Félix Tshisekedi prometió poner orden en el sector forestal, pero, la anarquía es total y el saqueo de madera y de otros recursos naturales y minerales va en aumento. “Mi país, con sus bosques, sus recursos hídricos y minerales estratégicos se presenta como un país que es la solución a la crisis climática”, proclamaba orgulloso Félix Tshisekedi.
El discurso es seductor, ya que la RDC alberga la mayor parte de los bosques de la cuenca del Congo, el segundo pulmón del planeta. Pero la gestión del sector forestal congoleño se ha visto socavada desde hace varios años por acusaciones de corrupción y mala gobernanza. «Estamos trabajando para llevar a cabo acciones que permitan no sólo la preservación de nuestros bosques sino también su gestión eficiente«, prometió bajo la atenta mirada de sus homólogos estadounidenses y gabonés, Joe Biden y Ali Bongo Ondimba.
En Glasgow, Félix Tshisekedi firmó con el primer ministro británico del momento, Boris Johnson, una carta de intenciones acompañada de un acuerdo de financiación de 500 millones de dólares a cinco años con la Iniciativa Forestal de África Central (CAFI). Se supone que el proyecto mejoraría la protección del bosque congoleño. Pero hasta ahora, meses después de la firma de este “acuerdo histórico”, se han observado muy pocos avances en los compromisos asumidos.
La frontera entre la RDC y Uganda es un conocido centro del comercio ilegal de madera
Más del 90 % de la madera cortada en la cuenca del Congo se hace de forma ilegal. Las investigaciones muestra que los sobornos, la falsificación de documentos y el tráfico de influencias alimentan un negocio lucrativo para los traficantes que, con frecuencia, son militares.
Según un político local, Lia es el antiguo centro de un tráfico ilegal de madera que florece impunemente entre la RDC y Uganda. Testigos que viven en la zona hablan de personal militar involucrado.
Es evidente, que mientras la sociedad civil lo permita, el saqueo y la deforestación de la madera valiosa seguirá aumentando, pues son los poderosos locales y extranjeros, los que salen beneficiados impunemente.
Los lamentos y la espera a que gobiernos vecinos nos salven, no sirven para nada. Solo la información y el consecuente compromiso social y comunitario pueden encontrar una solución justa y pacífica a tales abusos de los recursos comunes de los pueblos.
Como es bien sabido, las auténticas soluciones, que suelen incluir lucha y confrontación, nacerán siempre de abajo, del pueblo oprimido.
Lázaro Bustince
Fuente: Daily Monitor
CIDAF-UCM