La Canción de Obama en Selma: América no es racista, sólo lo es Ferguson

15/04/2015 | Opinión

El paradigma de Obama en Selma 2015 engrana con su ficción de 2007: que los negros habían ya recorrido el 90% del camino hacia la igualdad

Barack Obama volvió a Selma, Alabama, el pasado sábado, con una versión actualizada de su discurso, durante otra conmemoración de la marcha en 1965 sobre el puente Edmund Pettus, de hace ocho años sobre la raza. El aquel entonces candidato presidencial, Obama dijo a la multitud en Brown Chapel AME Church que los negros ya habían recorrido «el 90% del camino» hacia la igualdad racial. Estaba implícitamente prediciendo que su elección como el primer presidente Negro impulsaría la igualdad racial total y marcaría el fin de la política racial en los Estados Unidos. Fue una mentira descarada, para cualquier tipo de estadística. Los negros nunca habían ganado más de 66 centavos del dólar blanco, y caerían mucho más atrás antes de que Obama volviera a Selma, una vez más. Catastróficamente, durante su administración, la riqueza de la familia afroamericana media se derrumbaría hasta una vigésima parte de la de los blancos.

Un año después de su primer discurso en Selma, la posición del reverendo Jeremiah Wright sobre la situación racial obligaría al candidato Obama a dar en Filadelfia una conferencia sobre el tema racial que fue ampliamente aclamada. Obama destrozó a su ex pastor por albergar una «visión profundamente distorsionada de este país – una visión que ve el racismo blanco como endémico» – termino definido como-“ perteneciente o nativo de un pueblo o país en particular». Obama negó que el racismo haya sido, en momento alguno endémico en los EE.UU.

Últimamente, Obama ha vuelto al tema del racismo endémico. El presidente declaró ante la enorme multitud en Selma que «Lo que ocurrió en Ferguson puede no ser puntual, pero ya no es endémico, o sancionado por la ley y la costumbre, como lo fue antes del Movimiento de Derechos Civiles”. Obama admite ahora que el racismo había sido endémico en el país, pero, al parecer, la marcha de los Pies Negros lo hizo desaparecer de manera que en la actualidad se limita a lugares como Ferguson. Obama señaló «Nosotros hacemos un flaco favor a la causa de la justicia insinuando que los prejuicios y la discriminación son inmutables, o que la división racial es inherente a América.» ¿Cómo se atreven a difamar de manera tan cruel acusándonos como la primera nación del apartheid en el mundo, un país elevado al estatus de superpotencia sobre tierra y mano de obra robadas?

Obama intenta dividir en dos el proceso histórico de Estados Unidos: antes de Los Derechos Civiles (BCR), frente a un después de Los Derechos Civiles (ACR); un ejercicio que le permite ignorar realidades raciales de hoy relegando la desigualdad racial endémica a la época anterior al derecho de voto y considerar como excepciones lugares como Ferguson y Missouri. El paradigma de Obama en 2015 en Selma engrana con su ficción de 2007, que los negros ya habían recorrido el 90% del camino hacia la igualdad y estaban a solo un voto presidencial para completar el proceso, que es otra forma de decir que el Partido Demócrata les hará libres.

«Antes de ir a Selma, Obama tuvo cuidado de preservar las impunidades de los policías asesinos»

El razonamiento del presidente también da ayuda y consuelo a la mayoría de los blancos, entre ellos a jóvenes, que creen que ahora son los blancos la clase más discriminada en Estados Unidos. Si el racismo endémico ha sido casi eliminado y los negros ya han alcanzado casi el mismo estatus, entonces las protestas de los negros son infundadas y de carácter maliciosamente racista. El verdadero problema, por lo tanto, seria «racismo inverso»: que las vidas de los negros son más importantes. Como los estudiosos blancos antirracistas Paul Street y Tim Wise advirtieron en el período previo a las elecciones de 2008, muchos blancos interpretan que la ascensión de Obama quita toda legitimidad a las quejas de los Negros. La retórica y la conducta de Obama fortalecen esta retorcida visión.

Antes de ir a Selma, Obama tuvo cuidado de preservar la impunidad de los policías asesinos. Se mantiene firme en la decisión del fiscal general Eric Holder de no procesar al ex oficial Ferguson Darren Wilson por cargos de derechos civiles en la muerte de Michael Brown. Según dijo el presidente a una multitud en gran medida Negra en Carolina del Sur, Wilson, «como cualquier otra persona que está acusada de un delito, tiene derecho a un debido proceso y a un estándar de duda razonable… Si hay incertidumbre sobre lo que pasó, entonces no se puede acusarle por la sola razón de que lo ocurrido fue trágico.»

Para Obama y Holder, el asesinato rutinario de negros desarmados por la policía es «trágico», pero no es prueba de algo endémico en la sociedad estadounidense, desde luego, no es algo de lo que tenga que preocuparse el Departamento de Justicia de los Estados Unidos.

La división de la historia de Estados Unidos en periodos de pre y post Selma es también una forma de deslegitimar las luchas que siguieron después de la aprobación de la legislación de los derechos civiles: las batallas contra la injusticia social nacional y mundial y la lucha contra lo que el Partido de las Panteras Negras para la autodefensa llamaba a la policía «ejército de ocupación». Cinco años después de los acontecimientos en el puente Edmund Pettus, la política nacional de encarcelación de Negros en masa llegó a su pleno funcionamiento. En el espacio de dos generaciones, todo un pueblo sería considerado como criminal por el encarcelamiento en masa de negros, lo que Michelle Alexander llamaba «The New Jim Crow», un sistema tan extendido y que sigue firme en el que una de cada ocho personas privadas de libertad en el mundo es ahora un afroamericano. Este es el sistema que Obama y Holder defienden vigorosamente.

El congresista negro de Atlanta, John Lewis, que fue golpeado sin ningún motivo por la Alabama Highway Patrol en Edmund Pettus Bridge, dijo a una gran muchedumbre el pasado fin de semana: «Si alguien me hubiera dicho hace 50 años que estaría de vuelta en este puente anunciando un presidente negro de los Estados Unidos, Yo le hubiera dicho: estás loco.»

De igual manera, si alguien hubiera dicho, allá por 2007, cuando Barack Obama habló en Brown Chapel AME Church, que iba a superar a George Bush en el fomento de la guerra y el caos en el mundo, incluyendo una campaña de bombardeos de 7 meses contra un país africano; que iba a eximir de sanciones criminales a banqueros «demasiado grandes para la cárcel»; aprobar una ley que anula efectivamente el debido proceso legal (excepto, al parecer, para policías asesinos); y debilitar la educación pública a favor de la educación privada, en resumen, que el primer presidente Negro se convertiría en el «malvado más eficaz«, pocos lo hubieran creído. Pero ahora lo sabemos.

Es un puente que los negros tenían que cruzar dolorosamente para llegar al otro lado de la ilusión.

Glen Ford

Black Agenda Report

(Fundación Sur)

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

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