Sin más investigación y acción, la omnipresencia de bolsas de plástico seguirá socavando la salud del suelo y de la población de Uganda.
A diferencia de otros países de África Oriental, Uganda no ha conseguido aplicar la prohibición de bolsas de plástico de un solo uso. Estas siguen siendo producidas y circulando a una escala alarmante. Las bolsas de plástico, conocidas localmente como kaveeras, están por todas partes. Como resultado, la acumulación de microplástico en suelos agrícolas continúa. Las implicaciones a largo plazo para la salud del suelo, la calidad de los cultivos y, en consecuencia, para los sistemas alimentarios locales y la seguridad alimentaria, son convenientemente ignoradas.
Más del 66 % de los ugandeses trabajan en la agricultura, y cerca del 72 % de la tierra está destinada a la agricultura. Las operaciones agrícolas son realizadas principalmente por pequeños agricultores, cuyos medios de vida se enfrentan a importantes amenazas debido al cambio climático y al deterioro de la productividad del suelo.
La adaptación al cambio climático en la agricultura se ha convertido en una preocupación clave entre los actores del desarrollo y los gobiernos de todo el continente. También el gobierno de Uganda ha respaldado con entusiasmo varias iniciativas locales e internacionales de agricultura climáticamente adaptadas y sistemas agrícolas agroecológicos. Estos respaldos no siempre han ido acompañados de la aplicación de políticas que permitan minimizar las amenazas y los riesgos a los que se enfrentan los agricultores. La contaminación por plásticos es un aspecto que a menudo se pasa por alto en este contexto.
El gobierno de Uganda introdujo por primera vez la prohibición de bolsas de plástico de un solo uso en 2007, y de nuevo en 2009, 2015, 2018 y 2021. Estas prohibieron la importación, la exportación, la fabricación local y el uso de productos plásticos de polietileno de menos de 30 micras. A pesar de estas políticas, la aplicación de la prohibición de las kaveera ha sido inconsistente y, en gran medida, ineficaz. Se siguen fabricando y distribuyendo ampliamente bolsas de plástico para uso local, así como contrabandeándolas a países vecinos. En las zonas urbanas obstruyen los sistemas de drenaje y, una vez desechadas, ensucian los espacios públicos. En todo el país siguen acumulándose en cuerpos de agua y tierras de cultivo.
La ciudad de Gulu, en el norte de Uganda, donde vivo, es un buen ejemplo de la extendida prevalencia de las bolsas de plástico, no solo en la vida de la gente, sino también en el entorno natural y los terrenos agrícolas. Aquí, las bolsas de plástico ocupan un lugar destacado en la distribución de alimentos, así como en las relaciones sociales y en el imaginario popular. La gente que vive en la pobreza no puede permitirse comprar alimentos a granel, por lo que compran a diario, en pequeñas porciones. Las kaveeras desempeñan un papel crucial en la distribución de alimentos por parte de los vendedores.
En el Mercado Principal de Gulu, la escena típica en las horas punta de la tarde son filas de vendedores sentados en la zona de aparcamiento, con sus productos dispuestos para la venta. Junto a la mercancía hay paquetes de kaveera. Es inimaginable entregar a un cliente, por ejemplo, tomates que no estén previamente envasados en al menos una bolsa de plástico. Al salir del mercado, se llevan varias kaveeras con alimentos. Hay dignidad en llegar a casa con una kaveera y se espera implícitamente de todos los visitantes y proveedores.
El plástico, junto con otros residuos, es, a menudo, quemado en los hogares o desechado en el medio ambiente inmediatamente después de su uso. Termina en cuencas hidrográficas y huertos, donde a menudo es enterrado. Los residuos plásticos, incluyendo la kaveera, se descomponen lentamente mediante fotodegradación, creando microplásticos (diminutas partículas de plástico, apenas visibles a simple vista). Estos pequeños fragmentos persisten en el medio ambiente y pueden ser absorbidos en la tierra.
Un corto paseo en cualquier dirección alrededor de la ciudad de Gulu permite salir rápidamente del centro. Aquí, la agricultura urbana prospera con una gran variedad de opciones: huertos bien cuidados de maíz o plátanos, frondosos camellones de boniatos, ordenadas hileras de tomates y coles. Sin embargo, los huertos están constantemente, y como si lo hubieran hecho deliberadamente, sembrados con kaveera en diferentes etapas de descomposición, regados a diferentes ritmos, algunos más generosamente que otros. Durante la temporada de siembra, el plástico parece el cultivo principal en algunos huertos. Los pequeños brotes de maíz que germinan bien podrían ser maleza en un huerto de kaveera.
Los agricultores y los responsables políticos tienen muy poca información sobre las implicaciones a largo plazo de la contaminación por plástico para la salud del suelo. Existe muy poca investigación sobre el tema, especialmente en los países africanos. Los estudios existentes indican que los microplásticos pueden interferir con la fauna y la estructura del suelo, la retención de agua y el ciclo de los nutrientes. También hay evidencia de que las partículas de plástico pueden ser absorbidas por los cultivos, transportadas a través de sus raíces a las hojas y frutos y eventualmente ingeridas por humanos y ganado.
A pesar de estas amenazas la kaveera persiste en Uganda, si no prospera en todo el país. La economía de subsistencia y el pequeño comercio dependen de la circulación constante de la kaveera, pero el subproducto de esta circulación son enormes volúmenes de residuos plásticos que destruyen los mismos suelos agrícolas que producen los alimentos que se comercializan. En otras palabras, la kaveera está asfixiando el sistema alimentario que ayuda a sostener.
Donde la agroecología y otros usos regenerativos de los recursos naturales se promueven cada vez más entre los pequeños agricultores para mitigar los impactos del cambio climático y gestionar la salud del suelo, las políticas nacionales no deben permitir la destrucción ambiental generalizada en nombre de la industrialización.
Para que las prácticas agroecológicas y la agricultura resiliente al clima sean verdaderamente eficaces, debe haber un esfuerzo deliberado para comprender y abordar el impacto adverso de las actividades antropogénicas, incluida la contaminación del suelo por plásticos. La acción y las iniciativas comunitarias son esenciales en este contexto, pero también lo son la investigación rigurosa, las políticas basadas en la evidencia y su aplicación.
* La autora es agricultora y empresaria agroecológica radicada en Gulu, Uganda.
Fuente: African Arguments
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
[CIDAF-UCM]