Guinea Conakry entra en una delicada transición

19/01/2010 | Crónicas y reportajes

Guinea está entrando en una delicada transición para terminar, en seis meses, con las primeras elecciones presidenciales desde 1958, ahora que el líder de la Junta, Moussa Dadis Camara, se ha retirado.

Después de más de medio siglo de regímenes autocráticos, inicialmente civiles y después militares, el país del África Occidental tiene una oportunidad histórica de dar un gran paso hacia la democracia, bajo el acuerdo firmado la semana pasada en Burkina Faso.

Pero los retos a superar, principalmente cómo hacer volver a los militares a sus cuarteles, llaman a la prudencia.

Después de un largo reinado (de 1958 a 1984) de Ahmed Sekou Toure, el “padre de la independencia” que pasó de ser un líder progresista a un dictador sangriento, el ejército tomó el poder bajo el general Lansana Conté, de 1984 a 2008.

Camara organizó un nuevo golpe de estado a la muerte de Conté, el 23 de diciembre de 2008, pero recibió un disparo que le dejó gravemente herido, por parte de uno de sus ayudantes, a finales de 2009.

“Es el problema número uno, porque el ejército no es republicano”, afirma Thierno Maadjou Sow, el presidente de la Organización de Guinea para la Defensa de los Derechos Humanos, OGDH. Dentro de las fuerzas armadas, “los grupos son instrumentos al servicio de las autoridades y estas no quieren abandonar”.

Personal activo

El plan acordado en la capital de Burkina Faso, Uagadugú, el día 15 de enero, establece que Camara continúe pasando su convalecencia en el extranjero, dando un plazo de 6 meses para las elecciones.

También estipula que las autoridades durante la transición, los miembros de la junta y el personal activo en defensa y las fuerzas de seguridad, no pueden tomar parte en las planeadas elecciones.
Pero la mención de personal “activo” implica que los soldados que han abandonado el ejército pueden ser candidatos.

El acuerdo, mediado por el presidente de Burkina Faso, Blaise Compaore, debe vincular a un ejército que, aunque ha sido la espina dorsal de los sucesivos regímenes, está desmadrado con profundas divisiones políticas, étnicas y entre jóvenes y viejos.

El segundo reto es qué hacer con Camara, que actualmente está en Burkina después del tratamiento de sus heridas en Marruecos. El acuerdo de Uagadugú estipula que Camara “permanecerá en convalecencia”, el día 17 de enero él mismo confirmó: “necesito descansar, sigo convaleciente”. Pero añadió, “soy libre para pasar mi convalecencia donde yo quiera”. En el mismo vacilante discurso, después de llamar a la calma a sus seguidores, dijo: “estaré entre vosotros pronto”.

Camara apareció delgado, hablando con dificultad, y tenía una larga cicatriz en el lado derecho de su cráneo. Después de este intento de asesinato, el general Sekouba Konate, se hizo cargo de la dirección de la Junta.

Elecciones libres y justas

Entre otros, Camara ha sido nombrado por un panel de investigación de la ONU como sospechoso de la masacre de más de 150 manifestantes de la oposición durante una marcha, en el estadio de Conakry, el 28 de septiembre, que hundió a Guinea en la crisis.

La ONU ha acusado a los soldados que además hirieron a otros cientos de personas y violaron a mujeres y niñas, de “crímenes contra la humanidad”.

En octubre, la oficina del fiscal del Tribunal Penal Internacional en La Haya, abrió una investigación preliminar para decidir si los crímenes que le han remitido se han cometido de verdad.

El otro problema importante es cómo organizar unas elecciones libres y justas, como establece el acuerdo de Uagadugú, en seis meses. En el pasado, todas las elecciones, presidenciales y parlamentarias, han sido fuertemente deficientes o incluso boicoteadas por la oposición.

El acuerdo de Uagadugú establece una revisión de las listas
electorales”, pero Sow asegura que “seis meses es poco tiempo, para resolver tantos problemas y retos como hay”.

El plazo también puede significar que las votaciones llegarán justo en medio de la temporada de lluvias, que ocasionarán problemas de logística.

Además, en las provincias, los altos cargos administrativos, como los gobernadores, administradores de distrito y sus segundos al mando, “están en manos de las autoridades”, según Sow. “Debemos cambiar todo el personal, pero ¿dónde vamos a encontrar a esos hombres y quién va a seleccionarlos?”, se pregunta.

(News24, 19-01-10)

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