Entrevista con Diego Sarrió, nuevo obispo de Laghouat

21/03/2025 | Entrevistas

De su etapa como rector del PISAI, ¿qué aspectos de su docencia se lleva a su nueva misión?

Diego Sarrió.-Mis estudios sobre la religión islámica y mi docencia en este ámbito no nacieron de un interés puramente teórico sino de un encuentro. Mi primer contacto significativo con el islam tuvo lugar en Jartum, la capital de Sudán, durante mi etapa formativa, antes de la división del país. Trabajé en una parroquia ubicada en las afueras de la capital. Nuestros feligreses eran cristianos del sur que se habían desplazado al norte a causa de la guerra. Aquella primera experiencia en Jartum me hizo comprender rápidamente que los musulmanes, como los cristianos, son capaces de lo mejor y de lo peor. Esto me ayudó siempre a evitar idealizaciones. Los dos años que pasé en Ghardaïa (Argelia) después de mi ordenación sacerdotal me permitieron seguir conociendo a los musulmanes en un contexto diferente al de Jartum. En general, fue una experiencia positiva, marcada por la amistad y el aprecio mutuo. Entonces nació mi deseo de conocer mejor su tradición religiosa y la fe que los anima. A esto siguieron varios años de estudio y trabajo en Egipto, Italia, Túnez y Estados Unidos. En 2014, tras terminar el doctorado, me nombraron jefe de estudios del PISAI.

En el diálogo con el islam, ¿cómo se vive en el día a día el Documento sobre la Fraternidad Humana de Abu Dabi?

DS.-El mensaje principal del Documento sobre la Fraternidad Humana para la paz mundial y la convivencia común se encuentra ya en su propio título: la manera de lograr “la paz mundial y la convivencia común” es desarrollar un sentido de la “fraternidad humana” que sea verdaderamente universal, que vaya más allá de las fronteras nacionales, culturales y religiosas, “que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales”, permitiendo la coexistencia de diversas expresiones culturales y religiosas y construyendo una sociedad más justa y pacífica. En esencia, el Documento defiende una visión de la fraternidad en la diversidad. Las comunidades religiosas están llamadas a adoptar una cultura del diálogo, a colaborar y a fomentar el conocimiento mutuo. Todos —no solo musulmanes y cristianos— están invitados a redescubrir los valores de la paz, la justicia, la bondad, la belleza, la fraternidad humana y la coexistencia como clave para la supervivencia de la humanidad. Vivir el mensaje del Documento significa inspirarse en él para transformar la realidad concreta en la que vivimos. No se debe olvidar que el islam y el cristianismo no dialogan en abstracto, sino que se trata siempre de cristianos y musulmanes concretos, de carne y hueso, que viven en contextos sociales y culturales muy diversos. En el diálogo islamo-cristiano no hay una talla única ni una fórmula mágica. El papa Francisco resumió muy bien la misión de las Iglesias del Magreb en su discurso en la explanada de la Torre Hasán, en Rabat, el 30 de marzo de 2019: “Se trata de descubrir y aceptar al otro en la peculiaridad de su fe y enriquecerse mutuamente con la diferencia, en una relación marcada por la benevolencia y la búsqueda de lo que podemos hacer juntos. Así entendida, la construcción de puentes entre los hombres, desde el punto de vista interreligioso, pide ser vivida bajo el signo de la convivencia, de la amistad y, más aún, de la fraternidad”.

Ver en un mapa el territorio de la diócesis de Laghouat impresiona ya que ocupa prácticamente toda la parte continental del país, pero tiene muy pocas parroquias. ¿Qué caracteriza a esta Iglesia local?

DS.-De hecho, la diócesis de Laghouat abarca un territorio de 2,107,708 kilómetros cuadrados, es decir más de cuatro veces la superficie de España. Sin embargo, gran parte de este territorio está compuesto de dunas y arena. En este inmenso territorio viven un poco más de cinco millones de personas, de las cuales poco más de dos mil son católicos. Es decir, que la Iglesia local es una pequeña minoría esparcida en un territorio enorme, donde trata de vivir su vocación de ser sal de la tierra y luz del mundo entre el pueblo argelino. Aparte sus dimensiones, la diócesis de Laghouat presenta muchas características en común con el resto de las diócesis del Magreb. Son Iglesias con una larga y fecunda historia, y que han dado grandes figuras a la Iglesia universal. Baste pensar en san Agustín de Hipona, en Tertuliano o en las santas Perpetua y Felicidad.

Fuente: Vida Nueva – Misioneros de África

CIDAF-UCM

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