Decenas de pasajeros de autobús fueron secuestrados por hombres armados en Ali Doro, en Oromía, Etiopía, mientras viajaban habiendo salido desde Adís Abeba, la capital. Según han informado fuentes de la administración local y el testimonio de los viajeros el secuestro podría ser obra del al Ejército de Liberación Oromo (OLA), brazo armado del Frente de Liberación Oromo (OLF), una organización independentista que lucha por la autodeterminación del pueblo oromo.
Sin embargo, el OLA ha comunicado haber recibido diferentes informes sobre el incidente y señalado que estaba realizando sus propias investigaciones sobre el caso. Las fuentes gubernamentales, hasta el momento de la redacción de la noticia, han guardado silencio. Una de las informaciones habla de un muerto y de cerca de medio centenar de secuestrados.
Como en otras zonas de África, los secuestros se han convertido en un crimen común con la finalidad de obtener el dinero del rescate. Se da el caso de que en la misma zona, el pasado verano, también fueron secuestrados cerca de 100 estudiantes.
Desde abril de 2018 el primer ministro, Abiy Ahmed Ali, parece haber comenzado un proceso de centralización, concentrando todo el poder de la nación, contrario a los principios de democracia republicana y federal sobre los que se configura el actual Estado de Etiopía. Este línea de acción del primer ministro choca con las aspiraciones de varios pueblos etíopes, entre ellos los oromo, los amara y los tigriña, representados en diferentes organizaciones políticas y militares, tales como el OLF. Este choque de visones contrarias amenaza con incendiar el país, ya que el gobierno federal considera a todos estos movimientos como grupos rebeldes.
Si en un principio Abiy Ahmed Ali parecía querer acercarse a estos grupos y promover el diálogo, muy pronto sus acciones, como la guerra en Tigray, mostró una actitud más militarista y autoritaria. La entrega del primo Nobel de la Paz, al principio de su mandato, fue ciertamente precipitada y un craso error según muchos analistas políticos.
Etiopía afronta el gran reto de una gobernanza democrática y de una reconciliación nacional, que de momento está resultando muy difícil y laboriosa, sobre todo si no aceptan el apoyo y la mediación de otros países y líderes africanos.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM