La discriminación de los homosexuales, institucionalizada en varios países del África, torna vital la necesidad de un debate acerca de sus consecuencias sobre la seguridad. La discriminación, los arrestos y la violencia que sufren tanto los homosexuales reales como los percibidos afectan negativamente a la seguridad, los servicios de salud, la economía, el desarrollo humano y la democracia.
El 13 de enero de 2014, el presidente de Nigeria Goodluck Jonathan convirtió un proyecto de ley en una ley antigay cuyo castigo implica 14 años de prisión para cualquier persona que contraiga matrimonio con alguien de su mismo sexo, 10 años para cualquier organización o persona que apoye los derechos de los homosexuales y 10 años también para cualquier individuo que realice demostraciones de afecto en público a otra persona de su mismo sexo. Esta ley ambigua e invasiva convirtió a Nigeria en el 36° país africano en el cual los homosexuales son procesados. Siguiendo el ejemplo, Uganda aprobó su propia ley antigay en febrero de 2014. Esta secuencia de hechos resulta perturbadora, ya que empodera y proporciona una base sólida a quienes desean unirse y oprimir a las minorías sexuales. Este tipo de ley valida las posturas homofóbicas tanto religiosas como culturales que sostienen que la homosexualidad es “antinatural”, “antiafricana” e “inmoral”, sin realizar un análisis crítico de las implicaciones sobre la seguridad y los derechos humanos.
Se torna muy pertinente, entonces, reflexionar acerca de la ley antigay nigeriana en el contexto de la paz y los conflictos, en particular bajo la óptica de la seguridad. Esto se debe a que el discurso actual implica, en gran medida, el paradigma de los derechos humanos sin tomar en cuenta los elementos relacionados a la seguridad. El paradigma emergente de la Seguridad Humana fue promulgado en el Informe sobre el Desarrollo Humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 1994 [1]. Sus componentes esenciales, sintetizados por Abass, son la liberación del miedo y de la miseria (o necesidad) y la garantía de un posible progreso individual. Por un lado, los componentes de la seguridad humana son similares a los de los derechos humanos, pero por otro, ofrecen implicaciones prácticas de mayor alcance desde la perspectiva de la paz y los conflictos. Sin embargo, la diferencia real se encuentra en la manera de enfocar estos conceptos. El enfoque tradicional, basado en el rol de los estados para encarar la seguridad priorizando los derechos de un grupo por sobre otro con el fin de proteger intereses políticos, es ahora visto desde un nuevo punto de vista. La seguridad humana se concentra en las crisis humanas que requieren de intervenciones prácticas sin las cuales el desarrollo humano continuaría enfrentando obstáculos. Los componentes prácticos de la seguridad humana incluyen la protección de los individuos de amenazas tanto internas como externas, el acceso a la seguridad alimentaria, el cuidado de la salud, la educación, la seguridad ambiental, la protección personal, los derechos humanos, una gobernanza eficaz y una ausencia de conflictos violentos [2]. Considero oportuno analizar el discurso contemporáneo sobre la ley antigay bajo esta perspectiva.
El caso de la homosexualidad en África
Muchos expertos lograron acallar las voces que califican a la homosexualidad como “antiafricana”. Según sostiene Tamale, la colonización arribó con normas y leyes draconianas que clasificaron varias prácticas, incluyendo a la homosexualidad, como horrendas y “bárbaras” [3]. Tamale continuó desafiando la afirmación de que la homosexualidad no forma parte de la cultura africana, considerando a la “cultura” del África contemporánea como resultante de una interpretación y construcción realizadas por colonialistas y patriarcas [4]. En esencia, este dilema propio de las comunidades africanas expone que la construcción de su realidad estuvo en manos de un “otro” blanco. Ilesanmi también desacredita el mito del clamor “antiafricano” al observar que la homosexualidad ya existía en el continente antes del advenimiento del imperialismo y el colonialismo [5]. Ella argumenta que la naturaleza de la sociedad africana es multicultural y que, por tanto, sus prácticas previas a la importación de religiones foráneas, que posteriormente dominaron el discurso y la retórica de la identidad social del África, siempre han acogido a la diversidad y la tolerancia [6]. Más aún, en el informe de Amnistía Internacional sobre la criminalización de las conductas sociales entre personas del mismo sexo en el África subsahariana, se subrayó que los colonizadores, determinados a expurgar lo que consideraban “antinatural”, fueron quienes trajeron al continente las leyes que condenan las prácticas homosexuales [7].
Luego de revisar textos críticos seleccionados acerca de la “homosexualidad en el África”, Dlamini también discute la “compatibilidad de la homosexualidad con la cultura, cosmología y espiritualidad africanas” [8]. Dlamini sostiene que la colonización occidental no importó la homosexualidad, sino la homofobia, al continente africano [9]. Para argumentar su afirmación, cita las prácticas homosexuales ya existentes en África antes de la expansión de la “civilización” occidental. Entre algunos de los ejemplos se encuentran Sango, la deidad yoruba afeminada de la historia premoderna africana, reverenciada y adorada junto a sus vestimentas travestidas y su peinado “femenino”; los guerreros azande del Congo, quienes contraían matrimonio entre sí y funcionaban como esposas temporarias; y los hombres hausa “yan daudu” del norte de Nigeria, individuos cuyas expresiones de género se caracterizan por ser muy afeminadas y por mostrar una fuerte tendencia al travestismo. Ninguna de estas prácticas había recibido críticas ni señales de rechazo antes de la colonización africana.
Las nuevas oleadas de misioneros occidentales engendraron la retórica homofóbica y la alimentaron. Esto fue posible gracias al avance del proselitismo en África durante y después de la colonización: un clásico factor habilitante de la agenda antigay y su promoción en el continente. Muchos africanos, al considerar la parte menos comprendida de su historia colonial bajo la definición contemporánea del concepto de “cultura”, creyeron que la homosexualidad era un “invento de Occidente”. Al volverse testigo de los impedimentos a los derechos de los homosexuales en África, la comunidad internacional intentó demostrar que la homosexualidad no es un invento suyo, sino una realidad humana. Sin embargo, los evangelistas occidentales influyen sobre las campañas antigay africanas habilitando su financiación por parte de organizaciones cristianas occidentales homofóbicas [10].
Como si esto fuera poco, el poder estatal y el fundamentalismo religioso se alinearon, lo cual intensificó la homofobia dentro de África [11]. Nigeria es un ejemplo claro. Además de perder una rica historia cultural, que incluye la diversidad sexual, los incesantes conflictos de intereses entre los líderes africanos y Occidente resultan clave ya que influyen sobre las decisiones acerca de los derechos de los homosexuales. Syed sostiene que “la presión ejercida por Occidente solo motiva a los fundamentalistas religiosos y a sus aliados políticos” [12] a acosar a un grupo que, de hecho, ya se encuentra marginado. Otras causas fundamentales son el liderazgo clientelar y la institucionalización de las creencias religiosas en Nigeria [13]. Como consecuencia, tanto el fundamentalismo cristiano como el islámico aumentan e impactan con fuerza en la criminalización de las minorías sexuales nigerianas.
Amenazas a la seguridad humana
Al aprobar la ley antigay, el gobierno de Nigeria fortaleció los códigos penales ya existentes en el norte del país para ejecutar, encarcelar o castigar a cualquier persona considerada homosexual. Esto solo incrementó el flagelo de la discriminación que vienen padeciendo las minorías sexuales nigerianas.
Es sabido que en Nigeria existe una cultura abierta de antagonismo, discriminación y odio a las minorías sexuales legitimada por el gobierno. Como resultado, se producen constantes incidentes en los cuales, tanto homosexuales como personas sospechosas de serlo, son desnudadas, torturadas, golpeadas o desalojadas ilegalmente de sus viviendas.
Más aún, la fuerza policial nigeriana, infame por abusar y explotar a la población civil, adquirió un mayor estatus legal para actuar de esa manera. Los arrestos y detenciones arbitrarios de homosexuales o personas percibidas como tales continúan ocurriendo. Esta ley puso en peligro exponencial la seguridad personal de las minorías sexuales nigerianas y de quienes son sospechosos o señalados como pertenecientes a dichas minorías.
Numerosas ONG nigerianas se encuentran bajo amenaza de cierre o de recibir condenas judiciales. En particular, algunas organizaciones que trabajan en defensa de los derechos de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGBT) temen sufrir sanciones y deben ser extremadamente cuidadosas en sus intervenciones, de modo que eviten los riesgos de encarcelamiento que impone la flamante ley antigay. Esta ley está silenciando a muchas organizaciones que realizaron trabajos admirables en defensa, promoción y provisión de servicios para proteger a las minorías sexuales. Esto representa un quebrantamiento de la libertad democrática y constitucional de las organizaciones no gubernamentales de Nigeria. Al reprimir a estas organizaciones, la ley favorece el aumento de la explotación y la persecución ilegal a los homosexuales reales y percibidos.
Otro elemento fuertemente amenazado es la calidad de los servicios de salud. Las estadísticas disponibles revelan que aproximadamente 3,7 millones de nigerianos son portadores del virus del VIH [14]. Ante esta nueva ley, es muy posible que los homosexuales que padecen de sida o poseen el VIH permanezcan ocultos por miedo a ser procesados. Por lo tanto, se incrementan las probabilidades de que tanto el sida como el VIH se expandan entre aquellos que permanecen ocultos, es decir, las amenazas a la salud son mayores. Las ONG dedicadas a las minorías sexuales también tendrán dificultades para brindarles servicios adecuados. Desafortunadamente, la discriminación a los homosexuales puede extender la epidemia africana del VIH/Sida a lo largo de Nigeria. Parte de los constantes esfuerzos que realiza la Organización Mundial de la Salud (OMS) “para eliminar las desigualdades de acceso a la salud que afectan a todos, y que impactan en particular en la comunidad LGBT”, se verán obstaculizadas [15].
Los medios de comunicación también fortalecen las amenazas tanto en Nigeria como en África. Los medios de comunicación conciencian acerca de los derechos de los homosexuales, pero paralelamente funciona una plataforma de promoción del odio y la discriminación. El efecto de los medios “sensacionalistas” sobre dichos derechos ha sido negativo [16]. En debates de alto perfil y entre las opiniones de personajes destacados se caracterizó a la homosexualidad como “antinatural”, “impía”, “perjudicial para la salud” y “antiafricana” [17]. Al “relacionar la atracción entre personas del mismo sexo con incesto, pedofilia, bestialidad y adulterio”, los medios tradicionales contribuyeron de diversas maneras a una “cacería de brujas” dirigida a homosexuales [18]. Estas coberturas negativas ponen en peligro la vida de las marginadas minorías sexuales.
Finalmente, ha venido aumentando la cantidad de personas que buscan refugio fuera de Nigeria. En su entrevista para el diario This Day, Ilesanmi explicó que muchos homosexuales se vieron forzados a buscar asilo en otros países, lo cual incrementó la “fuga de cerebros” [19]. Este fenómeno aumentó rapidamente desde que el proyecto de ley fue convertido en ley. Desgraciadamente, muchos individuos cualificados que contribuían al desarrollo y el crecimiento económico de Nigeria escaparon de la persecución de su propio gobierno.
Conclusión
Es intolerable el hecho de que las minorías sexuales africanas estén funcionando como daño colateral en la guerra global por el poder y la autodeterminación. Vivimos en una aldea global, donde la homosexualidad recibe tanto oposición como apoyo, como suele ocurrir en las relaciones humanas. Sin embargo, el gobierno de Nigeria adoptó una postura en contra de sus minorías sexuales que demuestra ser subjetiva y no comprender las amenazas a la seguridad humana de las personas involucradas. El ambiente de tolerancia y aceptación se fue debilitando significativamente. Tanto los líderes políticos como los religiosos formaron parte de la cruzada para perseguir y procesar a los homosexuales. Nigeria necesita habilitar diálogos abiertos al cambio, basados en el respeto a los derechos humanos y a la diversidad.
Resultaría de gran ayuda que los líderes políticos deroguen las leyes que criminalizan a las minorías sexuales, es también crucial las investigaciones basadas en evidencias sobre las cuestiones de la sexualidad. Este paso resultaría fundamental para educar a la sociedad nigeriana. Mientras tanto, los derechos humanos y la seguridad humana continuarán sufriendo amenazas inminentes y Nigeria continuará siendo considerada como una nación retrógrada.
Toyin Ajao
[Fuente: Pambazuka News]
NOTAS FINALES:
[1] Véase Abass, A. (2010) An Introduction to Protecting Human Security in Africa. En Protecting Human Security in Africa. 1-20.
[2] Ibídem.
[3] Véase Tamale, S. (2009) A Human Rights Impact Assessment of the Anti-Homosexuality Bill. Public Dialogue. Kampala: 1-6.
[4] Ibídem.
[5] Véase Ilesanmi, Y. (2013) Freedom to Love for All; Homosexuality is not UnAfrican!
[6] Ibídem.
[7] Véase Amnesty International (2013). Making Love a crime: Criminalization of Same-sex conduct in Sub-Saharan Africa.
[8] Véase Dlamini, B. (2011) Homosexuality in the African context. Agenda: Empowering women for gender equity : 128-136.
[9] Ibídem.
[10] Véase http://www.voanews.com/content/lesbian_gay_rights_in_africa_hit_roadblocks/1512357.html
[11] Véase Ossome, L. (2013) Postcolonial Discourses of Queer Activism and Class in Africa. En Queer Africa Reader. 32-47.
[12] Véase http://www.bbc.co.uk/news/world-africa-16068010
[13] Véase Sampson, T. I. (2012) Religious violence in Nigeria: Causal diagnoses an strategic recommendations to the state and religious communities. AJCR Volúmen 12 No. 1: 103-134
[14] Véase http://www.avert.org/hiv-aids-nigeria.htm
[15] Véase Daulaire, N. (2013) The Importance of LGBT Health on a Global Scale. LGBT Health 24 July: 1-2.
[16] Véase Johnson, C. A. (2007) Off the Map: How HIV/AIDS Programming is failing Same-sex Practicing People in Africa
[17] Ibídem.
[18] Ibídem.
[19] Véase http://www.thisdaylive.com/articles/our-senators-are-hypocrites/104344/