“Recuerdo a nuestros hermanos y hermanas que ya no están con nosotros y expreso mis condolencias a sus familias. Estoy espiritualmente cerca de las personas heridas”, aseguró el cardenal Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, a su regreso en la República Centroafricana. El país se encuentra todavía en estado de shock por la matanza de la parroquia de Notre Dame de Fatima perpetrada el 1 de mayo. Como consecuencia del ataque, según los últimos datos, hay que lamentar 24 muertos y 170 heridos. Entre los muertos hay también un sacerdote muy querido, el padre Albert Toungoumale-Baba.
Los incidentes se desencadenaron cuando las fuerzas de seguridad detuvieron un vehículo que transportaba a Moussa Empereur, miembro de una milicia de autodefensa del PK5. Al tratar de escapar del arresto, fue herido por los militares. Sus hombres atacaron a las fuerzas de seguridad y desataron la violencia contra civiles.
Un grupo armado atacó la parroquia de Notre Dame de Fátima, mientras don Albert Toungoumale-Baba y algunos fieles celebraban la misa con motivo del aniversario de San José. “El sacerdote asesinado no era el párroco de Notre Dame de Fátima, sino un sacerdote centroafricano (uno de los más antiguos de la diócesis de Bangui), que estaba allí para la celebración como capellán del movimiento Fraternité Saint Joseph”,
Los milicianos dispararon y arrojaron granadas de mano a los fieles. Además de las 16 víctimas, también hay alrededor de un centenar de heridos. Las fuerzas de seguridad intervinieron y lograron expulsar a los atacantes en el distrito PK5. La Iglesia Notre Dame de Fátima ya había sufrido otro un sangriento ataque el 28 de mayo de 2014.
“La violencia no es la solución a nuestros problemas”, reiteró el cardenal. “Por esta razón, condeno enérgicamente lo que sucedió en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima. Hago un llamamiento al gobierno y a la MINUSCA (Misión de las Naciones Unidas en África Central) para esclarecer los hechos. Es decir, que se sepa la verdad y que haya justicia para la población centroafricana”, insiste el cardenal. “A la luz de estos hechos, me pregunto: ¿qué está pasando?, ¿ha habido manipulación, instrumentalización?, ¿Hay una intención de dividir el país?, ¿hay una agenda oculta? Busquemos juntos las respuestas a estas preguntas”.
El cardenal se mostró con la esperanza de que “en situaciones difíciles como esta, surjan héroes, -porque no dudo de que existan héroes en la República Centroafricana-, que se unan para decir “no” a la violencia, “no” a la barbarie, “no” a la autodestrucción. Por tanto, hago un llamamiento a todos los grupos políticos, administrativos y religiosos, sin distinción, para que condenemos juntos lo sucedido. Al mismo tiempo, recuerdo a todos los creyentes que en el momento de la prueba debemos confiar en Dios, quien nos ha dado la paz de Cristo. Llamo a la serenidad, a que todos nos controlemos para evitar la ira, el odio, la venganza y las represalias”. “Le pido a Cristo, Príncipe de la Paz, que toque los corazones de unos y otros para que se conviertan, depongan las armas y se miren a los ojos. Que María, Reina de la Paz, bendiga a nuestro país”, concluyó el cardenal.
Fuente: Agencia Fides
[Fundación Sur]
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