Una creciente marea de somalíes que huyen del conflicto en su país se ha dirigido a los campos de refugiados de la vecina Kenia, y Naciones Unidas ha declarado que no espera que el influjo decrezca pronto.
Un campo de refugiados de Dadaab, en el árido norte de Kenia, ha recibido 62.000 personas de Somalia, en 2008, comparado con los sólo 18.000 que recibió el año anterior, según publica la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, UNHCR.
“En enero de 2009, se han registrado más de 7.000 nuevas entradas”, declara el vicedirector de la UNHCR, Craig Johnstone, a la prensa durante una visita al campamento, realizada el día 4 de febrero.
Muchos esperan que la elección de un nuevo presidente en Somalia, el islamista moderado Sheikh Sharif Ahmed, pueda restaurar una paz duradera y la estabilidad en el país del Cuerno de África, y que termine con el flujo de refugiados.
Cerca de 17.400 civiles han muerto y millones se han visto desplazados durante la atroz insurgencia que comenzó hace dos años. Los trabajadores humanitarios dicen que la crisis humanitaria de Somalia, en la que un tercio de la población (de 10 millones) necesita ayuda alimentaria, es la peor del mundo.
Los tres campos de Dadaab, Dagahaley, Ifo y Hagadera, están formados principalmente por endebles cabañas y tiendas, en terrenos bajos arenosos, ahora albergan a 247.182 personas, convirtiéndolo en uno de los mayores campos de refugiados del mundo”, asegura Johnstone.
El representante de la Agencia de las Naciones Unidas declaró que estaba en Kenia para pedir al gobierno más tierra para albergar a otros 100.000 refugiados y también para discutir el asunto de la frontera común, que lleva cerrada desde 2007.
Debido a su relativa estabilidad, Kenia ha sido desde hace mucho tiempo un refugio para los que huyen de Somalia y de Sudán.
Las Naciones Unidas han estado negociando con las autoridades de Kenia la reapertura de los puntos de paso de la frontera, pero el gobierno mantiene que eso dejaría el país abierto a un influjo de refugiados y armas ligeras, que empeoraría la propia situación de inseguridad.
UNHCR asegura que la superpoblación ha agotado con creces los recursos y la infraestructura de los campos hasta más al límite de su capacidad y ha dado lugar a conflictos con los keniatas que viven en la región.
Siguen llegando más personas que tienen que asentarse allí con los familiares o amigos, o poner su tienda en cualquier trozo de tierra que puedan encontrar, lo que causa conflicto con los habitantes locales y los dueños de la tierra.
(News 24, Suráfrica, 05-02-09)