Analizamos la situación de Malawi acompañados por Julio Feliú. Feliú es un Misionero de África que lleva desde 1967 en Malawi, una nación que, situada bajo el área de influencia de la República Sudafricana, intenta salir de una situación crítica a todos los niveles. Julio, con toda una vida de experiencias en el país, acompaña la narración con las cuestiones del día a día que ponen nombre y rostro a la sociedad de Malawi. Con la ayuda de Julio Feliú vamos a profundizar en el conocimiento de los pormenores de la situación política, económica, social y medioambiental de este hermosa nación.
Rafael Sánchez- ¿Cuántos años llevas en Malawi?
Julio Feliú- Pues llegue en el año 67, es decir, voy para 42 años y parece como si fuese ayer.
RS- Imagino que te sentirá del país.
JF- Sí que es verdad que cuando vienes aquí, a España, te sientes un poco como pez fuera del agua. Todo esta cambiando. Digamos que pertenezco a ese Malawi ya.
RS- ¿Y la lengua?
JF- Allí entre nosotros hablamos inglés, que es la lengua oficial del país. Pero la gente, donde estoy yo precisamente, no habla más que su lengua local que es el chichewa. Una lengua que es bastante fácil de aprender porque la pronunciación es casi como la española. Se parece al castellano de Castilla, no de Andalucía digamos.
RS- ¿Qué características especiales tiene el chichewa? ¿Es un idioma tonal?
JF- No, pero dependiendo del acento y de la entonación puedes cambiar todo el sentido de la frase, pero solo son unas palabras. Y tienen incluso en las notas musicales, no solo medias notas, sino cuartos de notas y eso hace que la lengua sea también muy musical. Y aunque la hablamos bastante bien, se nos nota enseguida que no somos del país.
RS- Sí, es de los idiomas en los que jamás dominas la musicalidad, a no ser que sea tu lengua materna.
JF- Es verdad, pero también es verdad que a los españoles o de habla italiana o portuguesa se nos nota menos, porque las vocales son iguales.
RS- Con anterioridad te he oído hablar sobre el divorcio que hay entre la lengua oficial y el pueblo. Los medios de comunicación muchas veces escriben en la lengua oficial, la lengua del gobierno, la lengua de la antigua metrópoli, y el pueblo no accede a ellos, sobre todo en lo que es prensa escrita y televisión.
JF- Sí. Tienes razón. Exactamente. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo donde estoy yo, son como dos países diferentes, es decir, la gente cultivada que ha estudiado, que vive en la ciudad y que habla ingles entre ellos, y por otro lado, la mayoría de la población rural, que conocen el inglés pero solo unas palabras. Entonces la mayoría de la gente, ese segundo país, está lejos de los medios de comunicación.
Es la radio local la que mantiene la información y la formación en la lengua del país. Además, una televisión, en zonas rurales, sólo la tiene aquellos que pueden permitírselo.
RS- Malawi se encuentra encerrado, principalmente, entre Zambia, Mozambique.
JF- Es un país casi artificial, por sus fronteras. Estuve siete años en la frontera con Zambia y la frontera se hizo por la cuenca. Es decir la montaña y los ríos que confluyen al lago es Malawi y los que van al valle de Lugangwa, como le llaman allí, es Zambia. Entonces hay familias y poblados que están divididos por una separación artificial que la gente tampoco respeta porque están siempre andando de un sitio a otro.
RS-Son las fronteras permeables de África ¿no?
JF- Exactamente, y lo único que tienes que tener si pasas por la frontera oficial es un pasaporte, pero la gente normal no se preocupa por esos aspectos.
RS- Hay mil caminos para pasar que no sean la frontera formal.
JF- Eso es y muchas veces yo estaba allí visitando a la gente de distintos pueblos y me decían “no pero si aquí estamos en Zambia”. Bueno y ¿Qué diferencia hay? Ninguna. Son los mismos poblados.
RS-Recordamos la última vez que charlamos de Malawi y, muy a tu pesar, hablabas de una forma un tanto pesimista aunque quizá con esperanzas de futuro. Apuntabas una economía en quiebra en el sector agrícola, en un país que se encuentra entre Zambia y Zimbabwe, los llamados graneros de África, también en el lago Malawi, con una situación de sobreexplotación y de quiebra en el sector pesquero, que es importante, sobretodo, en la zona ribereña que tu estas y con un sistema político corrupto, que venía de una dictadura pero que no parecía que hubiera salido de ella. Actualmente hablas de esperanzas y que esos aspectos positivos que vislumbrabas hace años parece que eran ciertos y que se establece un principio de renacimiento. ¿Cómo están las cosas?
JF- Ciertamente ha habido un cambio hacia lo positivo y es muy esperanzador. Ahora, hay que tener en cuenta que es un país pequeñísimo, yo diría que como una tercera parte de España, que en África eso es muy pequeño. Cuando llegué a Malawi en 1967, eran un millón y medio y hoy, oficialmente, son trece millones. La FAO advirtió sobre los problemas que podrían acarrear la natalidad, porque es galopante allí, y en cuarenta años se han multiplicado por diez o más incluso. Y eso es un problema enorme y el gobierno ya no llega a hacerse cargo de esa superpoblación, las escuelas, hospitales y darles de comer.
RS- Además, es fácil suponer que los centros urbanos ejercerán de polos de atracción para gran parte de esos trece millones de habitantes.
JF- Lilongwe es la ciudad africana que se desarrolla más rápidamente de todo el continente. Se han realizado programas agrícolas, y donde estoy yo están los japoneses haciendo todo un programa de cultivo de arroz.
El nuevo gobierno que tenemos ahora está bien visto por occidente y entonces sí que hay países que están desarrollando programas y el gobierno está haciendo todo lo posible para evitar la corrupción, que es el mal endémico de África. Y sí, hay esperanzas: las carreteras han mejorado, las comunicaciones también. Yo he visto con mis ojos como la gente vive un poco mejor que antes, va bien vestida, tiene para comer, aunque siempre hay problemas. En una población rural hay de todo y los campos son cada vez más pequeños porque hay que subdividirlos para las nuevas familias de jóvenes y llega un momento en que ya no hay terreno para cultivar. Hace unos años, cuando un terreno se volvía baldío se dejaba y se iba a otro lado pero ya no pueden irse a ningún sitio y hay problemas entre pueblos y jefes que se disputan terrenos que antes no se utilizaban. Y ese sí que es un problema, que yo no se que solución tiene. Se empieza a ver la emigración sobre todo a países como Sudáfrica y Mozambique y esto está causando muchos problemas políticos.
RS- ¿Un país de emigración, como es Mozambique hacia Sudáfrica, esta recibiendo emigración desde Malawi?
JF- Exactamente.
RS- Eso es un interesante indicativo sobre la situación en la que se vive.
JF- Sí. Zimbabwe recibía muchos inmigrantes de Malawi pero con la situación política actual es desaconsejable y a muchos de los que estaban allí les mandaron a casa y unos cuantos miles de ellos volvieron a Malawi, pero como no podían vivir allí se han ido filtrado de varias formas hacia Sudáfrica. Hasta el día en que las cosas no vayan bien allí.
RS- Con respecto a la zona del lago, debe de haber en Malawi una gran degradación medioambiental. Tu que vives a orillas del lago, cerca de Lilongwe ¿Cómo está la situación?
JF- La situación del lago y lo que es pesca está cada vez más difícil. Se ha intentado hacer vedas de pesca pero no hay voluntad.
RS- Es normal, la gente cuando difícilmente tiene que comer, no puede respetar una veda.
JF- Eso es y lo que sí se está intentando es el turismo. Hay un turismo que viene de Sudáfrica y de Zambia, gente que tiene dinero y viene a pasar varios días a orillas del lago y entonces hay hoteles, restaurantes y playas que se están construyendo y, en ese sentido se intenta encontrar una economía más factible. Eso quiere decir que las leyes del suelo tienen que cambiar y el gobierno tiene un grave problema para cambiar las leyes antiguas que vinieron del tiempo colonial del gobierno británico.
RS- Hablemos sobre lo que es tu trabajo. En los últimos años estas en Moa, un centro de referencia, sobre todo para los jóvenes.
JF- Es un centro que fue la primera misión de los Padres Blancos en Malawi. Hace ya 107 años. Se ha creado toda una población alrededor de la misión, porque era el único hospital y la única escuela que había, y hoy es un centro importante que sale hasta en los mapas e incluso hay turismo, porque unos compañeros nuestros están trabajando para estudiar la cultura del país.
RS- Como grandes defensores de la cultura africana, eso tiene que ser halagador para los Padres Blancos.
JF- Lo que estamos intentando es hacer ver a la sociedad de Malawi es que su cultura tiene un valor y unas tradiciones muy positivas y que no se deben avergonzar de ella. En los tiempos del gobierno de Kamuzu Banda, de la dictadura, les machacaban con que la única cultura que merecía la pena era la inglesa y entonces la gente sigue vistiendo a la inglesa y quieren hablar en inglés y parece que el Reino Unido es la puerta el cielo.
Entonces nuestro trabajo es hacerles ver que su cultura es tan buena o incluso mejor, y que no tienen que avergonzarse de ella porque tienen toda una cultura y civilización social y gubernamental que merece la pena estudiar y conservar.
RS- En el centro también habéis realizado un museo, centro de investigación, etc.
JF- Luego hay también voluntarios que trabajan allí. Tenemos a un australiano que estaba a cargo del museo de Sydney y que ha venido a trabajar tres años de voluntario y está informatizando, creando una página web a la altura de nuestros días. Es un trabajo muy interesante. Por eso tenemos muchos turistas que cuando pasan por allí se paran. Así la sociedad se siente orgullosa de tener una cultura que sí que merece la pena.
RS- Además, en cuanto a servicios sociales habéis apoyado la creación de un hospital. ¿Seguís plenamente en ello?
JF- Seguimos con ello y luego con una escuela para sordomudos, que sólo existen dos en todo el país. Hay 300 niños y niñas que se les está dando educación en chichewa y en inglés. Y hay una escuela de primaria con profesores cualificados.
RS- ¿Habéis tenido que crear una variante del sistema para enseñarles?
JF- Si, tienen todo un lenguaje animado prácticamente del país. El lugar era una antigua leprosería y cuando se venció la lepra y quedó vacía, la convertimos en la escuela para sordomudos y está haciendo una labor social muy buena.
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