El Departamento de Hacienda de Estados Unidos, Control de Activos Exteriores, anunció el pasado 12 de octubre la liberalización de las regulaciones impuestas a las compañías estadounidenses que exportan productos de alimentación a Sudán e Irán.
Previamente, las compañías que operaban en Sudán tenían que hacerlo con contratos de un año.
Ahora, dependiendo de ciertas estipulaciones, como la no relación con empresas militares, las compañías estadounidenses pueden vender libremente productos alimenticios a ambos países incluidos en la lista de estados que financian el terrorismo.
Sudán e Irán están en esa lista de los Estados Unidos junto a estados como Cuba y Siria, como países “que han proporcionado repetidamente apoyo a actos de terrorismo internacional”. La inclusión en esa lista supone que dichos países vean restringido su comercio con los Estados Unidos.
Sin embargo, se ha aliviado la presión en un momento en que estas tensiones diplomáticas, particularmente entre los Estados Unido e Irán, parecen ser menos un paso hacia la normalización de las relaciones, y más una mejora pragmática de las regulaciones.
El 11 de octubre, un supuesto complot frustrado de Irán para asesinar a un diplomático de Arabia Saudí, llevó al endurecimiento de la retórica estadounidense, y la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, pidió a los demás países que impusieran duras sanciones contra Irán.
Se han producido sugerencias sobre que Estados Unidos planea ofrecer un alivio de las sanciones y un aumento de la ayuda, como incentivo para reducir las hostilidades en los estados de Blue Nilo y Kordofan Sur, donde las fuerzas de Jartúm, están en guerra con el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte.
Jartúm se ha apresurado a declarar que Estados Unidos tiene un historial de no cumplir este tipo de promesas.
El precio de los alimentos en Sudán, como parte de una recesión económica más amplia, ha contribuido a las recientes manifestaciones de protesta en las calles de Jartum, la capital.
Con la secesión del Sur, en julio de este año, Sudán perdió la mayoría de sus campos de petróleo y por tanto una gran parte de sus ingresos. Esto añadido a la recesión global ha hecho que la economía de Sudán entre en declive.
Toby Collins
(Sudan Tribune, 17-10-11)
