La educación es uno de los motores más poderosos para construir un futuro marcado por la paz y la prosperidad. Lamentablemente, los niños que más necesitan una buena educación suelen ser los más vulnerables a sufrir su privación, ya sea por conflictos, crisis climáticas, pandemias u otras crisis.
En África occidental y central las escuelas suelen ser objetivo de grupos armados, particularmente en la cuenca del lago Chad y el Sahel. En toda la región del Sahel, 28 millones de niños –o uno de cada tres– no están escolarizados, lo que alimenta aún más las frustraciones de los jóvenes y aumenta los riesgos de inestabilidad política en la región. Han pasado diez años desde el trágico secuestro de las niñas de Chibok en Nigeria en 2014 y muchas siguen en cautiverio. Los ataques a las escuelas han seguido aumentando.
Se trata de una región donde siete de cada diez personas viven en entornos frágiles y donde alrededor de 8 de cada 10 niños no pueden leer ni comprender un texto sencillo a los 10 años. En promedio, sólo el 59 % de las niñas están matriculadas en primaria y secundaria.
Mientras celebramos el Día Internacional de la Educación bajo el lema “Aprender para una paz duradera” y celebramos el año de la educación de la Unión Africana, la urgencia de invertir hoy en el aprendizaje para un futuro mejor y más pacífico para nuestros niños nunca ha sido más evidente. Si bien en toda la región del África Subsahariana la matrícula en la escuela primaria es casi universal, se necesitan más esfuerzos para alcanzar el objetivo de desarrollo sostenible 4 proporcionando educación equitativa de alta calidad y oportunidades de aprendizaje permanente para todos.
El número de niñas y jóvenes en la escuela secundaria también está aumentando en algunos países, como: Benín, Nigeria, Ghana y en casi todos los países de África Subsahariana.
La educación técnica y la formación profesional se valora como un potente motor para transformar la economía y habilitar el ecosistema empresarial ofreciendo programas de formación postsecundaria.
Sin embargo, el notable aumento en la cantidad de niños y jóvenes que siguen los programas de educación primaria y secundaria no significa una mejora en la calidad de dicha educación académica. En algunos países, tales como Uganda, RDC, Tanzania, etc., el aumento en la cantidad de jóvenes escolarizados ha significado una fuerte pérdida de calidad en la educación ofrecida, debido, ante todo, al gran número de alumnos por clase, a la escasez de materiales y de recursos, como la electricidad, así como al bajo salario de los educadores, que necesitan nueva motivación.
De hecho, en la mayoría de los países de África Subsahariana los presupuestos de educación y de salud son muy bajos en relación con los gastos en defensa y de los gastos ministeriales del gobierno. En Uganda y en otros países de la región, el presupuesto de las residencias presidenciales es muy superior al presupuesto nacional anual de educación.
Mientras la sociedad lo permita, los abusos de poder y de recursos, a costa de la calidad en la educación y en la salud, continuarán, no solamente en África, sino en todo el planeta.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM