Erdogan el Africano, por Ramón Echeverría

8/02/2022 | Bitácora africana

Los días 18 y 19 del pasado mes de diciembre se celebró en Estambul la Tercera Cumbre Turquía-África. Hace años que UCM-CIDAF (Fundación Sur) observa los meandros de las relaciones de Turquía con el continente africano. Para comprender lo que está en juego en esas relaciones, aconsejo a los lectores releer “¿Qué busca Turquía en África?”, de Rafael Muñoz Abad, que Fundación Sur publicó en noviembre de 2014. Bisagra entre Occidente y Oriente, Turquía busca presencia internacional y en los mercados africanos. Añora seguramente sus tiempos imperiales, cuando controlaba el Norte de África y el Oriente Medio. Pero pretendiendo que carece de bagaje colonial (Los afro-turcos descendientes de antiguos esclavos se están haciendo últimamente más visibles), y con innegables lazos históricos y culturales con el continente africano, Turquía puede rivalizar con la aún poderosa inercia de la “Françafrique”, la insaciable voracidad China, y el gradual despertar africano de India y Rusia.

erdogan_abbas_turquia_palestina_cc0.jpgTurquía utiliza bien su “poder blando”. Diseminados por el continente se encuentran 12 centros Yunus Emre, equivalentes a los Cervantes españoles. El Movimiento Gülen fundó en varios países numerosas escuelas anglófonas y francófonas que, tras el golpe de estado de 2016 y la clasificación de “terrorista” de dicho movimiento, son gestionadas directamente por el gobierno turco a través de la Fundación Maarif. Con 43 embajadas turcas en África y 37 embajadas africanas en Ankara, Turquía mantiene en el continente una de las redes diplomáticas más densas, y es miembro permanente con calidad de observador en la Unión Africana. Volando desde Ankara y Estambul a 38 países africanos, Turkish Airlines se ha convertido en una de las principales líneas aéreas en África. La Agencia de Cooperación y Coordinación, TIKA (Türk ??birli?i ve Koordinasyon Ajans?), cuenta en el continente con 22 oficinas de cooperación para el desarrollo. También ha participado Turquía en operaciones de restauración del patrimonio (La más importante ha sido la del puerto otomano de Suakin, en el noreste de Sudán, en la costa del Mar Rojo), y en la construcción de mezquitas. Así, en 2017 se inauguró en Accra “una gran mezquita del pueblo”, edificada al estilo de las mezquitas otomanas de Estambul. Y no cabe duda de que, con un coctel de tradición, modernidad y atractiva sensualidad, los culebrones televisivos turcos son cada vez más populares en África. Esa actividad “blanda” favorece la presencia económica turca en el continente. En veinte años, los intercambios comerciales han pasado de 5.000 millones de dólares a casi 30.000 millones. Entre las exportaciones turcas destaca la relacionada con el material militar. Turquía vende aviones de entrenamiento Hürkus, blindados y camiones a Níger, Togo, Chad, Etiopía y Somalia (Desde 2017 se encuentra en Mogadiscio el campamento TURKSOM, base militar y universidad de defensa). Y aumenta la demanda de drones de combate, probados en Turquía contra la guerrilla kurda del PKK. Túnez ya ha recibido una entrega de Anka S, Marruecos otra de Barayktar TB2, y Níger ha firmado un contrato para recibir este último. “En cada lugar de África que visito, todo el mundo me habla de drones”, habría dicho Recep Tayyip Erdogan durante su última gira por África en octubre de 2021, en la que visitó Angola, Nigeria y Togo.

Ha sido Claude Guibal, hablando en France-Inter sobre este último viaje, quien le ha puesto al presidente turco el apodo de “Erdogan el Africano”, en razón de los quince viajes oficiales al continente realizados desde que era primer ministro en 2003. En 2001, siendo presidente de Turquía el liberal independiente de tendencia laica Ahmet Necdet Sezer (2000-2007), Erdogan fundó el AKP (Adalet ve Kalk?nma Partisi, Partido de la Justicia y el Desarrollo), “partido islamista moderado” según lo describieron entonces los medios europeos. Tras vencer ampliamente en las elecciones generales de noviembre de 2002, Erdogan fue nombrado primer ministro. Fue por iniciativa suya que, coincidiendo con la visita de Erdogan a Sudáfrica, Turquía declaró 2005 “Año de África”. Abdullah Gül, por aquel entonces ministro de Exteriores en el gobierno de Erdogan, fue nombrado presidente de la República en 2007. Y en agosto de 2008 se celebró en Estambul la primera cumbre Turquía-África. “Son también nuestras las dificultades y el sufrimiento del continente africano”, declaró entonces el presidente Gül. Pensando en algo más práctico como las exportaciones a los Estados Unidos en el marco de la AGOA (trato preferencial para algunos productos africanos), Cem Topbas, entonces Ministro turco para el Comercio Exterior, no ocultaba la necesidad de aumentar las inversiones turcas en determinadas industrias del continente. “Turquía es un socio estratégico de África”, comentó el noticiario informativo de la BAD (Banco Africano para el Desarrollo). “La República de Turquía ha conseguido hacer de la cumbre de Estambul un auténtico marco de cooperación socio-económica y política”. Y el voto africano fue importante para que Turquía fuera elegida miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU el 1 de enero de 2009. La segunda cumbre Turquía-África tuvo lugar en noviembre de 2014 en Malabo, Guinea Ecuatorial. La tercera ha sido la que hemos mencionado al inicio. En su declaración final se ha adoptado un plan de cooperación en cinco áreas prioritarias: seguridad, comercio, educación, agricultura y salud. También Turquía ha firmado un acuerdo marco de cooperación con la nueva Área Continental Africana de Libre Comercio (ACFTA, por sus siglas en inglés). Y ya está previsto que la próxima cumbre tenga lugar en 2026.

Está claro que si no hubiera sido por Recep Tayyip Erdogan, las relaciones entre Turquía y el continente africano no habrían llegado a ser tan intensas. Parece muy probable que continuarán esas relaciones aunque cambie el curso político en Turquía, algo que comienza a vislumbrarse en el horizonte. Porque leyendo las noticias que aparecen a diario en los medios, parece improbable que las medidas económicas poco convencionales de Erdogan, el retorno del turismo internacional o el aumento de las exportaciones puedan frenar el desbarajuste económico actual (caída en picado de la lira y altísima inflación). Y más que dedicarse a desarrollar la presencia de Turquía en África, Erdogan el Africano va a tener que utilizar sus energías para seguir manteniéndose en el poder.

Ramón Echeverría

[CIDAF-UCM]

Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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