Mahamoud Ali Youssouf fue elegido, el pasado 15 de febrero de 2025, para suceder al chadiano Moussa Faki Mahamat como jefe de la Comisión de la Unión Africana. Tres candidatos de África Oriental estaban en carrera y compartían el favor de los jefes de Estado del continente.
Aunque el yibutiano Ali Mahamoud Youssouf ganó la presidencia en una elección anticipada, la vicepresidencia de la Comisión de la UA fue objeto de una larga batalla. Después de siete rondas de unas elecciones que rápidamente se redujeron a un enfrentamiento entre marroquíes y argelinos, la candidata argelina, Selma Malika Haddadi, ganó la vicepresidencia de la UA, en la sede de la Comisión de Adís Abeba.
Félix Tshisekedi, presidente de la República Democrática del Congo (RDC), no asistió a la cumbre de la Unión Africana, siendo su primer ministro quien representó al país en la Comisión.
En la apertura de la cumbre de la UA el 12 de febrero, sólo cuatro de los seis comisionados fueron elegidos por los ministros de Asuntos Exteriores, mientras que Esuatini y Etiopía se unieron al Consejo de Paz y Seguridad después de intensos debates.
Mientras los gobernantes de la mayoría de los países africanos apuestan, al menos en principio, por el comercio panafricano, el pasaporte único y una mayor cooperación en todos los niveles del desarrollo integral, como la gestión de sus recursos, libertad de movimiento, incluso el control del espacio africano, etc., encuentran muy difícil llegar a una colaboración real y eficaz, e incluso a respetar la tierra y recursos de los países vecinos.
Como lo repite el empresario africano Mo Ibrahim, en sus brillantes análisis de la realidad africana, que su organización realiza anualmente: el problema primordial de África, y de todos los Continentes, es el deterioro de la gobernanza.
Esta pérdida de calidad en la gobernanza africana y global se delata en el irrelevante papel que juegan todas las organizaciones internacionales, como la ONU, y en los irresponsables dictadores de gobiernos que se hacen vitalicios.
Los dictadores van aumentando en numerosos países y la calidad de la gobernanza se va deteriorando, debido a que las sociedades y los pueblos no tomamos nuestra responsabilidad, y hasta los volvemos a elegir.
De nuevo, la responsabilidad es nuestra y no podemos abandonar el barco o pasar de la injusticia y opresión si queremos actuar como ciudadanos responsables y solidarios.
Recordemos que la gran mayoría social es responsable, educada y solidaria, y que por tanto no tenemos ninguna razón para el desánimo, sino para creer más profundamente en la bondad del ser humano y en la capacidad de regenerar juntos nuestras instituciones, líderes gobernantes y compartir los recursos y nuestra solidaridad universal.
CIDAF-UCM