Rebecca Davis, no es una bailarina normal. Ella es más que una bailarina de ballet moviéndose al ritmo de la música para ganarse la vida. Cuando no lleva las zapatillas de ballet, es una empresaria y activista social. La bailarina, nacida en Canadá, entró en la danza animada por su hermana mayor y también porque lo vio como un medio para contar historias de una manera que ningún otro medio podría. En una entrevista a The New Times, contó cómo fue su camino.
Rebecca recuerda, «mi hermana mayor estaba muy involucrada en la danza pero después de un tiempo lo dejó, mientras que yo me quedé. Supongo que me quedé porque vi la danza como un medio único para contar historias sobre la historia, la literatura y la sociedad de una forma que ningún otro medio podría hacerlo. Después de acabar el colegio en Canadá, me dieron una beca completa para estudiar coreografía en Rusia y más tarde regresé a los EE.UU. para montar mi propia compañía de danza».
La compañía de danza, “Rebecca Davies Dance Company (DRDC) se fundó en 2005, estaba compuesta por 11 bailarines profesionales y realizó giras por América durante 5 años. A partir de entonces, la compañía empezó a actuar por todo el mundo y rara vez actuaba en América.
Decidir montar su propia compañía después de graduarse de Rusia en lugar de incorporarse a una compañía de danza nos muestra la faceta emprendedora de la bailarina. «Tengo una licenciatura en administración de empresas, un postgrado en coreografía en Rusia y un master en relaciones internacionales. Es un reto personal el equilibrar los estudios académicos y la danza. Siempre estoy preocupada porque no puedo llegar a todo o no encuentro la solución para conciliar las dos cosas, pero la motivación me viene de los niños con los que trabajo».
Después de crear una producción titulada DARFUR en 2008, Rebecca comenzó a viajar a países donde se había producido un genocidio para examinar “in situ” los efectos de los conflictos étnicos y el camino hacia la reconciliación. Durante sus viajes, se le ocurrió que a través de lo que ella estaba haciendo se podría obtener un impacto positivo en la vida de los niños.
Volviendo a DRDC (su compañía) en Filadelfia, decidió comenzar proyectos en el extranjero que darían a los niños de la calle un refugio seguro a través de clases de baile.
Pensó que la DRDC podría utilizarse para ayudar a los niños en las zonas post-conflicto, si las clases de baile se combinaban con un modelo educativo para desarrollar las habilidades básicas de estos niños de la calle.
«Creo que es debido a la forma en que me crie. A mi hermana y a mí no enseñaron que siempre debíamos ayudar a los demás, que eso es parte de lo que significa ser una persona. Descubrí que la manera en la que yo sabía cómo hacerlo mejor era a través de la danza, mi pasión.
Es entonces cuando empezó a ir a los países que salían de un conflicto con el objetivo de logar un impacto positivo en la sociedad, a través de su compañía de danza. Hasta el momento su compañía está presente en Ruanda, Bosnia y Guinea con programas para atender a la población de estos países.
En Ruanda trabaja con Fidesco Ruanda, una organización sin ánimo de lucro que se hace cargo de los niños de la calle en Kigali, rehabilitándolos y reintegrándolos con sus familias. A través de la participación de su compañía de danza en el programa, los niños que están rehabilitándose reciben clases de baile y de informática. El programa está dirigido por un equipo de personal ruandés que trabaja con la compañía
«Cuando vine a Ruanda, me di cuenta de que había muchísima esperanza y posibilidades. Yo quería, a través de mi compañía, formar parte de los esfuerzos positivos que Ruanda estaba realizando”.
«El programa que ofrecemos en Fidesco consta de dos partes, tenemos clases de danza, para los niños de la calle, tres veces a la semana y clases de informática dos veces a la semana. El programa se desarrolla durante todo el año ya que los niños vienen durante un tiempo y después se les reintegra con sus familias y traemos nuevos niños».
Hasta ahora se ha notado una gran mejoría en los niños con los que hemos trabajado. «Los niños han comenzado a cambiar fisiológicamente a través del programa de baile ya que éste requiere de disciplina y determinación. Ellos mismos pidieron un programa informático para adquirir conocimientos que pudieran utilizar en otras partes y ahora están recogiendo sus frutos.
Puesto que ha estado en Ruanda ocho veces, Rebecca Davis habla en kinyarwanda para trabajar con los niños, por lo que le es muy fácil llevarse bien con ellos. A través de su programa, a algunos niños se les lleva a un internado para su educación primaria, «lo que me quita el sueño es mirar a los niños con los que trabajo y pensar que me gustaría que todos pudieran ir a un internado”. Sobre sus planes de futuro Rebecca Davis afirma: «quiero seguir construyendo un sólido modelo de organización y enviarlo a organizaciones y gobiernos y crear un grupo profesional de baile con los niños de la calle con los que he trabajado y con los que estoy trabajando. Creo que si los artistas sobre el escenario fueran estos niños contarían su historia desde una plataforma más grande y servirían como modelo otros niños de la calle”.
[Mwai Collins, The New Times-Fundación Sur]
