«La Batalla de Kigali»: La retirada del 3 de julio de 1994

23/06/2015 | Crónicas y reportajes

renzaho.jpg Las últimas páginas del libro de Tharcisse Renzaho «Ruanda: La batalla de Kigali» se centran en las operaciones humanitarias y militares para desplazar fuera de la ciudad a la población civil que había sido atrapada desde el 6 de abril 1994 y que contaba para su seguridad con las fuerzas del gobierno.

Después del asesinato del presidente Juvenal Habyarimana y la ofensiva general del FPR para tomar el poder por la fuerza en Ruanda, muchos residentes de la capital se vieron obligados a abandonar la ciudad.

Los primeros en escapar tuvieron suerte de librarse de las balas o bombas de los dos bandos o de los machetes de los Interahamwe, el ala juvenil del MRND, el partido político del presidente.

Recordemos que fuentes del interior del FPR, como el autor de la obra «Ruanda: La Historia Oculta», Abdul Joshua Ruzibiza, han confirmado la presencia de un número importante de elementos del FPR infiltrados en ese grupo, y que estos fueron los más activos en las matanzas por motivos, hoy comprensibles, de ayudar a coger el poder a los actuales dirigentes ruandeses.

Residentes de Kigali que permanecieron en la ciudad, a pesar de la situación de deterioro, semana tras semana, tendrían que esperar hasta el último día, cuando el ejército del gobierno de Ruanda se vio obligado a retirarse de la capital.

Eso sería el 3 de julio 1994, casi tres meses después del inicio del período más corto pero más sangriento de la historia de Ruanda.

En el frente militar, las «Fuerzas Armadas Ruandesas ‘(FAR) habían ido perdiendo terreno poco a poco. Muchos intentos del gobierno interino de Jean Kambanda para un alto el fuego habían sido sistemáticamente rechazados por el FPR.

La caída del campamento militar de Kanombe, entre el 21 y el 23 de mayo 1994, y la pérdida de la colina de Mburabuturo hacia mediados de junio 1994 significaron que el ejército gubernamental no tenía ya control sobre las zonas de Gikondo y Kicukiro.

Muchas posiciones defensivas de Kigali habían estado en manos de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR), incluso antes de la fatídica fecha del 6 de abril de 1994.

Esto fue parte de un acuerdo firmado el 24 de diciembre 1993 entre los bandos combatientes y las nuevas fuerzas de paz de la ONU para ayudar a implementar los Acuerdos de Arusha del 3 de agosto de 1993.

Desde el inicio del conflicto el 1 de octubre de 1990, el gobierno de Habyarimana había sufrido de forma continua y eficaz una campaña bien orquestada de diabolización por parte del FPR.

Las primeras fuerzas de paz de la ONU llegaron a Ruanda en octubre / noviembre de 1993. Sin embargo, como consecuencia de dicha diabolizacion del gobierno establecido, la UNAMIR, bajo el mando del Comandante Militar, general Romeo Dallaire, apoyaría al enemigo en los momentos cruciales del combate en 1994. Por ejemplo, trabajaría con empeño para entregar al RPF las posiciones defensivas que ocupaba en la Kigali Weapons Safe Area (KWSA) cuando la guerra evolucionó hacia la victoria de los rebeldes.

En la víspera de la retirada definitiva de Kigali, las FAR habían logrado mantener algunas posiciones en la ciudad y sus alrededores. Estas incluían:

– Los campos de la guardia presidencial en Kimihurura y la «gendarmería» en Kacyiru, que había resistido hasta el momento a pesar de que había sido rodeada y constantemente atacada por las fuerzas del FPR desde las primeras horas del 07 de abril 1994.

– Una línea defensiva que va desde el semáforo de Nyabugogo continuando hacia el valle de Rwampara y el Monte Kigali; la posición militar en este pico sería crucial en la defensa de la ciudad y durante la retirada; Las FAR habían sido bien alertadas de no incluirlo en las zonas negociables en las discusiones de KWSA

– Las FAR controlaban aun los picos y laderas de Runda con vistas al río Nyabarongo, el puente Nyaruteja, en la carretera de Kigali-Gitarama, y el extenso altiplano de Shyorongi que conduce a la zona de Rulindo; las fuerzas del gobierno consiguieron guardar estas posiciones durante casi los tres meses de combate gracias al sacrificio de muchos de sus hombres.

Con el paso de los días las FAR no pudieron resistir mucho más tiempo. Habían tenido que hacer frente a muchos desafíos para poder cumplir con su responsabilidad de defender adecuadamente el país, y en particular la capital. Los principales fueron:

– UNAMIR, que se suponía iba a ser neutral, se puso desde el principio del lado de los rebeldes y facilitó en gran medida su victoria final, sobre todo, dándoles las posiciones defensivas de Kigali que las fuerzas de paz de la ONU tenían que controlar según lo acordado.

– La complicidad con el enemigo de algunos oficiales de alto rango en las fuerzas del gobierno.

– El embargo militar contra las FAR decidido por el Consejo de Seguridad el 17 de mayo de 1994.

– El rechazo categórico de alto el fuego por el FPR.

Tharcisse Renzaho explica en su libro cómo fue gestionada la retirada de Kigali y sus desafíos. Sin suficientes municiones para continuar la defensa de la ciudad, la decisión de retirarse se confirmó en los primeros días de julio.

Renzaho escribe «El 2 de julio de 1994 a las 20:00 pm, un oficial de la sede de la» gendarmería «me llamó para informarme que las FAR estaban dejando Kigali por falta de municiones». (Página 295).

El principal desafío en la retirada de la ciudad era informar a la población que se había quedado en las diferentes áreas de la pequeña bolsa de resistencia en las colinas de Nyarugenge y Nyamirambo rechazando hasta el momento los ataques del FPR, sin alertar al enemigo sobre la maniobra militar que se estaba llevando a cabo.

Las FAR habían previsto una importante operación militar para romper el asedio del FPR sobre Kigali con el fin de salir de la ciudad y salvaguardar así la vida de muchos a los que los rebeldes habían estado atacando día tras día con bombardeos al azar.

La información sobre la retirada fue comunicada a través de un canal establecido y desarrollado cuando el conflicto evolucionó que consistía en nueve responsables de los sectores que todavía estaban bajo el control del ejército gubernamental en la ciudad.

El 3 de julio de 1994 hacia las cuatro de la tarde, todos los que querían salir de la ciudad, supuestamente bajo la protección de las FAR, fueron informados de los preparativos para la retirada. La operación se inició al anochecer de ese mismo día- más precisamente a las 6:30 pm.- por las unidades de reconocimiento que tenían la misión de mover, abrir y romper el cerco de las FPR.

El autor explica «… ¡Las tropas del FPR ya ocupaban el puente sobre el río Nyabarongo, en la carretera de Kigali-Gitarama! Por consiguiente, era imposible pasar por esa dirección para llegar a Ndiza en Gitarama; la única opción que quedaba era ir hacia Bumbogo, en el norte de Kigali, usando la pequeña carretera de Muhanda, junto al río, para llegar al centro de Muhondo… Fue el 4 de julio de 1994 a las 5:00 am.». (página 298).

En medio de misiles, granadas propulsadas y bombas lanzadas por el FPR contra la población que huía, – con elementos de las FAR luchando tanto como podían – y el sacrificio de cientos de vidas, tanto militares como civiles, la mayoría de la gente que residía en Kigali, es decir, decenas de miles, lograron salir del asedio.

A partir de entonces, la mayor parte del flujo de la población, que incluía los que habían venido de diferentes regiones del país huyendo de las matanzas del FPR, de Byumba, Kibungo y de las zonas rurales de Kigali, se instaló temporalmente por un día o dos en el área de Muhondo. Pero cuando se enteraron de las masacres que los rebeldes del FPR estaban cometiendo contra los civiles que habían tomado la dirección de Rulindo, en el norte rural de Kigali, tuvieron que moverse rápidamente hacia el Oeste (Gisenyi) por la ruta más corta.

El éxodo de la población de Ruanda de sus fronteras nacionales, en proporciones sin precedentes, ya había comenzado. A mediados de agosto 1994 casi la mitad de los ruandeses estaban refugiados en los países vecinos y más allá. El desplazamiento interno masivo de poblaciones, provocado por las atrocidades de los rebeldes, había comenzado unos años antes con el ataque de Ruanda, el 1 de octubre de 1990. En vísperas del asesinato del presidente Habyarimana, 1 millón de desplazados vivían miserablemente en las afueras de Kigali.

Desde entonces, las guerras y las masacres de poblaciones que han caracterizado a la región y han visto la muerte de millones de civiles deben ser consideradas desde la perspectiva del fin de la Guerra Fría, con Estados Unidos como única superpotencia del momento reorganizando su influencia en África, y desde la voluntad de los señores de la guerra locales, incluyendo el actual presidente de Ruanda, Paul Kagame, de establecer un nuevo orden social basado en la ideología de la supremacía histórica de su grupo étnico tutsi.

El libro de Tharcisse Renzaho tiene esa particularidad de describir en muchos detalles los acontecimientos que se desarrollaron en Ruanda durante los trágicos 100 días de 1994 desde la perspectiva de un personaje público, que participó activamente como Alcalde de Kigali.

Él está actual y desafortunadamente condenado por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), que ha aplicado la justicia de los vencedores en lugar de investigar y juzgar a los responsables de las atrocidades cometidas contra el pueblo ruandés en su conjunto.

The Rising Continent

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]

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