La tragedia de una guerra en Sudan, civil e internacional, es siempre devastadora, incomprensible y supone también la negación de toda humanidad.
Pero tan cruel e inhumano como la guerra, es el silencio, la pasividad y el fatalismo de la sociedad, sea nacional o internacional, para trabajar juntos y llevar a los responsables militares y políticos, junto con los líderes sociales, hasta la mesa de negociación.
Este único camino de resolución de conflictos, a través de la negociación, nos es fácil, pero con la colaboración de todos y de competentes mediadores es el único camino razonable, que ha funcionado en otros países como Kenia, Burkina Faso, etc.
Algunos datos:
Desde abril de 2023, cerca de 8 millones de personas han huido de sus hogares, de las cuales más de 1,6 millones han buscado refugio en Chad, Sudán del Sur, Egipto, Etiopía y la República Centroafricana, países que ya afrentan inmensas dificultades.
Cerca de 25 millones de personas necesitan asistencia humanitaria, entre ellas alrededor de 5 millones de personas al borde de la hambruna y casi 7 millones de niños gravemente desnutridos. Las fosas comunes ocultan evidencia de atrocidades masivas generalizadas, sistemáticas y selectivas, que podrían repetirse en cualquier momento a medida que el conflicto se expanda aún más.
Indiferencia internacional:
Sin embargo, a pesar de todo esto, Sudán sigue aparentemente invisible para la comunidad global, como lo es Etiopía, Sudan del Sur, etc.
El Consejo de Seguridad de la ONU, otras instituciones multilaterales clave como la Unión Africana, la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) y los estados con influencia sobre las partes en conflicto no han logrado detener la violencia. Y si bien el Consejo de Seguridad de la ONU hace poco más que condenar los ataques contra civiles y pedir acceso para la asistencia humanitaria, los esfuerzos regionales para resolver la crisis también han sido lentos y esporádicos. A los dos, ONU y UA, les falta eficacia y credibilidad.
Como resultado, los compromisos de las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido de proteger a los civiles y de facilitar la entrega de asistencia humanitaria siguen sin cumplirse. Quienes tienen influencia sobre las partes en conflicto han hecho tímidos llamamientos a un alto el fuego sin seguimiento alguno.
Una crisis que empeora:
Con sus vidas en peligro, los civiles sudaneses han demostrado de nuevo una fuerza extraordinaria. Han forjado redes locales de ayuda mutua, canalizando esfuerzos incansables para recolectar alimentos, dinero en efectivo y medicinas para ayudar a quienes más lo necesitan. Han demostrado que ayudar a las regiones más afectadas de Sudán es difícil, pero no imposible.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la situación humanitaria sigue empeorando, debido principalmente a la ambición de los dos ejércitos por el poder, a la tímida cooperación de la sociedad civil y a la indiferencia y pasividad de los países vecinos, y de la sociedad internacional.
La participación activa de toda la ciudadanía para llevar de nuevo a las partes implicadas en la guerra a la mesa de la negociación es indispensable. Sin embargo, no será suficiente para una resolución eficaz y duradera del conflicto sin la colaboración de mediadores, de los países vecinos y de la comunidad internacional.
Una solidaridad auténtica y un compromiso real de cada sociedad e instituición significaría la reconciliación nacional y el camino a seguir para garantizar un desarrollo integral y una convivencia pacífica.
CIDAF-UCM