Etiopía: Detengamos esta insensatez

8/04/2009 | Opinión

Algunas personas en Etiopía al margen de la religión están jugando con fuego. He recibido emails de videos y audios que circulan por internet como pruebas de cristianos que están siendo atacados por musulmanes en Etiopía. Parece que estos documentos están siendo distribuidos por cada grupo para ganarse la simpatía hacia su respectiva causa. No puedo señalar con el dedo a quien haya empezado esta estupidez, ya que no tengo información detallada. Pero no creo que sea siquiera importante saber quién lo empezó. Ninguno de ellos se comporta de acuerdo a la historia de Etiopía de tolerancia religiosa. He oído también historias de ataques esporádicos por parte de estos fanáticos marginales en diferentes partes de Etiopía. El gobierno también ha emitido comunicados incoherentes sobre el asunto, en algunos casos culpando de ello a sus oponentes políticos, como hace casi siempre. Sea cual sea su magnitud, y sea quien sea el culpable instigador, estos acontecimientos están empezando a dar miedo y extremadamente perturbadores, y deberían detenerse.

Intentar ampliarlo, haciendo desfilar feas declaraciones que salen de las bocas de estos elementos marginales, jugar al ojo por ojo y diente por diente y tomándola con los inocentes, es pura estupidez y nadie se va a beneficiar de ello ni espiritual ni materialmente. Formar grupos inter religiosos y manteniendo discusiones honestas e inteligentes puede ayudar, no sólo a detener los actos estos elementos marginales, sino también avanzará un largo camino para encontrar al culpable real de intentar sembrar la semilla de la discordia entre las dos religiones que han cultivado de manera única una larga tradición de tolerancia y convivencia en paz en Etiopía. Habría que recordar a los ancianos a cargo del liderazgo en ambas religiones que tienen una enorme responsabilidad en detener esta locura.

Sí, las religiones no han sido tratadas de la misma forma a lo largo de nuestra historia. El cristianismo ha sido dominante en Etiopía durante siglos. Sí, hay razones históricas para esta desigualdad. Pero nuestros hermanos y hermanas musulmanes tienen todo el derecho a pedir igualdad ahora. Es su país y no se merecen menos. Nos queda mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad religiosa en Etiopía, pero esto sólo puede hacerse estableciendo primero un sistema de estado de derecho. Debe quedarnos claro a todos nosotros que los responsables del tratamiento desigual y de la desigualdad entre religiones no han sido ni una sola vez, las personas de a pie de Etiopía, de cualquier religión. Han sido los gobernantes que utilizan la religión para fines políticos. Puede seguirse el rastro de cualquier discordia religiosa en Etiopía hasta dar con el origen en los trabajos manipulativos de los gobernantes, y nunca a un grupo de gente de a pié. Es innegable que hay un montón de progreso con respecto a la igualdad religiosa desde los años 70, particularmente desde la llegada de la Dergue [Junta militar comunista que echó del poder a Haile Selassie. Conocida por Derg, en amárico.], en 1974. Pero desafortunadamente, tanto cristianos como musulmanes terminaron quedándose con la peor parte de los que demandábamos.

El amanecer de nuestra genuina demanda de igualdad quedó marcado por la histórica manifestación de musulmanes y cristianos, en 1974, en Addis Abeba, en apoyo de las peticiones de un trato igualitario de los musulmanes en Etiopía. Mengistu y la Dergue respondieron a nuestra petición convirtiéndose en asesinos y opresores por igual de todas las religiones. La iglesia ortodoxa etíope perdió la mayor parte de su tierra y propiedades y quedó indigente en 15 días. Incluso el papa y muchos clérigos fueron guillotinados. Musulmanes y cristianos fueron asesinados por la Dergue al mismo nivel, con igual desprecio por nuestras vidas. Esto, por supuesto, no era la forma de igualdad que queríamos. Pero podemos decir que sufrimos por igual.

El TPLF/EPRDF tomó una opción más inteligente que la Dergue cuando decidió controlar la administración y dirección de las instituciones religiosas y utilizarlas de manera corrupta para sus fines políticos. Incluso interfirieron directa e indirectamente en los nombramientos de los líderes que dirigieran tanto la mezquita como la iglesia. En algunos casos en los que tanto los cristianos como los musulmanes intentaron rebelarse contra esta intromisión pidiendo su independencia, el TPLF no dudó en profanar los lugares de culto tanto del Islam como de la Cristiandad y utilizaron la fuerza militar dentro de las mezquitas y las iglesias, derramando la sangre de creyentes inocentes. ¿Lo hemos olvidado? Esto ocurrió no hace mucho tiempo.

Considero que el problema más serio que persiste en el camino de la igualdad religiosa en Etiopía ahora es la ausencia de democracia y de estado de derecho. Los conflictos religiosos son mínimos o no existentes en las democracias. Esta es la clave para la formación de una igualdad duradera. Me encontré con un amigo musulmán etíope que participó en una manifestación reciente ante la embajada etíope de Washington D.C. Entre otras cuestiones, le pregunté qué estaban haciendo en la embajada y por qué no llamaron a los cristianos para unirse a ellos en la manifestación. Me contestó que el objetivo de la manifestación era pedir que el gobierno woyane [Como se conoce en Etiopía al pueblo Tigray, en el poder] implementase los artículos de la constitución para contemplar la igualdad religiosa. Le pregunté qué respuestas habían obtenido. Me dijo que el embajador y el personal de la embajada les hablaron muy agradablemente y les agradecieron su manifestación pacífica e incluso les dijeron que su manifestación había sido un modelo para otras manifestaciones. Sólo espero que mis hermanos y hermanas musulmanes que buscan sinceramente la respuesta adecuada a sus demandas no hayan caído en esta barata condescendencia.

De hecho, los musulmanes etíopes tienen asuntos más serios de qué preocuparse. Pueden necesitar un poco más de cautela con la innecesaria intervención del gobierno en países musulmanes para combatir el llamado yijadismo y ante la retórica que usan Meles y Bereket tomada prestada por occidente. Deberían estar preocupados por la utilización oficial de términos como islamistas, terrorismo islámico, yijadistas, etc. Si fuera un musulmán etíope me preocuparía más por este tipo de literatura incendiaria y mercenaria utilizada por el gobierno que por lo que diga del Islam un monje lunático cristiano, salido de un monasterio. Gracias a la elección del presidente Obama, estas lenguas se están desechando ahora incluso de la oficialidad de los Estados Unidos. Si nuestros hermanos y hermanas musulmanes piensan que las declaraciones sobre igualdad religiosa indicadas en la constitución pueden ser implementadas selectivamente, mientras que otras partes de la constitución siguen siendo violadas por el régimen cada día, creo que están perdiendo su tiempo. Es como si estuvieran pidiendo a una mujer que estuviera embarazada sólo a medias, pero que diera a luz un bebé normal. O la constitución se respeta en su totalidad o no habrá respeto por ninguna de sus partes. Creo que tanto los musulmanes como los cristianos debieran comprender esto con claridad. Solo la prevalencia del estado de derecho puede garantizar un tratamiento de igualdad.

Etiopía tiene suficiente espacio para acomodar a todas las religiones por igual si nuestros gobernantes no violasen nuestros valores y las leyes de los libros. En diversas ocasiones el gobierno ha utilizado nuestras diferencias, religiosas y étnicas, para propósitos políticos. Las diferencias son la nutrición de la que se alimenta la tribu Woyane, ¿Es que no lo ven? Un musulmán que demanda mejoras para sí mismo no puede obtenerlas si los cristianos no tienen garantizados los mismos derechos y viceversa. Nuestros gobernantes, incluido en TPLF no están preocupados por dar a las religiones igualdad en el terreno de juego. Sus preocupaciones son sobre cómo utilizarles para sus fines políticos.

La última vez que comprobé la lista de las 93 personas asesinadas por Meles Zenawi, después de las malogradas elecciones de mayo de 2005, comprobé que contiene una mezcla por igual de musulmanes y cristianos, al menos por lo que puede verse por sus nombres.

Decretos y reformas constitucionales o promesas orales, por parte de los déspotas poderosos, no pueden garantizar la igualdad y la libertad, sólo una decisión colectiva tomada por el pueblo y una absoluta garantía del estado de derecho pueden hacerlo. Tanto si nos gusta como si no, tenemos que aprender a compartir el espacio que Dios nos ha dado sin usurpar el espacio de los demás. Así que lo mejor para gastar nuestras emociones y energías es perseguir y construir una democracia y un estado de derecho. Esa es la máxima arma que nos hará a todos iguales. Los gobernantes déspotas tienen intereses creados en nuestra división y desigualdad. Lean la historia.

O aprendan de mí, un cristiano, y de Tahir, mi amigo de la infancia musulmán. Teníamos entonces alrededor de seis o siete años. Tahir y yo nacimos los dos en Debr Sina, esa hermosa ciudad al pide de las colinas de Tarma Ver, al norte de Shewa. Éramos vecinos. Nuestras madres eran amigas. Tahir y yo siempre jugábamos juntos y nos encantaba el fútbol. Comíamos uno en la casa del otro, Nuestras madres y todo el mundo en nuestras casas tenía mucho cuidado con no mezclar nuestros platos. En nuestro barrio también vivía un matón llamado Negash. Negash era un poco mayor y un poco más grande que Tahir y yo juntos. Apenas había ningún niño que no hubiera probado las botas de Negash en su trasero. Algunas veces te pegaba sin razón alguna y te llamaba lo que le daba la gana. A Negash también le gustaba que nos pegásemos entre nosotros. A menudo preguntaba: “¿cuál de vosotros dos es más fuerte?” y nos aguijoneaba para que lucháramos y nos peleáramos. Tahir y yo nos habíamos peleado más de una vez para mostrarle cuál de los dos era más fuerte. Negash hacía esto a muchos niños del barrio. Un día, mientras estábamos jugando Tahir y yo a “porteros” con la pelota de goma que el padre de Tahir nos había dado de su tienda esa mañana, Negash apareció. Nos quitó la pelota y le dio una patada tan fuerte, que tras dar varios botes, la pelota acabó dentro del recinto de una gente que tenía un perro muy peligroso. Los dos, Tahir y yo, que no habíamos tenido ni quince minutos nuestra preciosa pelota, nos enfadamos muchísimo y pedimos a Negash que nos devolviera nuestra pelota. Tahir y yo crecimos en una comunidad en la que los chicos no podían llorar y correr a casa para buscar ayuda o esconderse. Teníamos que mantenernos firmes y luchar.
El único resultado que obtendrías de ir llorando a casa es algún azote más. Cogí algunas piedras y me quedé con dos grandes en ambas manos. Mientras Negash corría a grandes zancadas para atraparnos y pegarnos, nosotros le lanzamos nuestra lluvia de piedras y lo derribamos. Fuimos a comprobar cómo estaba y su cabeza estaba llena de sangre. No queríamos arriesgarnos y queríamos asegurarnos de que no se levantaba y nos pegaba. Negash estaba llorando en su charco de sangre cuando nos abalanzamos sobre él y empezamos a dar las pateadas que tanto le gustaba e él dar a los demás. Alguien que pasaba por allí nos detuvo, y Tahir y yo nos fuimos a casa con las cabezas muy altas, pero sin nuestra preciada pelota. Negash fue llevado a la clínica por su familia. Nuestras familias y la de Negash oyeron la historia de lo que había pasado. Tahir y yo contamos la historia tal y como pasó a nuestras familias. La familia de Negash denunció a nuestras familias. Finalmente, otras personas en el barrio intervinieron e hicieron paz, apenas recuerdo cómo lo hicieron. El día de la paz nosotros tres tuvimos que besarnos unos a otros en la mejilla y decir que no volveríamos a pegarnos. A partir de ese día, Negash se convirtió en una persona diferente para nosotros. Empezó a respetar, no sólo a Tahir y a mí, sino también al resto de sus víctimas en el barrio.

Así, amigo mío, es como algunas veces recuperas tus libertades.

Fekade Shewakena

Publicado en Ethiomedia, el 2 de abril de 2009.

Traducido por Rosa Moro, de Fundación Sur.

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