El pasado sábado 31 de mayo, fiesta de la Santísima Trinidad, finalizó en Maputo, Mozambique, el seminario sobre “la alegría de la familia”, organizado por las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y de África del Este y Madagascar (SCEAM).
En el mensaje final, los obispos africanos y europeos han manifestado que gracias a este seminario han tenido la oportunidad de escuchar las alegrías y los desafíos de la familia, con numerosos testimonios, “como preparación para la 14ª Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos cuyo tema es La Vocación y la Misión de la Familia en la Iglesia en el mundo contemporáneo”.
“Nos hemos acordado” –señalan en el mensaje- “de nuestras propias familias, de nuestro padre y de nuestra madre, de nuestros hermanos, abuelas y otros parientes, de nuestro hogar donde experimentamos el amor y recibimos la educación en los valores, y donde fuimos iniciados en la fe y en la oración que aún hoy nos sostiene como obispos. Es cierto que no todo fue siempre perfecto. Algunos de nosotros vivimos en familias con dificultades. Pero, todos celebramos el don de Dios que es la familia humana con un padre, una madre e hijos, célula básica y natural de la sociedad que es indispensable para cada persona”.
Uno de los puntos que señalan en las conclusiones, es el de la vocación, espiritualidad y misión de la familia: “África está considerada por los científicos como la cuna de la humanidad. Es, desde aquí, desde donde nos atrevemos a desafiar el estado actual de la familia y a buscar soluciones”. Por eso animaban a las familias a rezar juntas, y destacaban la importancia de la educación en valores y en virtudes, que son indispensables y responsabilidad de los padres. “Para que la familia cristiana asuma su vocación misionera, ha de ser un lugar de acogida de todos los que están tristes y desvalidos; un espacio seguro para el diálogo, donde las culturas se encuentren y se purifiquen por el Evangelio; el lugar donde los niños nazcan y se desarrollen, aquellos que serán los políticos, artistas, ingenieros, doctores, artesanos, encargados de servicios públicos, los padres y madres, sacerdotes y religiosos del futuro…”.
“Nuestra misión como obispos: En comunión con el Papa Francisco, como pastores, asumimos el compromiso de estar cerca de todas las familias, sea cual sea su situación. Nosotros les llevamos a Jesucristo, Emanuel (Dios con nosotros), que nunca cesa de dirigir una mirada de misericordia y de gratitud a cada persona como hija de Dios, sea cual sea la situación en la que se encuentre. Es Él quien nos libera del pecado. Él, el Verbo de Dios, nacido de la Virgen María, continuará siempre ayudando a las familias a crecer en el amor y en la fe; Él reforzará siempre los lazos entre el marido y la mujer, entre los hijos y sus padres”, señalan los obispos que, en este mensaje, ponen a la Sagrada Familia como modelo de todas las familias. “¡Que Nuestra Señora, Reina de las misiones, interceda siempre por todas las familias!”.
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