Caminamos siempre con esperanza porque creemos en la bondad del corazón humano y del corazón de Dios. Vivo en la esperanza porque he experimentado el Amor, de los demás y por tanto de Dios.
El deseo de un mundo sin clases, sin guerras y sin hambre, un mundo justo y libre ha sido en algunos momentos de la historia como puro realismo porque parecía que estaba cercano y realizable. Pero también ha conocido la historia humana tiempos de desánimo y de desorientación.
En los años ochenta del siglo XX, la crisis de la modernidad, seguida de la actual posmodernidad, ha convertido el futuro en una idea del pasado, dejando a muchas personas sin esperanza.
Abandonamos el siglo XX y entramos en el XXI, sin salirnos de la senda humana que camina sobre millones de personas exterminadas por la acción irresponsable y opresora de tantos poderosos de la tierra.
Además, ahora, en medio de un aumento de fundamentalismos ideológicos, llegamos a darnos cuenta de que se terminan los recursos: el agua, el petróleo, el aire limpio y los ecosistemas.
Tenemos problemas, desde la crisis financiera hasta los efectos sociales de la inteligencia artificial, pasando por la pandemia, la crisis ecológica, la pobreza mundial, los conflictos bélicos y el terrorismo.
Al mismo tiempo, los seres humanos nos negamos a aceptar que estas crisis sean irreversibles, precisamente porque son consecuencia de acciones humanas. No aceptamos el fatalismo como actitud de vida.
Nuestro proyecto es el de la fraternidad total entre los seres humanos, de reconciliación universal de hombres y mujeres que creen en la bondad del ser humano y en la creación de una familia humana, más justa y solidaria.
No es realista esperar que todo va a salir bien, pero si creemos que construir una nueva fraternidad tiene sentido. Este compromiso liberador y solidario es válido, aunque los resultados sean limitados. No hay acto de bondad y de generosidad que caiga en saco roto, y algo cambia para mejor.
Necesitamos luchar por una justicia más real y una liberación de toda esclavitud y abuso de poder, para construir una sociedad humana más como familia. Aunque no se cumpla del todo, el compromiso será siempre fructífero y necesario. El ser humano es un ser limitado con aspiraciones ilimitadas.
El futuro se decide, en buena medida, hoy. Es por eso por lo que el futuro nos transforma. Una de las consecuencias más relevantes derivadas de la configuración por la incertidumbre de nuestras sociedades avanzadas es la importancia que adquiere elegir entre posibilidades de futuro abiertas, no predeterminadas. Para ser libres y responsables, hemos nacido libres.
Mirar la realidad con los ojos de la esperanza, que es lo mismo que mirarla con los ojos de la fé, transforma la realidad. No por un ejercicio de ilusionismo, sino por una lectura de la realidad con confianza que descubre las posibilidades inéditas, como las del grano de trigo que renace en la tierra y florece.
En esta tarea será necesario mantener buenas dosis de confianza y de audacia, que resisten el desaliento, a base de convicción y de aguante que permiten someterse a las condiciones adversas, sin claudicar en la esperanza.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM