El presidente saliente Goodluck Jonathan habría llevado a Nigeria a una situación desastrosa, peor que ningún gobierno anterior: lo afirmó el partido del presidente recién elegido Muhammadu Buhari, pocos días antes de asumir el gobierno, el viernes próximo.
“Faltan corriente eléctrica y combustible, los trabajadores están en huelga, los funcionarios regionales y federales deben recibir miles de millones, la deuda pública es de 60 mil millones de dólares, y la economía está por el suelo”, dijo Lai Mohammed, portavoz del partido All Progressives Congress (APC) haciendo referencia a la crisis que estalló después de un bloqueo de las importaciones de productos petrolíferos refinados, fuentes de energía prioritarios para garantizar el funcionamiento de los generadores de electricidad que satisfacen buena parte de las necesidades de los nigerianos.
Las dificultades de aprovisionamiento se han hecho sentir más aún en las últimas semanas con una deuda contraída por el estado con los importadores que ya llega a 200 mil millones de nairas, equivalentes a unos 904 millones de euros.
Buhari derrotó a Jonathan en las elecciones presidenciales de marzo, las primeras ganadas por un candidato opositor en Nigeria. La crisis energética es una confirmación indirecta de la ineficiencia administrativa en un país que, a pesar de ser la primera potencia económica y petrolífera del África subsahariana, sigue sufriendo la reducidísima capacidad de refinación.
MISNA (Fundación Sur)