Inimaginable en el siglo XXI: La vida y la muerte en manos de Boko Haram

8/05/2015 | Crónicas y reportajes

Los terroristas de Boko Haram mataron apedreadas a algunas de las mujeres, que mantenían cautivas, a medida que las tropas nigerianas se aproximaban para rescatarlas, informaron unas supervivientes a la Prensa Asociada (The Associated Press = AP), el día 3 de mayo. Varias mujeres murieron también cuando fueron aplastadas, por error, por un vehículo blindado nigeriano, y tres más murieron víctimas de una mina, que explotó al caminar sobre ella en su fuga hacia la libertad.

Estas historias trágicas fueron relatadas por las chicas y las mujeres llegadas a un campo de refugiados en Yola, estado de Adamawa (Nigeria), que todavía apenas podían creer que habían sido rescatadas. Algunas de ellas llevaban más de un año en las manos de Boko Haram, el movimiento islámico radical de origen nigeriano.

“Tenemos que dar gracias a Dios por estar vivas, las que hemos conseguido sobrevivir”, dijo Lami Musa de 27 años, mientras acariciaba a su niñita, nacida cinco días antes. Lami es una de las 275 personas, chicos, chicas y mujeres, muchas de ellas sobrecogidas y traumatizadas, que estaban recibiendo cuidados médicos mientras eran registradas el día 3 de mayo, en su primer día de libertad fuera de la foresta de Simbisa, último escondrijo conocido de los terroristas.

Lami estaba en el primer grupo, que fue trasportado por carretera en un viaje de tres días al campo de refugiados de Malkohi, una antigua escuela abandonada, situada entre enormes árboles (baobabs), en una zona arenosa en las afueras de Yola. Lami había dado a luz a su bebé, todavía sin nombre, menos de una semana antes, cuando ya se podían oír disparos lejanos, que hacían presentir que pronto llegaría su liberación.

“Boko Haram vino y nos dijo que se iban, y que nosotras teníamos que huir con ellos. Pero nosotras dijimos que no”, explicó tendida en una cama en el campamento, que para muchas de ellas hacía las veces de clínica. “A partir de ese momento, comenzaron a apedrearnos. Yo apreté a mi niña contra mi pecho y me doblé sobre ella para protegerla”.

Lami y otra superviviente del apedreamiento, Salamatu Bulama, dijeron que los terroristas mataron a varias chicas y mujeres, pero que no sabían el número exacto. Los horrores no terminaron con la llegada de los libertadores. Un grupo de mujeres estaban escondidas bajo la maleza. No fueron vistas por los soldados que conducían un vehículo acorazado, que pasó justo por encima de ellas. “Creo que murieron unas diez”, dijo Bulama.

Otras mujeres fueron víctimas de “balas perdidas”, continuó diciendo, y mencionó por nombre tres, que ella misma conocía. Bulama cubría su rostro con el velo y lloraba, cuando habló de otra muerte en el campamento. Su único hijo, de apenas dos años de edad, había falleció hace dos meses de una enfermedad, que, según ella, fue agravada por la malnutrición.

“¿Qué le voy a decir a mi marido?”, dijo sollozando Bulama. Se enteró el día anterior, a través de otras supervivientes que disponían de teléfonos móviles alquilados para ponerse en contacto con familiares, que su marido estaba vivo en la ciudad de Kaduna.

Musa dijo que a su marido, el padre de la niñita recién nacida, lo mató Boko Haram cuando ella fue raptada en el pueblo de Lassa, en el mes de diciembre. Musa no sabe nada sobre el paradero de sus otros tres hijos.

En el campamento, 21 chicas y mujeres con heridas de balas y miembros rotos fueron transportadas al hospital de la ciudad, después de su llegada el día 2 de abril por la tarde. El día 3 los oficiales del campo estaban tomando datos de las 61 mujeres liberadas, así como de los 214 niños, casi todas chicas.

Agentes sanitarios aplicaron alimentación intravenosa a niños que se encontraban en situaciones críticas de subnutrición, mientras que otros niños, cuya caja torácica y espaldas sobresalían como esqueletos, recibieron paquetes de alimentos sólidos terapéuticos para que los fuesen chupando.

A partir de las entrevistas realizadas, los oficiales han podido concluir que casi todas las liberadas son de Gumsuri, un pueblo cerca de Chibok. Pero no hay evidencia de que ninguna de las jóvenes liberadas pertenezca al grupo de más de doscientas escolares, raptadas en la escuela secundaria de Chibok por Boko Haram hace un año, acontecimiento que indignó al mundo entero.

“Según las informaciones recogidas hasta la fecha, ninguna de ellas es de las de Chibok”, dijo Zakari Abubakar, director del campamento de Malkohi, al portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias (National Emergency Management Agency = NEMA).

Más de 677 mujeres y niñas fueron liberadas cuando los soldados destruyeron más de una docena de campamentos rebeldes en la foresta, dijo un portavoz militar. Muchas de ellas, dijo, habían sido raptadas en los últimos nueve meses, cuando Boko Haram se adueñó de un vasto territorio en el noreste de Nigeria, y lo declaró califato islámico.

También fue revelado que terroristas de Boko Haram mataron a los niños mayores y a los hombres en frente de sus familias, antes de llevarse a las mujeres y a los niños pequeños a la foresta, donde muchas murieron de hambre y enfermedades, revelaron las cautivas liberadas el día 3 de mayo en el campamento de Yola.

“No nos dejaban movernos un metro” dijo Asabe Umaru, una de las mujeres liberadas, mientras describía su cautividad en la foresta. “Si necesitabas ir al baño, te seguían. Nos guardaron en el mismo lugar. Éramos cautivas. Damos gracias a Dios por seguir con vida. Agradecemos al ejército nigeriano por haber salvado nuestras vidas”, añadió.

“Cuando vimos a los soldados, levantamos los brazos y pedimos auxilio. Los de Boko Haram, que nos guardaban, comenzaron a lanzarnos piedras para que les siguiésemos a otro escondrijo. Pero nosotras nos negamos porque estábamos seguras de que los soldados nos liberarían, declaró a Reuters Umaru de 24 años, madre de dos hijos. Según Umaru, las raptadas sufrieron de malnutrición constante. “Diariamente asistimos a la muerte de alguna de nosotras, mientras esperábamos nuestra propia muerte”.

Otra cautiva liberada, Cecilia Abel, dijo que mataron a su marido y a su primer hijo en su presencia, antes de que los milicianos la obligaran, junto con sus ocho hijos menores, a seguirlos a la foresta. Durante las dos semanas, que precedieron a la llegada del ejército, apenas había comido. “Nos alimentaban tan sólo por la tarde con maíz molido. El maíz no era apto para el consumo humano. Muchas de las que fuimos raptadas murieron en la foresta de Sambisa. Incluso después de nuestra liberación, unas diez murieron en el camino hacia este lugar”.
Se les dio de comer a las prisioneras rescatadas pan y tazas de té, apenas llegadas al campamento del gobierno, y 19 fueron trasladadas al hospital para cuidados especiales.

Amnistía Internacional calcula que los terroristas de Boko Haram, que pretenden imponer la ley islámica en Nigeria, han raptado a más de 2.000 mujeres y jóvenes desde el principio de 2014. Muchas han sido explotadas como cocineras, esclavas sexuales y escudos humanos. Umaru, una de las mujeres raptadas, dijo que su grupo nunca estuvo en contacto con las escolares raptadas en la escuela secundaria de Chibok.

La mayoría de las personas rescatadas parecían demasiado exhaustas y angustiadas para darse cuenta de que estaban a salvo, o para que fuesen entrevistadas y contasen sus experiencias con Boko Haram. Simplemente hacían la cola para recibir te, agua y un potaje hecho con hojas de Baobab.

En otro orden de cosas, unos videos operacionales sobre la manera como el ejército nigeriano consiguió luchar contra los terroristas y echarlos de la foresta de Simbisa muestran la gran destreza de los pilotos de la Fuerza Aérea Nigeriana. Los videos muestran a cientos de terroristas huyendo desordenadamente en todas direcciones a través de la floresta. Otros videos muestran como mujeres y niños en peligro fueron conducidos hacia zonas seguras.

Desde que consiguieron penetrar en la infame foresta, el ejército nigeriano ha rescatado a más de 500 mujeres. En la primera operación, el ejército rescató a 293 mujeres y niñas, y consiguió destruir varios campamentos de los terroristas.

En otra operación militar llevada a cabo por tropas especiales, otras 234 mujeres y niñas fueron rescatadas de dos campamentos rebeldes en la misma floresta de Sambisa.

Desde el comienzo de esta operación militar, muchos terroristas perdieron sus vidas junto con sus comandantes. El ejército también ha conseguido destruir varios vehículos blindados, vehículos equipados con material anti-aéreo y varios camiones de transporte.

This Day Live, Traducido y editado por Jesús Zubiría

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