdadera revuelta«.
Esta crisis humanitaria la encontramos también en otras grandes potencias mundiales, como Rusia, China y Suráfrica, donde el inmenso poderío militar y económico no oculta una crisis grave de democracia, de opresión de los derechos humanos, de convivencia social en libertad y del empobrecimiento de la mayoría social.
Cuando la integración social se desmorona, no solamente entre los inmigrantes, sino en toda la sociedad, entonces ha llegado la hora, no de volver al poder militar o económico, sino al empoderamiento de los valores humanos por un renovado compromiso por una educación integral y por el trabajo corporativo en favor de un desarrollo humano y ecológico.
La crisis humanitaria que la UE sufre, se manifiesta claramente en el trato que otorga a los inmigrantes y en la incapacidad para elaborar unos acuerdos pactados para regular, facilitar y humanizar la acogida e integración de los inmigrantes en nuestra sociedad.
La presente actuación policial y militar de Trump en los EE. UU. para deportar inmigrantes, incluso trabajadores legales y profesionales, no solo delata la injusticia social y económica, sino también la locura de una humanidad sin alma ni corazón.
CIDAF-UCM


