Jacqueline Ki-Zerbo Coulibaly, una de las primeras universitarias del Oeste Africano

30/07/2010 | Bitácora africana

Más de una vez se ha dicho que detrás de un gran hombre suele haber una gran mujer. Estoy de acuerdo, y creo que Jacqueline Ki-Zerbo Coulibaly es un buen ejemplo de ello. El gran hombre, que fue el Profesor J. Ki-Zerbo, uno de los intelectuales más prestigiosos de África y también hombre político y militante de derechos humanos esconde la figura de la mujer que siempre estuvo a su lado, que lo acompañó y sostuvo en todas sus luchas. Su nombre aparece en numerosas entradas de Internet, pero los textos que encontramos nos dicen bien poco de ella y lo poco que dicen está relacionado con la gigantesca obra de su marido.

¿Quién no ha oído hablar del celebre historiador burkinabé cuya “Historia de África negra”, se convirtió en referencia obligada para los estudiosos de África? Pero, ¿cuantas personas, fuera de Burkina Faso, conocen algo más que el nombre de su mujer, una de las primeras universitarias del Oeste africano, educadora y militante de los derechos de las mujeres la mujer?

Jacqueline Ki-Zerbo Coulibaly nació en Mali pero ejerció la mayor pare de su vida profesional en Alto Volta

La conocí a mi llegada al país, en 1961. La independencia estaba recién estrenada. Era tiempo para soñar y comprometerse; tiempo para creer que otra África y otra sociedad eran posibles y que las élites africanas tenían la misión de construirla. La Señora Ki-Zerbó lo creía firmemente y quería transmitir a sus alumnas esta convicción.

Me impactó la personalidad y la fuerza de esta mujer, madre de varios hijos, educadora fuera de serie. Tenía una visión clara de lo que debía ser el papel de la mujer africana y de los cambios que eran necesarios para ello. Decía que el primer cambio tenía que hacerse en las “cabezas de hombres y mujeres” y que para eso era necesario que la escuela llegara al mayor número posible de gente. No podemos olvidar: la escolarización llegaba en ese momento a penas al 10% de los niños del país y el número de niñas escolarizadas era mucho menor que el de los niños. Jacqueline soñaba con que la educación no tardara en llegar a todos y que fuera una educación de calidad. Hablaba mucho de lo importante que era la educación de las niñas para el cambio. Era muy exigente con sus alumnas y las animaba a la excelencia, esperando que muchas de ellas pudieran tener acceso a la universidad.

Durante un año tuve ocasión de encontrarla muchas veces; en reuniones de la asociación femenina “Amistad Africana”, cuyo proyecto era crear un cuadro de encuentro para mujeres de Uagadugu. Las élites femeninas de la ciudad querían reflexionar sobre el papel que podrían jugar en la nueva sociedad de un país que se construía como país independiente. También la encontré, en el cuadro de su trabajo y del mío. Como directora del primer centro de estudios secundarios para chicas de la ciudad, ella estaba siempre abierta y dispuesta a colaborar en actividades educativas que organizábamos en la capellanía de estudiantes.

Compañera de vida y de lucha de José Ki-Zerbo

La personalidad de Jacqueline y sus ideas estaban muy marcadas por la influencia de su padre que había sido un célebre sindicalista maliense, gran luchador por la justicia y la independencia durante la época colonial. Eso le ayudó a poder militar junto a su marido durante muchos años, por otra África y otro desarrollo, que ellos creían posible. Discreta, pero muy eficazmente, acompañó al profesor en su combate por la liberación de África. Ya, desde sus tiempos de estudiantes en Francia, los Ki-Zerbo pertenecían al grupo de intelectuales africanos que reclamaban la independencia “independencia ya”, era el eslogan. Hicieron propaganda para que se rechazara la proposición que Francia hacía a los países colonizados por ella, de formar una comunidad francesa.

En el referéndum propuesto por el general de Gaulle en 1958, Guinea Conakry fue el único país a votar “no” a la comunidad francesa y a reclamar la independencia inmediata. El Presidente Sékou Touré lanzó una llamada a los intelectuelos de países africanos francófonos para poder reemplazar a los profesores franceses retirados por Francia. Solidarios y consecuentes con sus ideas, los Ki-Zerbo respondieron a la llamada. Y marcharon a socorrer al primer país de África Occidental que conquistó la independencia. Joseph fue nombrado director de la Academia y Jacqueline directora del “Cours Normal de Jeunes Filles”.

El profesor Ki-Zerbo y su esposa no tardan en darse cuenta de que la liberación que ellos reclamaban no correspondía a la revolución marxista leninista de Sékou Touré. Volvieron a Alto Volta. Aquí, desde la oposición estuvieron presentes e influyen en la vida política. Pero, la situación del país se deterioraba económica y socialmente. Los sindicatos que habían sido suprimidos en diciembre de 1965, reaccionaron y se reorganizaron. Hubo una huelga general y el 3 de enero de 1966 se organizó una manifestación de estudiantes seguida por la gente del mercado. Jacqueline jugó un importante papel en la organización de esta manifestación y salió a la calle poniéndose al frente de sus alumnas. Las fuerzas del orden que tenían orden de reprimirla, terminaron uniéndose a la manifestación. La presión de los sindicatos, la población civil y la armada era tan fuerte que el presidente Yameogo tuvo que marcharse dejando el poder en manos del general Lamizana. No será el último golpe de estado. Otros tres seguirán. El último en 1987, cuando el Capitán Sankara, que había tomado el poder en agosto de 83 e instaurado la Republica Democrática Popular, fue asesinado. Los Ki-Zerbo llevaban varios años en el exilio y no volverán al país hasta 1992.

Educadora y militante de los derechos de la mujer

Desde su puesto de educadora la primera preocupación de Jacqueline fue formar la las jóvenes con una conciencia crítica de lo que era su situación en la sociedad y despertar en ellas el deseo de compromiso para lograr los cambios que les permitieran tener un puesto en la sociedad.

Su acción no se limitaba al centro de enseñanza media para chicas que dirigía en Ouagadougou. Recuerdo el empeño que puso en que en distintos grupos de jóvenes estudiantes se analizara el proyecto de código de la familia, que con la independencia recién estrenada, se estaba elaborando. En la JEC la idea de trabajar en el anteproyecto del Código de la Familia, se acogió con entusiasmo. Corría el año 1962 y soplaban vientos de cambio. Lo jóvenes se movilizaron y consagraron muchas reuniones a debatir sobre poligamia, libertad de elección en el matrimonio, matrimonios precoces. En la JEC militaban también jóvenes que no eran cristianos, pero que se sentían atraídos por el dinamismo que entonces tenía el movimiento y por el “ver-juzgar-actuar” del método aplicado.

Desgraciadamente el proyecto era prematuro y se aparcó durante muchos años. El Gobierno tenía otras prioridades. Tendrían que pasar varios lustros antes de que se volviera a plantear la necesidad de un nuevo código de la familia.

Para Jacqueline Ki-Zerbo, profundamente africana, luchar por los derechos de la mujer no quería decir combatir o luchar contra los hombres, sino ganarlos a la causa de las mujeres. Así lo expresaba muy claramente en el encuentro de Mujeres Rurales organizado por el Centro de Estudios Sociales de África Occidental (CESAO) de Bobo Diulasso, en 1995. Comentando los logros de algunas que habían obtenido el derecho a la tierra para explotar un campo individual, decía: “Con los hombres no hay que razonar en términos de combate ni de lucha, hay que negociar y persuadir”. Método no sólo más eficaz sino más acorde con la cultura africana.

Hoy, Jacqueline trabaja con mujeres aplicando las ideas de desarrollo endógeno preconizadas por el Profesor y difundidas por el CEDA (Centro de Estudios por el Desarrollo Africano) creado por él.
También sigue muy de cerca y apoya al movimiento intelectual y cultural Generación José Ki-Zerbo. El GJKZ surgido a finales de 2009, tiene un programa ambicioso: “conocer y difundir las ideas intelectuales y panafricanistas del profesor, luchar contra toda forma de opresión física y mental del hombre negro y participar a la rehabilitación de la conciencia histórica africana”.

Jacqueline Ki-Zerbo no es sólo la compañera discreta de vida y de luchas de su marido, que hoy trabaja por conservar la memoria del enorme patrimonio cultural legado por él, es una gran educadora que ha contribuido y sigue contribuyendo, con su ejemplo y sus acciones propias, a que las mujeres africanas ocupen el lugar que les corresponde.

Paquita Reche, mnsda

Autor

  • Nació en Chirivel (Almería). Estudió Magisterio en Almería, Licenciaturas de Pedagogía y de Filosofía, en la Complutense de Madrid.

    Llegó por primera vez a Africa en 1958 (a Argelia): después estuvo en Ruanda, Guinea Ecuatorial y desde el 1975 en Burkina Faso.

    En África trabajó como profesora en el Instituto Catequético Lumen Vitae de Butare, Profesora de enseñanza secundaria de español y filosofía; Universidad Popular (filosofia). También ha colaborado con Asociaciones de mujeres y con niños de la calle en Burkina Faso.

    Está en España desde 2004, actualmente, en Logroño. Colabora con la revista de los misioneros de África "Africana", Los Comités de Solidaridad con África Negra y con Rioja Acoge.

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