
Los dos valores fundamentales de la vida y de la existencia humana se centran en la persona y en la comunidad, que habitan una casa común.
Mientras que en las culturas del hemisferio norte prevalece el culto a la persona individual, con su libertad, derechos humanos y bienestar, que con frecuencia nos lleva al individualismo, en el hemisferio sur se valora ante todo la cultura comunitaria, social, de convivencia, donde el principal criterio de decisión es el bienestar comunitario, que puede a veces marginar los derechos y libertades individuales.
Durante milenios, la sociedad se ha movido de periodos en los que se enfatizaba la libertad individual, la propiedad privada y los derechos humanos, a periodos donde se promovía la dimensión social, comunal, y la propiedad común. Hoy día constatamos que las dos vertientes se encuentran en la actualidad, aunque prevalece con frecuencia la propiedad privada y los grandes imperios individuales, olvidando la comunidad y el bien común.
Resulta escandaloso que, en nuestro mundo actual, mientras expulsamos a miles de inmigrantes como mercancías, se atreve el señor Jeff Bezos a gastarse 30 millones de dólares en su día de bodas en un hotel madrileño. Algunos pueden decir “si es suyo, puede gastarlo como quiera”, la cuestión es: ¿cómo puede una persona acaparar semejante fortuna de forma justa en pocos años? En mayo de 2025, la fortuna de Jeff Bezos se estima en 206.700 millones de dólares estadounidenses, lo que lo convierte en la segunda persona más rica del mundo. El primer puesto lo ocupa Elon Musk con 386.500 millones de dólares.
Sin embargo, las mayores injusticias contra la humanidad y la naturaleza no se realizan por el doble olvido de las dimensiones individuales o comunitarias, sino por el olvido de la dimensión básica y fundamental de lo que es HUMANO a causa de la dominación capitalista.
Si lo que predomina, tanto en los proyectos individuales como comunitarios, sigue siendo solo el beneficio económico, seguiremos cosificando y debilitando tanto la persona como la comunidad, y nos iremos deshumanizando.
Algunos abusos de la dignidad humana, como el saqueo de los recursos africanos, los matrimonios infantiles, el tráfico de personas, el rechazo de los inmigrantes, la corrupción económica y moral, las dictaduras militares y digitales, siguen siendo esclavitudes actuales en nuestro planeta, que se centran ante todo en el poder y lucro financiero a toda costa.
La principal causa del empobrecimiento de millones de personas no es el aumento de la población en el hemisferio sur, ni las sequías o las inundaciones, sino las guerras constantes, el tráfico de armas, el acaparamiento de recursos y los abusos de poder. Existen suficientes alimentos y recursos para las necesidades de todos, pero no para la ambición de unos pocos.
Dice un proverbio senegalés: “El ser humano es la cura para el ser humano”. Nelson Mandela escribió algo semejante: “Si el ser humano es capaz de aprender el odio, es mucho más capaz de aprender a amar, porque está creado para amar”.
Podemos elegir la cultura capitalista, y sabemos hacia donde nos lleva con el aumento de las guerras, el empobrecimiento y tráfico de personas, los abusos de poder y de recursos, etc., o elegir la cultura que nos humaniza y nos hace mejores personas y más solidarias, que saben convivir en respeto y cuidado mutuo.
Los pueblos del hemisferio norte podemos aprender de la sabiduría comunitaria de los pueblos del hemisferio sur, aunque todos debemos elegir entre el modelo capitalista y un estilo de vida y convivencia más auténticamente HUMANO.
CIDAF-UCM


