Osman Mahamud Gedi, padre de siete hijos, ha estado yendo y viniendo al mercado de ganado en Wasil para intentar vender cuatro cabras. El rebaño de 80 cabras de su familia, los cuales sobrevivieron a la reciente sequía, ahora se encuentra en excelentes condiciones después de un buen pastoreo. Pero el mercado Wasil, donde normalmente 200 animales intercambian de manos cada día, ahora está prácticamente cerrado para los negocios. Gedi caminó 30 kilómetros hasta el mercado con sus cabras durante 10 días pero no surgieron compradores.

Los efectos colaterales de las restricciones de la covid-19 en la economía se están haciendo sentir en esta parte del país. Cientos de pastores somalíes como Gedi tienen dificultades para vender sus animales, en un momento en que los negocios deberían estar en auge debido al festival Arafah, cuando los musulmanes compran animales para el sacrificio ritual. Gedi manifestó:

«Dependemos del dinero que ganamos vendiendo nuestros animales para comprar comida y ropa, y ni siquiera podemos obtener esas cosas a crédito ahora porque nadie lo está dando en estos días”.

Ali Mohamed Jama, es un corredor en el mercado de ganado Wasil. Le dijo a Radio Ergo que no ha hecho una sola transacción en casi dos semanas. La desaceleración comenzó a principios de junio, cuando los precios de las cabras comenzaron a caer de 60 dólares a 30 dólares por cabeza, a pesar de la mejora en la condición de los animales después de la lluvia.

Muchas familias dependen del ganado para llegar a fin de mes, como la de Hassa Nur Elim, un pastor de 68 cabras de la zona rural de Wisil:

“Hace unos tres días llevé seis cabras al mercado con la esperanza de venderlas y comprar comida con el dinero. Pero no hice ninguna venta”.

Fuente: Radio Ergo

[Traducción y Edición, Alejandra Torres Maldonado]

[Fundación Sur]

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