Así como el racismo, el sexismo, la destrucción de la naturaleza y otras formas de discriminación no deberían tener cabida en el mundo, la “pobreza”, con las actitudes y comportamientos negativos hacia los pobres, también deberían ser ilegales.
Esa es la esperanza de Olivier De Schutter, el experto de la ONU que trabaja para dar mayor importancia a la difícil situación de millones de personas en todo el mundo que viven en la pobreza extrema. Junto con el jefe de la agencia laboral de la ONU, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), también aboga por apoyar a los países de bajos ingresos para que puedan brindar nuevas oportunidades de empleo, cooperación y protección social a sus poblaciones más vulnerables.
De Schutter ha abogado, además en la ONU, que es hora de abandonar un enfoque de “caridad” hacia la pobreza para tomar el único camino más realista y eficaz que consiste en una cooperación económica y cultural más justa y solidaria, centrada en el Bien Común.
El informe ofrecido por FOESSA en enero de 2022 afirma que: “la pandemia ha dejado más desigualdad, pobreza monetaria y riesgo de exclusión social en amplios sectores de la población de nuestro país. Mientras que la pandemia todavía no ha terminado, seguimos sin tener perspectivas claras de hasta cuándo continuará lastrando la economía mundial, pues se ha sumado una nueva crisis, esta vez de tipo inflacionaria, derivada principalmente de la guerra en Ucrania que, de nuevo, trae consigo graves repercusiones en los niveles de precariedad de las familias”. La Comisión Europea estima que cerraremos el año 2022 con una inflación global del 8,1 %.
Los efectos se multiplicarán para las más de 576.000 familias sin ningún tipo de ingresos o para las 600.000 familias sin ingresos estables que dependen, exclusivamente, de una persona que trabaja a tiempo parcial o de forma intermitente a lo largo de todo el año. Para todas ellas ya no se trata solo de un contratiempo, sino de una seria situación de desborde.
La solución inmediata, sin ser óptima ya que provoca déficit y deuda es, sin embargo, la más viable: mantener el poder adquisitivo a través de ayudas públicas. Para limitar los costes, las ayudas públicas deberían continuar, pero dirigidas fundamentalmente a los sectores más frágiles de la sociedad, recomienda FOESSA.
Lo más relevante es, sin embargo, actuar sobre las causas estructurales que generan siempre consecuencias sociales más graves para los mismos hogares. Una vez más, apelamos a más justicia social y a trabajar por el bien común, insiste también el Informe de Caritas.
Se propone un “Presupuesto de Referencia” para unas Condiciones de Vida Dignas. Se trata de una primera propuesta para un sistema de medición de la pobreza complementario a los existentes en la actualidad. Dicho sistema está basado en lo que en algunos países se denomina «cesta básica» o «presupuesto de referencia», y que contemplaría productos alimenticios, pero también otros bienes necesarios tales como vivienda, equipamiento, suministros como la energía o el acceso a Internet, o derechos como la educación, gastos sanitarios, o atención a las situaciones de dependencia.
Para que una intervención resulte eficaz y eficiente es necesaria la elaboración de un diagnóstico previo de la realidad que vive la sociedad y de las causas profundas que causan y cronifican la pobreza extrema y la exclusión de gran parte de la humanidad en un cosmos exuberante de recursos, tanto en África como el Planeta.
Lázaro Bustince
[CIDAF-UCM]